LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

jueves, 12 de febrero de 2009

LO QUE NO SE OLVIDA

INAPETENCIA

No había nacido inapetente, pero después de un tratamiento con sulfamidas por alguna dolencia que no recuerdo, me quede sin apetito. Desde entonces las comidas fueron para mí un calvario.
A esto se unía el que mi madre, ante lo que parecía era un hecho irremediable, no quería que su única hija fuera una niña mimada e insoportable. Sospecho que había decidido que si no podía conseguir que la familia creciera, por lo menos no iba a permitir que yo fuera inaguantable. Estaba absolutamente decidida a no tener una hija consentida.

Las mayores batallas para alcanzar este objetivo se concentraban en las horas de la comida; tenía que comer de todo y no dejar nada en el plato. Lo que no hubiera comido al mediodía me esperaba para la merienda, y si no para la cena y así sucesivamente. Todavía recuerdo con asco los pálidos "morros" que me miraban desde el plato con lo que a mí me parecían pelos saliendo por las fosas nasales.
La tenacidad de mi madre combatía en silenciosa lid con mi terquedad invencible. Cuando llegaba la hora de salir a pasear por la tarde, me deslizaba silenciosamente de la silla del comedor hasta que mis cortas piernas tocaban el suelo. A la vuelta me seguía esperando el plato en la mesa. Retrepaba en la silla y me volvía a sentar frente a él, con la boca firmemente cerrada, dispuesta a otra larga batalla para no ceder en mi objetivo.

En algunas ocasiones tenía la suerte de que mi padre estuviera en casa y entonces las cosas eran más llevaderas. Sin desautorizar a mi madre, se sentaba cerca de mí y con paciencia y buen humor iba repartiendo lo sobrante de la comida entre un primo gordito y comilón, él y yo.
Cuando el plato quedaba vacío y limpio, llamaba a mi madre y decía alegremente: "mira, el plato ya está vacío". Mi madre participaba en el juego y daba por terminada la guerra. El agradecimiento a mi padre era inmenso aunque silencioso. Sesenta y cinco años más tarde, aún recuerdo estas batallas con cariño y una sonrisa.

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