LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

lunes, 4 de enero de 2010

VARIACIONES

ASÍ ERA ELLA

Ahora, cuando recogían sus pertenencias, toda la situación se presentaba de golpe. No había querido abandonar el hogar que había compartido con sus hermanos hasta la muerte de estos. Era su bastión, su independencia, su dignidad.
Nadie había podido imaginar como vivía, cómo eran sus diarias vueltas a casa al anochecer. Tres pisos sin ascensor.

Parecía no necesitar nada.
La casa presentaba un desconcertante contraste: el intento de dignidad de las sillas y pequeñas butacas- recientemente renovadas- del cuarto de estar- comedor, su dormitorio, recordatorio de un antiguo bienestar familiar y la acumulación de cosas viejas e inservibles de las que no había sabido o no había querido desprenderse: innumerables medias rotas, maletas llenas de nada, trajes viejos y anticuados, mezclados con papeles sin sentido.
Recuerdos que tan sólo a ella podían recordar algo. Qué se podía esperar de una persona de 93 inconfesados años.

Todos conocían su optimismo basado en la confianza en Dios, su despreocupación del futuro, segura de estar en buenas manos con las personas a las que había cuidado desde niños.
Orgullosa, presumida, leal sin medida. Generosa sin límites. Selectiva. Apasionada hasta la ceguera. Defensora del débil. Radical en sus convicciones. Proclive a grandes simpatías o antipatías; si alguien no le gustaba era tachado sin remedio. Pero si alguien era su favorito discutiría irrazonablemente y sin ceder, en su defensa o exaltación. Corazón de oro y rebeldía innata.

Vivió en un mundo subjetivo, en ocasiones alejado de la realidad. Pero tenía un intuitivo conocimiento afilado de las personas y de las circunstancias. Y un magnífico sentido común. Conformó muchas personalidades.

Así era, así vivió, así murió.

Nadie la ha podido olvidar.

Dejó su huella en todos aquellos que la conocieron.