domingo, 20 de diciembre de 2009
MISCELÁNEAS
VARIACIONES
Con el paso de los años el sentimiento de despedida definitiva surge cada vez que una situación toca a su fin: unas vacaciones con la familia, un reencuentro inesperado, un trabajo compartido que se da por finalizado con la correspondiente despedida de los asistentes .......
Pero allá en el fondo, la conciencia los reconoce como deseos irrealizables, proyectos que se saben vanos, pero utilizados como defensa ante la realidad implacable de que las cosas son finitas. Mecanismo que ayuda a paliar la dura realidad de lo que se sabe inviable, con la coraza de los engañosos planes de futuros reencuentros.
Así se mitiga la desolación de la separación, de la debilidad de la vida, de las ocasiones que nunca se volverán a repetir, que no surgirán.
La vida sigue fluyendo y no da ocasión de volver a repetir el mismo itinerario.
jueves, 17 de diciembre de 2009
MUY FELICES NAVIDADES PARA TODOS AQUELLOS QUE VISITAIS MI BLOG
viernes, 11 de diciembre de 2009
VARIACIONES
Le había dejado sentado en su butaca acostumbrada: bien aseado, bien afeitado, con aspecto descansado y tranquilo. Como siempre, delante de él el periódico que ya nunca podría leer - la enfermedad había destruido su capacidad de comprensión - pero que formaba parte de su entorno habitual, lo que conocía, lo que le daba puntos de referencia y hacía sentir que estaba en un ambiente seguro y familiar.
Ella se afanaba atendiendo a las demandas de la atención de la casa y los distintos asuntos a solucionar. Cada vez que en su trajinar pasaba por el cuarto de estar, miraba hacia él y sonreía, como si su sonrisa pudiera caldearle el corazón. Algún pequeño comentario brotaba espontaneo, en su empeño por mantener la ilusión de que, de algún modo, aún participaba de los intereses comunes.
Una llamada telefónica que le retuvo alejada de él más tiempo de lo ordinario. Volvió a pasar delante de la puerta abierta: la butaca estaba vacía. Lo vio caído en el suelo, de costado. Inmóvil, paciente, silencioso, desconcertado, sin quejarse.
Corrió hacía él. Sintió un dolor agudo, sin palabras.
La expresión de sus ojos le taladró el corazón. Era la mirada de un ser desvalido, e indefenso, sin recursos, vencido, que, como un niño pequeño, no sabe reflejar lo que le ocurre, pide ayuda sin palabras, refleja desamparo.
No dio paso a que su dolor pudiera convertirse en consciente porque no hubiera podido podía soportarlo. Se puso en acción inmediatamente. Intentó levantarlo pero no tenía fuerzas. Pidió ayuda. Le sentaron en la butaca otra vez: No parecía que nada se hubiera roto. No se quejaba, era como si fuera insensible al dolor.
El recuerdo de su mirada vacía y desamparada quedo impresa en su memoria, mirada de niño, que no sabe, ni entiende, ni espera comprender qué le ha pasado.
Le hubiera gustado llorar pero no podía.
sábado, 28 de noviembre de 2009
VARIACIONES
¡¡¡¡¡¡¡Que habré hecho yo, Señor, para merecer esto!!!!!
Viajaba en el metro, como tanta gente. Esperaba con ansiedad unos minutos de tranquilidad para poder estar a solas con mis propios pensamientos y leer después de una jornada en la que había tenido que ser oídos para todos y palabras para muchos.
Inopinadamente comencé a percibir que algunas palabras se iban infiltrando en mi mente, no dejando que mi cavilar interior fuera apacible y sereno. Muy a mi pesar, mi atención fue secuestrada por una conversación que se impuso al curso de mis propias consideraciones. La voz que había robado mi atención era penetrante, clara, incisiva. No había escape; se imponía. Ya no podía seguir mi propio discurso interior y el discurso exterior se impuso.
"Chica, ya sabes ..... estamos en obras....... obreros ineptos...... pregunté si habían solucionado problema..... emitieron unos sonidos extraños: FFFfffffffff, parecía afirmativo.... extranjeros, subcontratados.....reciben un sueldo de nada......no había manera de aclararse ..... al día siguiente no funcionaba la lavadora. Llame al encargado, dijo vendría .... no vino..... volvieron los obreros a continuar con otros arreglos....misma pregunta ..... idéntica contestación.... incomprensible... vuelta a llamar al encargado..... vino al día siguiente.....habían quemado los cables con el soplete.....ahora ya no funcionaba nada .......dos días más tarde olía a gas en el patio..... pregunté a los obreros que estaban en el patio y me dijeron que desde allá lo veían y todo estaba bien...... lo comenté al vecino ....pasó a mi casa ...... también olía el gas..... llame al encargado.... me tranquilizó.... dijo no iba a pasar nada.....al día siguiente vendría a verlo....... había escape de gas..... me dijo que había que dar orden de cortarlo. ...... estuvimos algunos días sin cocinar, ni calefacción...... ni ducharnos"
Fue media hora de intensa comunicación impuesta en las que no existían ni puntos ni comas que dieran descanso a mis fatigados oídos. Y mi aún más saturado cerebro.
¿A quien se puede recurrir en estos casos?
¿Al Defensor del pueblo? Al fin y al cabo soy un sufrido miembro del pueblo.
¿Al Ararteko? Quizás pueda introducir entre los planes para el bienestar del personal la instalación de algunas AULAS DE CONVERSACIÓN PARA CHARLATANES COMPULSIVOS.
¿A la Oficina del Consumidor? Al fin y al cabo, soy una consumidora de metro, con derecho a poder disfrutar de paz y serenidad y alguna oportunidad de lectura tranquila en las horas intranquilas de máxima audiencia.
¿Al Ministerio de Educación? Y sugerir que incluyan en su controvertida Ley de Educación Ciudadana, el respeto a los conductos auditivos ajenos.
¿ A los Foniatras? Para que en operación inversa puedan inducir a los charlatanes a una inamovible tartamudez que los haga mudos
¡¡¡¡¡A quien Señor, a quién!!!!!
Una se encuentra sola y abandonada en este mundo lleno de conversadoras incontroladas e impúdicas, que no tienen o no quieren tener sentido de la intimidad.
O ¿seré yo la que tengo que cambiar y comenzar a apreciar en su verdadero valor las grandes enseñanzas que se desprenden de estos espécimenes que nos inundan de sabiduría común e información sobre el comportamiento de los distintos gremios?
Estoy llena de perplejidad y necesito ayuda.
¿Me estoy volviendo vieja? O ¿es que la globalización ha llegado también a los medios de transporte público, de manera que todos estemos informados de lo que nos pasa a todos y así tengamos un bagaje común de conocimientos domésticos y estratégicos sobre las infraestructuras en los arreglos de fachadas?
Porque también de eso se habló. Y con todo detalle y precisión.
Tanto fue así, que mi querido Wallander ya no tomaba constantes cafés mientras investigaba al criminal en "La Quinta Mujer" sino que subcontrataba a sádicos asesinos en serie, que afirmaban sus propuestas emitiendo continuas FFFffffff mientras recurrían al encargado de las matanzas colectivas oliendo a gas.
Si alguien tiene alguna brillante idea que me pueda ayudar, se la agradeceré
E T E R N A M E N TE.
viernes, 13 de noviembre de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
A mi padre le gustaba leer "El Quijote" en voz alta tumbado en el suelo. Yo me situaba a su lado en paralelo. Colocaba mi cabeza a la altura de la suya (mis pies llegaban hasta su cintura)y con la barbilla apoyada en las manos le escuchaba y observaba de reojo.
No entendía nada de lo que leía pero contemplaba hechizada su cara que se encogía y arrugaba por la risa imparable que le producía la lectura. Hasta tal punto que le imposibilitaba leer con continuidad.
Don Quijote era ocasión de hilaridad para mi padre, pero con el que verdaderamente se divertía era con Sancho; su contundente sentido común le proporcionaba tal regocijo que tenía que interrumpir la lectura para reponerse de las continuas carcajadas, secarse las lágrimas y poder seguir con las frases que habían quedado sin terminar, ahogadas por sus incontenible accesos de risa.
También yo me reía pero mi risa era forzada y aguda, llena de grititos sin sentido. Reía por pura imitación. Como hacen los niños. Porque me gustaba estar con mi padre y compartir mi pequeña vida con él.
En mi mente infantil aparecía la espingardada figura del viejo caballero montado erecto sobre su caballo Rocinante. No entendía nada de lo que decía. Las frases grandilocuentes del viejo caballero me sumían en la perplejidad.
La figura chaparra de Sancho llena de frases de humanidad y sentido común me divertían mucho más que la del viejo caballero. Al primero le captaba con cierta facilidad, pero la jerga del segundo me resultaba ininteligible.
Sin embargo hubo un par de acciones que se me quedaron fijas en el cerebro: Montar en Rocinante y Montar en cólera. No distinguía mucho entre el sentido de una y otra. De hecho me parecían sinónimos.
Y en una ocasión cuando mi padre leía una escena en la Don Quijote montaba sobre su caballo Rocinante, yo me encaramé repentinamente sobre mi padre y agarrándole por los tirantes a modo de riendas, y apretando mis regordetas piernas sobre sus costillas para impulsarle al trote, grité a pleno pulmón "monto en cólera" mientras con la mano derecha agitaba un látigo imaginario y le animaba a emprender el galope con un animante "¡¡¡arre, arre, arre!!!"
Mi padre se agitó en convulsiones de risa, mi estabilidad sobre su espalda resultó bastante precaria, me agarré a su cuello y caí desparramada en el suelo.
lunes, 2 de noviembre de 2009
MISCELÁNEAS
domingo, 1 de noviembre de 2009
MISCELÁNEAS
lunes, 26 de octubre de 2009
VARIACIONES
La quinta de Beethoven brotaba de su batuta con el ímpetu de un río rompiendo diques en busca de su cauce original.
Dirigía la orquesta profundamente concentrado, con los ojos cerrados. No necesitaba ver: vivía, sentía, disfrutaba de la genialidad del compositor.
Inmerso en la melodía, ajeno a lo que le rodeaba, compenetrado con la obra , se hacía uno con ella.
Su cuerpo joven, ágil, fuerte, varonil, armonizaba con la música. Existía una perfecta conjunción de cuerpo y espíritu. Su alma vagaba por los campos que la sinfonía le sugerían, identificándose con ella.
Era un triunfador, un hombre adorado por el público. Un creador indiscutible en cada una de las interpretaciones de sus compositores favoritos.
Una orquesta, arrastrada a la ejecución perfecta, orgullosa de ser dirigida por él, olvidaba la realidad cotidiana para introducirse en la grandiosidad de la obra de arte. La misma sinfonía nunca era una versión rutinaria sino una nueva, vibrante y perfecta recreación.
Ella sintió una punzada en el corazón. Era un dolor inesperado que le apretaba el alma. No podía evitarlo. No era envidia, sino profunda angustia.
El parecido físico del músico con su hijo era llamativo. Quizás era eso lo que le había traído aquellos sentimientos de profunda tristeza y desaliento,
Su hijo también había sido un vencedor, un triunfante empresario, admirado por sus subalternos, apreciado por sus empleados.
Admiraba la entereza de su hijo, su lucha sin cuartel por salir adelante, su disposición a trabajar allá donde se le brindara una oportunidad. La capacidad de resistencia ante la adversidad. No se había dado por vencido en ningún momento.
Por eso le quería tanto. Por su capacidad de sobreponerse. Por su alma de luchador.
martes, 6 de octubre de 2009
VARIACIONES
No hace falta leer los periódicos cada día ni escuchar las noticias en la radio ni ver la televisión para saber como va el mundo. Basta con los retazos de conversación, que se recogen en los diarios paseos recorridos por prescripción facultativa.
· "¡¡¡Que partidazo!!!". ¿Viste el gol de X? Ni se enteró el portero: ¡zas!, le paso el balón por la nariz. El gilipollas. Por que no me digas... ¿te has enterado de lo que pagaron por él?. Ya digo yo, así no superaremos nunca la crisis. "
· " Mi chica, bastante dura es la vida. Volvemos a Nueva York... hemos estado varias veces, pero nos quedaba algo de saldo y hemos decidido aprovecharlo. No es que me gustara mucho, pero es mejor que estar aquí "
· " ...le echas luego un refrito, le dejas un poco al horno y en un cuarto de hora tienes un primero estupendo."
· " no lo digo en son de crítica, soy muy amiga suya y de verdad que la quiero mucho pero no me digas... la cena que nos preparó el otro día no tenía nombre..... aquellas patatas tan vulgares, y el pescado...... no puede ser peor ama de casa "
· " No, si como nuera es estupenda, pero hace las cosas de una forma tan rara que yo siento pena por mi hijo. El pobre, tiene que echar tantas manos....."
· " Le ha dejado plantado de la noche a la mañana...ya se veía que las cosas no iban muy bien... pero decía que ya no estaba enamorada, que era demasiado compromiso, que necesitaba aire libre, que para vivir así era mejor dejarlo. Eso sí; se han puesto de acuerdo para que los niños no sufran.... así que una semana estarán con el padre y la otra con la madre....."
· "Que quieres que te diga. Los museos me parecen un rollo. Y los conciertos.... si no fuera porque te encuentras con mucha gente conocida...."
· "Jubilación anticipada, sí. Ahora nos dedicaremos a viajar, a ir los fines de semana a la casa del pueblo y pasar el verano en el sur."
· " No te j----- la c.... de la vieja me dice que no me puede dar un p..... Euro. Voy a pasar un finde de m.....".
· " No, no tengo a los hijos en casa, viven con sus respectivos novios y novias.... ya sabes, ahora es así."
· "Hay que disfrutar de la vida; nada de disgustos, nada de nietos que cuidar, que los cuiden sus padres, que ya nosotros lo hicimos en su momento con nuestros propios hijos....que se arreglen como puedan....nosotros ya a disfrutar."
· " Me acabo de comprar una blusa que es una monada..... algo cara sí ..... pero de vez en cuando creo que me merezco autoregalarme algo"
· " Me parece indignante que hay tanta inmigración...... quitando puestos de trabajo a los nativos....sobretodo ahora que cualquier puesto por malo que sea es aceptable para nosotros....."
Y ¿donde están los tan cacareados afanes de solidaridad, los innumerables power points sobre la amistad, la fortaleza ante la adversidad, la preocupación por los que no tienen nada, las inquietudes intelectuales, alguna ráfaga de espiritualidad, el sentido trascendente de la vida, la curiosidad por los nuevos descubrimientos, por el progreso del mundo?
Esta claro, el mundo se ha vuelto plano. No hay deseos de aventura. Se huye de los retos. No hay héroes. Existe un conformismo alarmante. En definitiva para algunos la vida se ha vuelto chata. Se ha visto todo, se ha disfrutado de mucho. Una ola de vulgaridad lo inunda todo.
A la larga son los que marcan época en la Historia pero suelen ser discretos, prudentes, no cacarean. Simplemente se molestan por los demás y confían en Dios.
domingo, 27 de septiembre de 2009
VARIACIONES
Veintiséis de diciembre. La tarde gris se había convertido en noche cerrada. La lluvia silenciosa y mansa caía con persistencia. Las luces de las farolas se reflejaban en el suelo mojado dejando un nimbo dorado en los charcos de la calle.
La estación estaba vacía excepto por unas pocas personas en la cafetería y algunos trabajadores del ferrocarril.
Madre e hija esperaban al tren que partiendo de Madrid recogería a esta última en Hendaya, a media noche, rumbo a Gran Bretaña. Llegaría a París por la mañana. De allí un traslado de estación y un nuevo tren le llevaría a Londres.
La conversación no era fluida. Las dos intentaban dominar la situación y que esta no derivara hacia explicaciones y discusiones que ambas intentaban evitar. Sabían que cualquier petición de razonamientos o intentar darlos iba a ser motivo de mayor alejamiento, ocasión de reproches y actitudes a la defensiva que no propiciarían una mayor proximidad, sino que contribuirían a aumentar aun más la distancia que les separaba.
Huían de abordar lo que realmente les dividía porque sabían que no había posible entendimiento, por el momento. Partían de premisas distintas, y aparentemente irreconcilliables. Faltaba la empatía necesaria que propicia el acercamiento a la mente y el corazón del otro y la búsqueda de terrenos comunes. La comunicación presupone tener un lenguaje común, una disposición a ponerse en la situación del interlocutor, de intentar comprender sus puntos de vista: apertura hacia lo que uno no comprende o le resulta difícil captar por ser ajeno, incluso opuesto a sus propios principios o ideas.
Aferrarse a las propias opiniones sin disposición de escucha, de estar abierto e intentar ver los puntos de vista ajenos, hace que el interlocutor se resista a exponer sus ideas porque presiente, intuye con claridad moral que sus razones no van a penetrar el muro levantado ante sus conceptos o decisiones.
Atrás, en la ciudad distante, quedaba un padre enfermo, incapaz de enfrentarse física y psíquicamente con la despedida; su única hija abandonaba el hogar indefinidamente.
En aquellas épocas viajar con frecuencia de un país a otro no era algo habitual. Saber que existía esa certeza hubiera hecho la separación más fácil. Los trasladados eran excesivamente caros para que se pudieran realizar con la suficiente y necesaria frecuencia que hubiera dulcificado la separación.
La madre tenía que volver a España antes de las diez de la noche porque en aquellas épocas la frontera Franco-Española se cerraba a esa hora. Pasaría la noche en un hotel en el lado español de forma que pudiera coger un tren de madrugada y estar con su marido lo antes posible. A la mañana siguiente le esperaba un viaje de tres horas hasta llegar al hogar. Sabía que no podía dejarlo más tiempo solo con su pena y su enfermedad.
Unos minutos antes de las diez salieron al exterior para coger uno de los taxis que estaban de guardia. La noche era cerrada, no pasaba nadie por la calle, todo era silencio y soledad, las luces se reflejaban en el pavimento de la calle mojada. En algunos escaparates de las tiendas cercanas aún se veían adornos de Navidad.
Un último abrazo sentido, sin palabras, sin dejar escapar el dolor y la pena. La falta de capacidad de comunicarse abiertamente contribuía a aumentar el pesar. Pero por encima de todo esto permanecía un cariño que nada podía destruir.
Las luces rojas del taxi, alejándose, fue lo último que la hija vio, perdiéndose en la oscuridad.
Volvió a la cafetería, pidió una bebida caliente. Se quedó observando a las pocas personas que estaban en el recinto. Tenía un par de horas por delante hasta que llegara el tren y se encontrará con sus amigas.
Sufría por sus padres, pero no podía dejar de estar feliz. Su sueño se iba a cumplir. Pensó en ellos, en su generosidad, en su dolor asumido, en la soledad que iba a dejar su ausencia, en la patética imagen de su madre alejándose desamparada en la oscuridad de la noche, en su padre, solo, en su madre sola, sin poder consolarse mutuamente.
Eran muy generosos: habían antepuesto la felicidad de ella a su propia felicidad. Habían aceptado sus planes sin oponerse y sin entender. Pero el dolor iba a estar presente. Y la ausencia iba a ser permanente o eso pensaban entonces. Lo habían asumido sin protestar.
La hija se quedó pensativa: ¿seré yo capaz de amar como ellos, de saber dar sin medida, sin pasar cuentas?.
Las horas transcurrieron más deprisa de lo que esperaba.
La llegada del tren que traía a sus amigas le zambullió en la alegría del encuentro, en la emoción del futuro incierto, en la excitación de la nueva aventura emprendida. Hacían planes, programaban trabajos, intercambiabas impresiones, compartían ilusiones.
El despertar en París llenó de luz le hizo olvidar sus inquietudes del día anterior. Londres le esperaba expectante como un interrogante esperanzador.
sábado, 29 de agosto de 2009
SEMANAS DE AUSENCIA
domingo, 23 de agosto de 2009
VARIACIONES
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martes, 4 de agosto de 2009
VARIACIONES
¿PÉRDIDA DE SENSIBILIDAD O MADUREZ?
Se preguntaba ahora por qué le había afectado tanto en su niñez.
Ver a un hombre correr para alcanzar un autobús que cerraba las puertas y se ponía en marcha en el momento en que llegaba a su altura, le entristecía. Le producía una viva pena unida a una sensación de fracaso ajeno. Representaba en su mente la figura del perdedor nato, la estampa de la persona sin recursos de carácter para encarar los problemas de la vida.
Cuando se hizo mayor quiso analizar la razón de esta reacción: no había visto nunca antes a aquellos hombres, no sabía nada de sus situaciones profesionales, familiares, sociales; desconocía su psicológica. Sus éxitos o fracasos eran ignorados por ella. Ni siquiera sabía si eran felices o desgraciados.
Pero esa estampa de su infancia le había invadido de un sentimiento de lastima por quien, a sus ojos, aparecía como vencido por la vida.
De manera inexplicable, este hecho tan habitual y generalmente intrascendente representaba para ella la situación de un hombre sin capacidad de superación.
En su mente los hombres vestidos con chaqueta y corbata gozaban de un nivel social que proporcionaba otros medios de transporte privado. Estos que ella veía- también con chaqueta y corbata- parecían no haber tenido acceso a esa facilidad de transporte.
En su concepto eran la estampa del hombre trabajador, esforzado, sin prestigio ante sus jefes. El hombre gris, incapaz de saber hacer valer sus capacidades y triunfar: Personajes sin recursos ni representatividad en la sociedad. El infeliz fracasado.
Veía representado en ellos el esfuerzo de un padre de familia, que no alcanza su intento de dar una posición adecuada a sus hijos; una vida precaria, esforzada y sin recompensa. Y sufría con la humillación que los hijos pudieran sentir.
¿Imaginación infantil? ¿Excesiva sensibilidad? ¿Capacidad de captación inconsciente y sutil de situaciones reales?
Con los años aquella percepción fue desapareciendo. Como le ocurrió con la película "La Quimera del oro" de Chaplin. A sus cinco años sufrió hasta las lagrimas por la inseguridad del pobre harapiento que solo tenía las suelas de sus viejas botas para poder alimentarse, de las que cuidadosamente separaba los clavos, después de haberlas cocido previamente.
En su madurez solo vio la parte cómica de la situación. Y se rió a carcajadas.
¿Había perdido la sensibilidad? ¿Se había hecho dura, egocéntrica, egoísta?
¿O era el hecho de que la calidad de vida había mejorado, había mayor capacidad económica, más transportes privados mejores y más prácticos servicios públicos, que no implicaban connotaciones sociales?.
¿Era simplemente mas realista y madura?
Quizás......
Pero le quedaba la incógnita.
lunes, 20 de julio de 2009
VARIEDADES
CUARTA PARTE
El 11 de marzo de 2003 ha dejado una huella profunda en nuestro país. No sólo porque los acontecimientos propiciaron un cambio político inesperado, sino principalmente porque el terrorismo islámico azotó con toda su fuerza despiadada a miles de personas inocentes que nada habían tenido que ver con las decisiones tomadas por los gobernantes respecto a la guerra de Irak. - incluso muchos no estarían de acuerdo con la alianza con Estados Unidos.
Dos años más tarde, el 7 de julio de 2005, el mismo azote ciego y vengativo, sumió a Gran Bretaña- un país no acostumbrado a ver su tierra hollada por extranjeros- en la perplejidad y desconcertante descubrimiento de que - dejando a un lado la ocupación de las islas del Canal de la Mancha - su país era vulnerable a los envites enemigos.
Volvió a Londres unos días después del ataque terrorista del 7 de julio de 2005.Recordaba la variedad de razas y colores de las gentes que había visto recorrer las arterias comerciales en sus estancias anteriores.
Lo encontró muy cambiado. Estaba perdiendo su aire británico; siempre había sido una encrucijada de mundos dispares, pero por encima de la diversidad había permanecido su singularizad.
Lo que descubrió en esta ocasión fue algo distinto.
Se respiraba otra actitud; no se trataba de extraños forzosamente admitidos por la imposición de las reglas de la política exterior hacia sus antiguas colonias. Los actuales inmigrantes se comportaban como dueños del país. Se sentían en casa propia.
Londres se había convertido en una ciudad ruidosa: los recorridos en los autobuses de línea no eran aquellas deliciosas ocasiones en las que se podía leer la novela ansiada aprovechando los largos trayectos. Los móviles invadían los autobuses de voces agudas y descontroladas, de acentos centroeuropeos, orientales y coloniales, las risas estruendosas, eran impropias de un país con una trayectoria de profundo respeto por la intimidad propia y ajena.
Y lo que era aún más llamativo: los británicos se habían acostumbrado a estos cambios. No había signos externos, aquellos gestos, tan bien conocidos por ella, controlados pero evidentes, de quién sobrelleva estas intromisiones con un sentido de superioridad y conmiseración hacia los que habían tenido la suerte de poder trasladarse a su país.
Recordaba sus esfuerzos, cuando vivió en el país por primera vez, para hacerse entender y conseguir una respuesta de cualquiera de los bobbies a quienes había recurrido para obtener información: la actitud impertérrita de alguien alto, rubio, con ojos azules, que mirando a la lejanía, por encima de su cabeza y sin prestar atención personal alguna, respondía mecánicamente a sus requerimientos. No quedaban ganas de pedir aclaración a lo no entendido, porque el mismo chorro de palabras iba a ser emitidas, sin ningún esfuerzo especial para asegurarse de que habían sido comprendido.
En esta ocasión, mientras mi amiga buscaba en el mapa de la ciudad la casa de Dickens, escuchó, asombrada, a un matrimonio que le preguntaban amablemente si podían echarle una mano y se brindaron para acompañarla hasta el lugar de su búsqueda. Por el camino le proporcionaron múltiples explicaciones para que no se perdiera en el recorrido que tenía programado.
Los empleados del metro estaban dispuestos a dar todas las indicaciones que se les pidieran. Los conductores de los autobuses indicaban la parada más conveniente para acceder al lugar que pensaba visitar.
Los Bobbies sonreían amablemente y prestaban toda clase de facilidades para hacer la estancia de los extranjeros más amable.
Había una actitud de reconocimiento hacia aquellos que después del terrible atentado y las siguientes amenazas e intentos de otros más, no se habían acobardado ni pospuesto su visita sino que, desafiando el peligro, apoyaban al país de este modo silencioso pero efectivo.
Estaban muy agradecidos a que hubiera gente dispuesta a compartir su pena y su peligro.
El hecho de que ambos países hubieran sido víctimas del mismo infortunio, que compartieran dolor e inquietudes, les hizo sacar lo mejor de sí mismos y volverse profundamente humanos.
viernes, 10 de julio de 2009
VARIACIONES
TERCERA PARTE
En agosto del 1982 tuvo ocasión de volver a su amada Inglaterra.
Dos acontecimientos importantes habían tenido lugar en ese año: la visita de Juan Pablo II a la Islas en mayo; la guerra de Las Malvinas finalizadas con la victoria de Gran Bretaña sobre Argentina en Junio de 1982.
Con respecto a lo primero algo muy significativo había ocurrido; Por razones históricas, el hecho de ser católico - y más aún la figura del Papa de Roma - era considerado ser enemigo del pueblo inglés, traidor a la patria. Durante muchos siglos, los católicos no habían tenido acceso a puestos de responsabilidad pública, ni de resonancia nacional; ciertos cargos y profesiones les estaban vedados. De hecho eran tratados como ciudadanos de segunda categoría.
El caluroso y entusiasta recibimiento que acogió a Juan Pablo II, su visita a la Reina Isabel II en el palacio de Buckingham- hecho impensable hace cinco décadas- el interés demostrado por el Papa por la situación del segundo hijo de la Reina, el Príncipe Andrés, embarcado con la flota inglesa enviada a defender las Falklands contra el ataque argentino, las visitas realizadas a Abadías e Iglesias anglicanas de gran significado religioso, despertaron gran simpatía y respeto entre el pueblo por el Papa polaco.
La cobertura de las distintas Televisiones de la estancia del Papa había desbordado todo precedente: dedicaban la jornada completa a seguían los pasos del Papa.
Sus amigos ingleses le mostraron los distintos vídeos en los que se reflejaba los recibimientos prodigado a Juan Pablo II. Le llamo profundamente la atención el dedicado a presentar la llegada de Juan Pablo II al Estadio de Murrayfield en Escocia. Su entrada en el campo de futbol estaba precedida por una compañía de la guardia escocesa tocando sus gaitas. Sabía que en las antiguas batallas y aún en las recientes guerras, el sonido de estos instrumentos que acompañaba los ataques a las tropas enemigas se dejaban oír por encima del fragor de la batalla y esto prestaba el coraje y la unidad necesaria a los soldados para luchar con valentía, arrojo y heroísmo.
En esta ocasión, el tumulto era tal, que ahogaba el sonido de las gaitas.
Por primera vez en la Historia desde la Reforma los Británicos olvidaron sus rencillas y prejuicios y se volcaron en ayudar a los católicos: los policías no católicas, cedían a sus compañeros católicos la ventaja de poder hacer guardia en aquellos lugares a los que acudía Juan Pablo II. Los habitantes de los pequeños pueblos cercanos a los Estadios en que se celebraban los encuentros con el Papa, se apresuraban a ofrecer a los asistentes, bebidas calientes y alimento, para sus horas de espera antes de que los encuentros tuvieran lugar. Les facilitaban sus propias casas para su aseo personal y cualquier otro tipo de necesidad.
La prensa inglesa definió la visita con una frase reveladora: "El Papá que ha hecho de los católicos ingleses ciudadanos de primera categoría"
Respecto a las guerras de las Malvinas, Los ánimos de sus amigos británicos estaban pletóricos después de su triunfo o de la derrota Argentina, según el ángulo de donde se mirara.
Reclamaban como justa su defensa de las Falklands. Acusaban como ataque injusto e intolerable la pretensión de Argentina de recuperar las islas.
Las aseveraciones sobre este punto caldeaban el ambiente. El orgullo nacional alcanzaba cotas altísimas en las reuniones sociales.
En un momento determinado reclamaron la opinión de un personaje de renombre internacional, presente en aquella reunión, a quién los británicos admiraban mucho por sus puntos de vista equilibrados, su experiencia. La respuesta fue sencilla, aparentemente inocua, suave, pero rotunda: "es como querer matar moscas a cañonazos".
El silencio que siguió a esta declaración fue sonoro. El respeto al personaje era muy alto, su opinión muy valorada, así como su sentido de la equidad.
La definición había abierto brecha en su monolítica actitud ante las reclamaciones de otras naciones.
No hubo aquiescencia pero tampoco rechazo.
En el aire quedo gravitando un interrogante.
sábado, 4 de julio de 2009
VARIACIONES
PRINCIPIOS DE EVOLUCIÓN
SEGUNDA PARTE
Volvió a Gran Bretaña en 1964 donde permaneció hasta 1971. Durante aquellos años, tuvo la oportunidad de conocer mejor, más a fondo, a sus habitantes.
Trabajó junto a ellos. Desarrolló una intensa vida profesional y social.
Hizo muy buenas y sinceras amistades. Llegó a comprenderlos, entenderlos y amarlos.
En ese periodo de tiempo pudo comprobar con estupor y alivio que le habían admitido en su mundo, a pie de igualdad.
Recordaba con humor y cierta dosis de orgullo la exclamación de un conocido, cuando en una conversación de cierta envergadura, le había mirado con admiración mientras exclamaba con asombro y espontaneidad: "Gosh, when I talk to you I forget you are not British" "Dios mío, cuando hablo contigo me olvidó de que no eres inglesa".
En boca de un británico, semejante exclamación admirativa era una concesión de ciudadanía. Suponía aceptación de igualdad; dejar de ser considerada extranjera.
Observó otro significativo detalle, aparentemente no percibido por muchos, pero que presagiaba ciertos cambios en la mentalidad. Un ministro del gobierno laborista entonces en el poder, en declaraciones ante la principal cadena de Televisión del país, reconocía con realismo y serenidad el hecho evidente de que Gran Bretaña había dejado de ser una potencia mundial de primer rango para convertirse en un poder de segunda categoría.
¡¡¡Algo estaba cambiando en Gran Bretaña y no olía precisamente a podrido!!!!
martes, 30 de junio de 2009
VARIACIONES
En el año 1960 realizó una excursión a Austria con un grupo de amigos. Consistía en visitar una pequeña parte del país trepando a las montañas y recorriendo sus valles.
En uno de los Hostales de estudiantes en los que se alojaron se encontró con un muchacho británico con el que entabló conversación; estaba intrigado porque no conseguía adivinar su nacionalidad: el acento no le delataba, aunque el pelo negro y tez cetrina le hacían pensar que era mediterránea. Ella le aseguró que era europea. En su indagación recorrió todos los países continentales, excepto el de su interlocutora.
Con desesperación comentó que en su interrogatorio ya había recorrido todos los países europeos y se preguntaba de donde demonios era. Le contestó con humor que del único que no había mencionado.
Pero ni siquiera con esta pista conseguía adivinar su procedencia.
Cuando se dio por vencido, ella declaró su origen. Con tono despreciativo y decepcionado por haber perdido tanto tiempo intentando adivinar algo que no tenía entidad ni lugar en el mundo, el hijo de Albión le espetó: "¡¡ Ah, pero eso no es Europa!!".
No se enfadó. Había pasado el suficiente tiempo en Inglaterra como para saber que su país - España - era considerado en aquellas fechas, subdesarrollado e incivilizado. Así que continuó la conversación, interesándose por su trabajo y su motivación para visitar Austria con una tropel de niños a su cargo.
Soltó una carcajada.
Y allí le dejó rodeado de sus alumnos que probablemente habrán sido los más firmes opositores a la integración de Gran Bretaña en la Unión Europea.
No se puede esperar otra cosa de alguien que desconoce los países del continente al que pertenece.
miércoles, 24 de junio de 2009
VARIACIONES
Se había librado del ambiente opresor de su propio entorno. Hacía unos meses que había tomado la decisión de trasladarse a otro país e intentar ganarse la vida, lejos de su familia, de las antiguas amigas impuestas por las circunstancias y de las nuevas y verdaderas amigas buscadas y descubiertas por ella misma.
Ahora se sentía ligera, dueña de sí misma, plena de vida y de poder, libre de los prejuicios sociales de una ciudad de provincias.
No conocía a nadie o casi nadie en la ciudad cosmopolita, pero no le importaba. Ella sí les conocía. Podía adivinar acertadamente sus vidas, sus trayectorias, su grandeza, las pequeñas historias personales.
Y cuando se conoce se posee.
El mundo era suyo.
Los miraba con superioridad: "no soy nadie para vosotros, solo una extranjera sin importancia, pero yo sí sé quienes sois, conozco vuestras capacidades, vuestras limitaciones, vuestro injustificado orgullo, vuestras mezquindades y vuestras grandezas.
Sois admirables en algunos aspectos y despreciables en otros. Miráis por encima del hombro y hacéis caso omiso de quien pasa a vuestro lado. Si me hubierais conocido en mi país de origen, vuestra actitud cambiaría a un talante servil y halagador, mucho menos sincero".
Siguió andando por una de las arterias principales de la metrópoli, llena de una muchedumbre abigarrada y reverberante.
Se irguió con orgullo, miró al frente retadoramente, su cuerpo se movía con agilidad, seguridad, con la gracia y fuerza de las personas dueñas de sí mismas.
Nadie se enteró pero ella había ganado la batalla y era la dueña del mundo.
De su mundo irreal e ilusorio.
jueves, 18 de junio de 2009
VARIACIONES
El río corría paralelo al paseo, los arboles proporcionaban sombra y traían el ambiente del campo a la ciudad marítima.
Los mismos transeúntes todos los días. Iban a paso ligero en direcciones opuestas.
La rutina diaria era siempre la misma: el hombre joven venia del mar al interior. La mujer madura, del núcleo urbano hacia el mar.
Observaba su seriedad, su buen ver, el paso ligero y lleno de la fuerza de una persona en plenitud de facultades.
Un día cualquiera de aquel invierno, apareció una chica joven en el horizonte. El y ella se saludaron; parecían conocerse de una manera superficial. Continuaron juntos el camino hacía el interior de la ciudad. La conversación era irrelevante, rutinaria, simple intercambio de formalidades.
El invierno avanzaba, ahora no se encontraban, sino que aparecían juntos desde el principio del paseo.
La conversación era animada, tenían temas comunes, compartían ideas; sonreían, reían, no se fijaban en el resto de los transeúntes.
Llegó la primavera: la mujer madura sonrió al ver que la distancia física entre ambos era cada vez más estrecha, hasta que acabaron enlazados por la cintura ó cogidos de la mano. Sólo tenían ojos el uno para el otro. La complementariedad era evidente. La conversación fluía, la relación era juguetona, el juego eterno del coqueteo cristalizado en una relación declarada y explicitada.
Llegó el verano con su época de vacaciones y las normales huidas hacia otros horizontes.
El otoño los trajo otra vez al mismo paseo. La relación era ahora más consolidada, menos alborotada, más serena. Se esperaban al principio del paseo para arremeter el camino juntos. A veces era ella la que llegaba jadeante, otras veces era él quien se retrasaba algo. Una vez juntos se cogían de la mano y seguían su conversación interrumpida el día anterior.
Inesperadamente, hacia la mitad del otoño, la mujer madura observó que en algunas ocasiones, uno de ellos recorría el camino en solitario. Pero al día siguiente, volvían a encontrarse y entrelazar las manos y acompasar el paso. La conversación era más serie, menos fluida, las sonrisas menos frecuentes, las miradas cómplices se habían tornado inquisitivas, interrogantes.
Llegó el invierno, con su aire húmedo y sus rachas de viento gélido. Durante días consecutivos, solo apareció él en el paseo. Su paso era rápido, decidido; su mirada seria, distante. No había expectativa en su mirada ni el alegre paso despreocupado de una persona llena de planes sin contornos.
Ella no volvió a aparecer. La mujer madura tan solo la vio en algunas ocasiones sueltas en una calle paralela, dirigiéndose hacia el centro urbano por el interior de la ciudad.
Estaba seria, iba a su ocupación. Había perdido el andar ligero y juvenil. Seguía manteniendo la cabeza erguida. Pero su expresión revelaba el paso de la experiencia y desilusión. Era más madura, más precavida, menos espontánea, estaba herida.
"La misma historia de siempre" pensó la mujer.
No, no era eso. Para ellos había sido "su historia". Uno de los eslabones que conformarían su vida. Dejaría huella, crearía antecedentes, aportaría experiencia. Quizás no iba a marcar sus vida de una manera definitiva, pero añadiría un elemento más a su bagaje vital.
No hay una "Historia de siempre".
martes, 9 de junio de 2009
VARIACIONES
Sabía que era inútil volver a abrir la puerta que con un portazo había cerrado tras de sí.
Entrar de nuevo no proporcionaría ninguna vuelta al pasado; la casa ya no era la misma, la desoladora desnudez la hacia impersonal, no quedaba rastro de sus habitantes, se había barrido todo signo de identidad. Era como un rostro sin facciones.
La marcha de los seres queridos trajo la desconcertante ausencia irreparable, los recuerdos ya no podrían tornar a materializarse jamás.
Era la desaparición de las raíces que le habían proporcionado su propia identidad.
Miró al frente y llamó al ascensor. Pulsó el timbre que indicaba planta baja.
Se despidió del portero y le entregó las llaves.
La luz entraba a raudales por la puerta del portal.
Bajó los pocos escalones que le condujeron a la calle.
Salió hacia ella, hacía la esperanza, hacia el futuro, hacia la vida.
Así les hubiera gustado a ellos, los ausentes, que ella actuara.
No volvió la cabeza.
Sabía que ahora era la raíz de un nuevo árbol, el rodrigón que tenía que sostener a los que aún vivían.
viernes, 29 de mayo de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
La primera vez que dejé mi hogar durante una temporada larga fue a los 17 años.
Me habían enviado a Irlanda a perfeccionar el inglés.
Al poco tiempo de llegar cumplí los 18 años.
Recuerdo con ternura y afecto la carta de mi madre; poco expresiva por temperamento y educación, en aquella ocasión se le escapó el corazón y en las líneas finales de su carta de felicitación me decía:
“Te doy un abrazo tan pequeño, y tan fuerte como la primera vez que te vi. después de que naciste".
jueves, 14 de mayo de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
La noche de Navidad era algo muy especial para mí. Comenzaba muy pronto, a media tarde. Mi madre nos embarcaba a mi padre y a mí al cine "Actualidades", que entonces estaba ubicado en la calle Buenos Aires. Todos los programas eran para niños y se daba lo que se llamaba entonces "sesión continua".
Una vez dentro de la sala me desprendía del abrigo, bufanda, gorro y guantes ayudada por mi padre. Nos arrellanábamos en las butacas y durante un par de horas disfrutábamos de las imagines casi siempre cómicas. Cuando llegaba el momento de salir, mi padre me ayudaba a colocarme el abrigo, la bufanda, y los guantes. La colocación del gorro era, sin embargo, una empresa ardua. Las manos de mi padre, ágiles para otras cosas, eran torpes para hacer el lazo de las cintas que lo fijaba debajo de la barbilla. Yo estiraba el cuello y movía la cabeza arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda para cooperar en la operación pero era inútil. Me apenaba la voz de mi padre, preguntándome si estaba cómoda, y para quitarle preocupaciones y no humillarle, afirmaba que estaba muy bien.
Una vez en la calle, empezaba la emoción de la noche oscura. Me agarraba de su mano y subíamos la calle comentando incansablemente sobre las secuencias de la película. Para mi padre debían ser muy aburridos mis comentarios de niña y mis preguntas incesantes pero nunca dio señales de cansancio.
Las luces se reflejaban sobre el suelo mojado, la gente iba deprisa, con los cuellos de las gabardinas subidos y las boinas caladas. De vez en cuando nos encontrábamos con algún conocido y surgía la felicitación de las fiestas.
Nuestro propio aliento nos precedía y yo lo contemplaba admirada.
La llegada a casa era un contraste acogedor: luz, color, calor, mujeres moviéndose frenéticamente del comedor a la cocina, de la cocina al comedor. La voz de mi madre, preguntando con un interés compartido con el menú, si lo habíamos pasado bien, y reclamando la ayuda de mi padre para abrir las botellas y las ostras.
Para entonces ya me había desprendido del abrigo, bufanda, guantes y gorro. Habiendo recobrado la comodidad y libertad me disponía a prestar ayuda en la cocina.
El resto de la familia iba llegando escalonadamente y comenzaba la cena, pero en mi corazón guardaba la vivencia de la tarde de cine con mi padre como algo único e inolvidable.
sábado, 9 de mayo de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
No tenía desarrollado el hábito de pedir perdón. Me costaba mucho hacerlo.
Aún tenía menos claro el significado de arrepentimiento.
Cuando mi padre conseguía que me acercara a mi madre a pedirle perdón por lo que fuera que hubiese hecho mal y una vez que hubiera sido perdonada, mi siguiente paso consistía en preguntar a mi madre:
"¿Ahora lo puedo volver a hacer?"
Para mí perdón y permiso eran términos sinónimos.
viernes, 1 de mayo de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
Debía ser el año 44 o 45. Como todos los días habíamos acudido al Parque a jugar.
Inesperadamente hubo un revoloteo de alarma entre las personas mayores. Se corrió la voz de que un avión alemán sobre volaba Bilbao. Algo amenazante se cernía sobre todos.
Mi hermano tenía meses. Tengo clavado en la memoria lo que pasó por mi mente en esos momentos.
Aún ahora me pregunto que mecanismos pueden hacer que una niña de seis años se plantee semejante problema y solución.
sábado, 18 de abril de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
Está vivo en mi memoria a pesar del paso de los años transcurridos y de la neblina que va difuminando los recuerdos.
Mediados los 40 mi padre había tenido que realizar un viaje a EEUU por razones profesionales. Dada la situación de escasez del país había podido traer algunos objetos que no eran fáciles de conseguir aquí; entre ellas una máquina de escribir.
En una tarde cualquiera de invierno, yo había osado utilizar sin permiso la máquina a la que casi no llegaba, porque estaba encima de lo que denominábamos el despacho de mi padre, consistente en un viejo buró.
Oí el ruido tan familiar de la llave de mi padre abriendo la puerta de la calle. Desde el fondo de la casa escuché a mi hermano correr hacia mi padre y decirle en su voz de niño: "Maribé está usando la máquina de escribir". Me quedé paralizada y asustada porque me sentía culpable de estar haciendo algo que a mi padre no le iba a parecer bien.
Como un bálsamo, la voz de mi padre llegó a mis oídos clara y serena: " Muy bien, hablaré con tu hermana y le explicaré que no debe usarla sin mi permiso, pero tú quedas castigado está tarde, por acusar”.
Así lo hizo, con su voz cálida y ecuánime.
El mundo se puso derecho. Existía la justicia.
No recuerdo que mi hermano y yo volviéramos a acusarnos nunca de algo.
domingo, 5 de abril de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
EL PARQUE. Así, con mayúscula; era nuestro mundo propio y encantado.
La merienda era a media tarde. Cuando presentía que era la hora, solía acudir a la persona que nos cuidaba y cogía parte para continuar jugando y volver después a por el resto.
Aquella tarde me había comida ya el bocadillo y me faltaba el chocolate con las galletas; alegremente me acerqué a "la Seño" - así le llamábamos- y ante mi mudo asombro me dijo sin inmutarse, que mi hermano, el pobre, había tenido "más hambre" y le había dado mis correspondientes galletas y chocolate, dejándome a mí sin nada.
A los seis años y si además se ha nacido secundaria, no se sabe como reaccionar ante la flagrante injusticia. El mundo se me vino abajo.
Sin ser consciente de ello, en mí interior fue creciendo un concepto que luego llegó a materializarse y tomar forma: No deben hacerse diferencia con nadie. Cada persona tiene que sentir que es única y muy querida.
domingo, 29 de marzo de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
Había pedido con toda fe que mi hermano comiera bien. Efectivamente nunca se plantearon con él los problemas que se plantearon conmigo. Aunque el camino para la solución fue algo distinto a lo esperado.
Ante mis asombrados ojos y oídos, el día que mi hermano dijo con toda naturalidad y seguridad que no quería comer carne -"chichi" le llamaba él- mi madre se volvió hacia quién nos servia la mesa y dijo con sin asomo de resignación, ni drama: " que le hagan una tortilla al niño"
Nadie se fijó en mi, pero mis ojos se clavaron en el vacío, el tenedor quedo suspenso entre el plato y mi boca.
Aprendí que en el mundo hay diferencias y que muchas de estas se deben no tanto a la injusticia sino a la habilidad para saber exponer las propias razones con convicción y encanto.
jueves, 19 de marzo de 2009
VARIACIONES
AGRADECIMIENTOS
Esta vez no se trata de ninguna pieza literaria. El sistema de comentarios del blog no resulta fácil para la mayoría de la gente, incluida yo misma. Muchos habéis recurrido a enviármelos a mi correo, porque evidentemente me conocéis. En parte por agradecimiento y en parte por orgullo he decido copiarlos y subirlos al blog. A todos os doy las gracias; me han animado a seguir adelante y desde luego han contribuido a aumentar mi autoestima aunque sé que no son muy objetivos sino que nacen del cariño y la amistad
Estos son algunos de ellos
“Hola, Begoña: acabo de leer "lo que no se olvida" y me ha encantado. Me ha gustado la historia, la tenacidad de la niña, su rebeldía. Y me ha gustado cómo lo has escrito: esas frases cortas, rotundas (y llovió) (y me enfrié) etc... Me identifico con la niña, no con su constipado, pero sí con la alegría que le da la victoria.La victoria sobre los mayores”.
“Begoña: Me parece un acierto lo del Libro Electrónico, el escribir, la réplica... Trasmites unos recuerdos muy agradables que me han trasladado a aquella infancia y maravillosa morada donde vivíamos mis padres, diez hermanos, la abuela -que vivió 101 años con una cabeza y memoria extraordinarias. dos tías..., las mil anécdotas... Tienes una forma de escribir, una narrativa que conectas inmediatamente con el lector. Gracias por tus envíos. Te sigo. Saludos”
“Sinceramente me parece magnífico que tengas estas inquietudes y abras tu corazón y recuerdos hacia los demás.Sencillez narrativa, cercanía y dulzura es lo que he visto en esta primera exposición. Enhorabuena”
“Hola, Begoña, yo no sé nada de blogs pero te escribo para animarte a continuar. He leído lo que has escrito y eres una gran promesa. ¡Ánimo!2
“Begoña: me ha encantado, ¡como narras! Estupendo”
“Y ¿por qué no ir más allá de recuerdos y escribir desde la imaginación?
! Ánimo escritora!”
“Tu biografía cuidadosamente oculta contribuiría a que pudieses disfrazar de recuerdos los sueños más disparatados”.
“Begoña, te agradezco muchísimo que nos hayas enviado la dirección de ese blog que has comenzado y por lo que veo con mucha ilusión por la frecuencia que escribes en él. Desde luego es una buena cosa e incluso sirve de terapia a los que os gusta escribir, poder plasmar todas esas reflexiones que haces y a la vez que te obliga a sacar todo el provecho posible de esas charlas a las que asistes periódicamente. Ideas supongo que podré darte pocas, pues no sabría confeccionarlo y ni siquiera había entrado nunca en el blog de nadie, a pesar de que ya es algo muy común. Decirte sinceramente que me han gustado todos tus artículos en especial el que desarrollas sobre la película de Ciudadano Cane pues pareces toda una especialista. Así que no lo dejes y practica tu afición que yo seguiré tu andadura. Un saludo y hasta el martes."
“Enhorabuena Begoña. Lo has logrado y escribes muy bien¡¡¡¡¡"
“Supongo que has visto mi comentario en tu blog.
¡Qué bien que hayas visto el nuestro! Como ves estamos animadas a hacer algo con aquella idea....
Un abrazo fuerte”
“Querida Begoña:
¡Qué sorpresa conocer esta faceta de tu personalidad...!Deseo que esta aventura te depare muchas buenas experiencias y amistades.
¡Cuenta con la mía! Te leeré asiduamente y- si puedo hacerte alguna aportación- te la haré llegar.
Un abrazo”
“Querida Begoña: He intentado escribirte a través de tu blog pero no lo consigo, cuando venga una de mis hijas le diré que me enseñe. Lo que sí he podido es leer lo que tienes escrito, eres genial me ha encantado, sigue haciéndolo porque de verdad que lo haces estupendamente, yo siempre he pensado que nunca es tarde para casi nada, y me parece tan bonito el que puedas exponer tus pensamientos y tus recuerdos y que nos trasmitas tus vivencias del pasado más lejano o más presente y poder disfrutar leyéndolo. Adelante yo te seguiré leyendo”.
jueves, 12 de marzo de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
En mi niñez, además de ser muy feliz, concurrían dos hechos que la ensombrecían. Una era, como he dicho antes, las riñas, castigos y peleas por mi falta de apetito. La otra, no tener hermanas. Ansiaba tenerla con toda las fuerzas de mi alma.
No sé como surgió en mí la idea de subir todos los sábados a Begoña para pedirle a la Virgen que me enviara una hermana. Lo hacía fielmente acompañada por la famosa Seño. Nos plantábamos al pie de las escaleras de Mallona y subíamos al ritmo que permitían mis cortas piernas: sólo tenía 5 años. No dudé nunca de que en algún momento iba a llegar una hermana.
Uno de esos sábados, después de mi corta oración de petición, que consistía en decir con toda sencillez a la Virgen que me mandara una hermana, me asaltó un pensamiento que me encogió el alma y me paralizó. No le podía ocurrir lo mismo que a mí. Pero no me veía con la fuerza moral para ser yo quién hiciera la petición y volviéndome a la Seño (que tenía un muy buen apetito) le imploré que pidiera a la Amatxu que la nueva hermana comiera bien. No podía soportar la idea de que también ella fuera a pasar por el calvario que yo estaba pasando.
Efectivamente nació una criatura que resultó ser un hermano, pero eso no me importó nada. La emoción me dejó muda. Estaba deseando ir a verlo. Cuando a la mañana siguiente me llevaron a la clínica me encontré con un niño dormido que no demostraba el menor interés por mí. No abría los ojos, no miraba, no decía nada. Me apoyé en el borde de la cama de mi madre y disimuladamente empecé a dar suaves patadas en el suelo con la punta de la bota derecha. Esperaba así despertarle y poder tener algún tipo de comunicación. Creí que nadie iba a notar mi estrategia, pero mi madre la captó al segundo y suavemente me dijo: "no creo que lo despiertes así", mientras me miraba con ojos llenos de risa y cariño. Me sentí descubierta y como desnuda. Oculte como pude mi apuro y desilusión
miércoles, 4 de marzo de 2009
VARIACIONES
Se entretenía sola. No le hacía falta estar siempre en compañía. Desde que fue un ser capaz de recordar y de pensar había creado su propio mundo. Le gustaba estar consigo misma, con sus propios pensamientos, ideas, imaginaciones; también con los personajes de su entorno pero interpretados a través de sus propias formulas mentales. No era vivir otras vidas sino la propia pero compartiéndola imaginativamente, en sus ensueños despiertos, con interlocutores reales pero no presentes.
Era consciente de que ese universo creado por ella no era parte de la verdadera vida; nunca lo confundió con la realidad. Pero le ayudaba a ser más feliz, a contrarrestar la timidez que le hacia parecer insignificante ante los demás, las humillaciones que esto traía consigo, el sentido de fracaso, la incapacidad de compartir su mundo interior; temía las risas de los prosaicos, los realistas, los prepotentes, los faltos de sensibilidad.
Con el paso de los años, ese modo de vivir en soledad se convirtió en un deseo de compartir la propia intimidad, de poder hablar con confianza sin medida, sin temor, de buscar la complementariedad, el gozo de saberse entendida; la identificación.
La encontró. Pero su propia inseguridad le hizo desconfiar de la autenticidad de aquella disposición hacia ella, de aquel sentimiento. Hubiera necesitado la confirmación reiterada de que era así para convencerse de su verdad. Esta actitud hacía que los demás se alejaran porque se sentían rechazados de una manera sutil, por la inexpresividad, la falta de respuesta confiada, la seriedad de alguien que no sabe jugar con sutileza al sí pero no, al no pero sí.
Llegó la madurez y con ella la disposición de lanzarse al vacío del riesgo sin red, de la certeza confirmada por un sentido intimo de haber acertado, de la fe sin pruebas tangibles, materiales, pero con la seguridad de saberse querida, buscada, cuidada, considerada única, objeto de delicadeza, ternura, respeto y pasión.
Un amor que como todo amor auténtico trajo consigo dolor, inquietud, etapas de frialdad, recelo, duda, confirmación, arrepentimiento, sacrificio, búsqueda continua, felicidad compartida;
Era una soledad acompañada por otra existencia compartida, por un amor seguro y fiel, intangible pero real; alguien que no defrauda, que no abandona; que sabe estar en silencio siempre a la escucha, dispuesto a prestar atención, hecho de capacidad de comprensión, de olvido de sí mismo, de deseo de identificación, que retorna sin reproches cuando se le ha abandonado.
No era la soledad de dos en compañía, sino la compañía de dos en soledad buscada, hasta ser solo uno.
Era la plenitud de dos en uno, el ensamblaje perfecto, la complicidad plena, embriagadora, alegría contenida que rebullía en su interior rebosante de paz, de seguridad, de sonrisa permanente.
sábado, 28 de febrero de 2009
LIBRO ELECTRÓNICO

Como en el año anterior, envié a mi hermano estos "RECUERDOS INOLVIDABLES". Tuvo la buena idea de sugerirme el realizar un libro electrónico, en el que él daría la replica a los pequeños artículos escritos por mi, sumando así nuestros recuerdos infantiles.
En la introducción a mi blog comenté iba a presentar trabajos bajo dos títulos principales: "LO QUE NO SE OLVIDA" y VARIACIONES". Ahora añado otro apartado titulado "SOURVENIRS D'ENFANCE" Recuerdos a cuatro manos.
Espero que os guste. Para mi fue un disfrute hacerlo y compartirlo con mi hermano.
miércoles, 18 de febrero de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
No tenía hermanos pero sí imaginación.
Tenía que divertirme yo sola y lo conseguía: en el Colmado de juguete hacía de vendedora y compradora, colocándome detrás del mostrador para dar la bienvenida al cliente; cambiando de posición y situándome delante del mostrador cuando era el turno de la compradora. Cuando me cansé de él, lo traspasé y convertí en Mercería: de cocinera en la cocina de juguete pasaba a comensal. Ponía distintas voces a las muñecas para diferenciar cual de ellas hablaba. A la hora del baño, acarreaba conmigo a la bañera la ropa de las muñecas, la fregaba con fruición para hacer más llevadera esta operación diaria. La consecuencia era que todo iba encogiendo de tal forma que la hacían inservible.
Pero lo que me lleno de desconsuelo fue la perdida de los platos de una vajilla de madera diminuta que amaba apasionadamente. Habían interrumpido mi juego con ella para sacarme a la calle. Obedecí con reticencia, pero en contrapartida insistí en llevar bien apretados en el puño algunos de los platos. Quería tener conmigo lo que tanto quería; no podía separarme de ello como quien no puede separarse de una amiga de la niñez o de un novio en la adolescencia.
Cuando regresé a casa, después del paseo y de ver escaparates, comprobé con gran sobresalto que mi mano estaba vacía: los platitos habían desaparecido. Lloré desconsoladamente, como sólo se puede llorar cuando se es niño, sin inhibiciones, sin disimulos, con hipidos, con desesperación.
Mi madre intentaba consolarme, asegurando que se podían comprar otros iguales, pero yo insistía que no quería otros, quería aquellos. Eran los que yo amaba.
He podido comprobar que a lo largo de la vida surgen situaciones semejantes: no valen las sustituciones, se quiere lo que se poseía, lo que era el objeto de amor. Nada semejante nos consuela, tan sólo es válido el original.
jueves, 12 de febrero de 2009
LO QUE NO SE OLVIDA
No había nacido inapetente, pero después de un tratamiento con sulfamidas por alguna dolencia que no recuerdo, me quede sin apetito. Desde entonces las comidas fueron para mí un calvario.
A esto se unía el que mi madre, ante lo que parecía era un hecho irremediable, no quería que su única hija fuera una niña mimada e insoportable. Sospecho que había decidido que si no podía conseguir que la familia creciera, por lo menos no iba a permitir que yo fuera inaguantable. Estaba absolutamente decidida a no tener una hija consentida.
Las mayores batallas para alcanzar este objetivo se concentraban en las horas de la comida; tenía que comer de todo y no dejar nada en el plato. Lo que no hubiera comido al mediodía me esperaba para la merienda, y si no para la cena y así sucesivamente. Todavía recuerdo con asco los pálidos "morros" que me miraban desde el plato con lo que a mí me parecían pelos saliendo por las fosas nasales.
En algunas ocasiones tenía la suerte de que mi padre estuviera en casa y entonces las cosas eran más llevaderas. Sin desautorizar a mi madre, se sentaba cerca de mí y con paciencia y buen humor iba repartiendo lo sobrante de la comida entre un primo gordito y comilón, él y yo.
viernes, 6 de febrero de 2009
"LO QUE NO SE OLVIDA"
En mi primera entrada anuncié que iba a presentar en este blog una colección de recuerdos de mi infancia titulados "LO QUE NO SE OLVIDA". Se trata de un trabajo que presenté para la asignatura de Literatura de "Las aulas de la Experiencia" de la UPV de Bilbao. Le gustaron a la profesora - Sorkunde Francés - y yo me alegré porque lo que había hecho era recoger por escrito lo que tenía en mi corazón y lo había hecho con sinceridad y simplicidad, de manera directa y llana. Tal como lo recordaba. No había literatura elaborada ni situaciones ficticias.
Sorkunde nos dejó inesperadamente. Yo creo que todos los alumnos nos sentimos sobrecogidos. Era una mujer vital, retadora llena de planes, optimista, con una aparente salud de hierro. Disfrutaba declamando poesía o prosa. Y con su personalísima manera de ser nos miraba a los alumnos durante el tiempo de clase lanzándonos miradas desafiantes para ver si respondíamos a sus pullas y sacaba algo de nosotros. Quiero imaginar que cuando terminó el curso estaba contenta de lo que había logrado hacer de nosotros.
Esto ocurrió en el segundo curso de la Diplomatura. En el tercero, le entregué otro trabajo titulado "RECUERDOS INOLVIDAB LES", otra serie de rememoraciones de mi niñez. Este lo que gustó aún más y me dejó una nota escritA animándome a escribir.
Curiosamente, también a mi hermano le gustó. Me propuso hacer un libro electrónico entre los dos; a cada uno de mis cortos relatos él daría la replica. Todavía no ha salido el libro electrónico, pero cuando esté listo, lo sacaré en este blog, si es que logró aprender a colgarlo.
Me hubiera gustado regalar a Sorkunde un ejemplar en papel pero no he llegado a tiempo. De todas formas ella sabe que le agradezco de corazón su empujón y su ánimo.
Ahora paso al primer capítulo de "LO QUE NO SE OLVIDA"
PEQUEÑOS CONFLICTO
Esta vez se había equivocado.
Hasta entonces, tener razón era algo inalcanzable, un muro inexpugnable. Tuve que rendirme ante la imposibilidad de que aceptara mis opciones.
Pero está vez no.
Y ocurrió de forma incontestable
Al salir de casa, había sugerido llevar un jersey porque presentía - con convicción instintiva, casi física- que iba a llover.
Pero mi madre me contestó que no hacía falta, que eran caprichos míos. Fruto de mi terquedad.
Como siempre, discutí, manteniendo mi opinión, pero fue inútil. Allí fui, a pasar la tarde fuera de casa, con los brazos al aire. Debía de ser primavera avanzada.
Y llovió.
Y me mojé,
Y estornudé
Y me constipé.
Por primera vez, a los seis años, saboreé el triunfo de la victoria.
Mi madre tuvo el acierto de reconocer su error.
Hasta ese momento, mi vida había consistido en constantes fracasos ante la indestructible opinión de los mayores. Parecían tener la exclusiva del conocimiento y de los aciertos.
Por fin, los hechos confirmaban mi intuitivo sentido de la justicia e hice un descubrimiento muy importante: los mayores no siempre tenían razón
sábado, 31 de enero de 2009
PRESENTACIÓN DE MI BLOG
Así que tuve que resignarme a aprender a leer; me aburría porque era un proceso lento y trabajoso. El sistema, teóricamente, era fácil. En la practica, sin embargo, se me hacía muy complicado. Oyendo a la "Seño" parecía que la composición de las palabras fluía sin dificultad. En la realidad, el ejercicio de aprender a leer excedía mi paciencia. El catón acababa estampado contra la pared y yo sentada enfurruñada en mi pequeña silla del cuarto de jugar, negándome a recogerlo del sueño y a reemprender el aprendizaje de la lectura.
Mi afición desmedida por los cuentos y novelas infantiles hizo que superara mi enfado y aprendiera las letras. Desde ese momento el afán de leer se hizo desbordante. No me bastaba el día. Había que aprovechar también la noche.
Antes de trasladarse al comedor para la cena mis padres me deseaban las buenas noches y me dejaban acostada en mi habitación con la luz apagada, la puerta de la habitación abierta y una luz mortecina encendida en el recodo del pasillo para ahuyentar lo que ellos creían eran mis miedos nocturnos. Una vez sola, estiraba mi cuerpo todo lo que podía hasta un puff, al que llegaba la luz del pasillo y leía ávidamente hasta que les oía levantarse de la mesa y venir hacía su habitación, próxima a la mía; entonces guardaba furtivamente el libro entre las sábanas y fingía estar dormida. Así pasaron años. Tragaba los libros.
La edad me ha dado mayor exigencia y menor avidez pero la afición sigue vigente.
En la adolescencia soñé, como tanta gente, con escribir. Hice algún pequeño pinito pero nada importante. Aun recuerdo con pena, por haberlo roto, unas consideraciones que escribí cuando por primera vez me enfrente al paisaje castellano. Tengo una vaga intuición de que ese intento literario tenía algo que merecía la pena. No por su valor descriptivo ni su estilo narrativo sino porque expresaba un sentimiento de soledad inmensa e ilimitada que la meseta producía en mi. En contraste con mi propia tierra, el horizonte tan plano y lejano me producía un extraño desasosiego, el descubrimiento de lo inabarcable, indomable, algo más grande que uno mismo. Me producía un desconocido sentimiento de impotencia.
Más adelante decidí esperar a tener 30 años porque consideraba que para esa edad habría alcanzado el necesario conocimiento de la vida y la madurez adecuada como para poder transmitir algo con experiencia suficiente. Los 30 años me demostraron que no había alcanzado la madurez esperada y decidí retrasarlo hasta alcanzarla.
Ahora no puedo esperar más. Tengo experiencia de la vida, pero poco tiempo frente a mí. Tengo que hacer los sueños realidad, aunque solo sea para mi propia satisfacción, y sentido de la aventura.
Así que he decidido que en este blog, iré colgando una pequeña colección de recuerdos de la niñez, que iré numerando y otras cosas que llamaré VARIACIONES.