LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

miércoles, 29 de febrero de 2012

EL LENGUAJE DE LAS PLUMAS


Se deslizó sigilosamente dentro de la habitación donde  había muerto su hermana mayor. 

El dormitorio estaba desnudo de muebles, las paredes pintadas de blanco. Olía a desinfectante. La ventana, abierta de par en par, dejaba entrar  una suave  brisa.

Una  pluma blanca   flotaba  por el espacio, de extremo a extremo del cuarto,  alegre, libre.

 A sus seis años no había sentido nunca antes la tristeza de la ausencia sin retorno. Desconocía  qué era la muerte: la definitiva  quietud, el silencio eterno, la imposibilidad de comunicarse.

Se sentó en el suelo y recorrió con la mirada el espacio que le rodeaba.  Rompió  a llorar. No quedaba nada que pudiera recordarle a su hermana, excepto la pluma blanca desprendida de su almohada, que danzaba  con ondulante belleza.

Corrió hacia  la ventana. Miró al firmamento donde titilaban las estrellas. Quería decirle que le echaba de menos, que volviera, preguntarle por qué se había ido.
 
Los mayores  habían mentido cuando  dijeron que ella le veía desde el cielo. No  podía  distinguir ninguna ventana abierta allá arriba.

La pluma blanca voló acariciando  suavemente su rostro y con una inesperada pirueta se posó sobre sus manos extendidas.

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jueves, 23 de febrero de 2012

MI HOGAR ES MI CASTILLO



BOTES,ACUARELA DE PALOMA ROJAS


La nevada ha sido tan intensa que se han visto obligados  a permanecer en el hotel de alta montaña.  La nieve llega hasta el alféizar de las ventanas del piso bajo e imposibilita  abandonar el edificio.
Los clientes, atrapados, se han resignado a lo inevitable y se han  organizado de la mejor manera posible. Algunos, sentados    alrededor de la chimenea, intercambian  experiencias  de  situaciones similares. Otros escogen una esquina silenciosa y se dedican  a la lectura. Los  que gozan con la música se han apoderado de otro de los salones.  Alguien ha descubierto un viejo juego de ping-pong y  organizan ruidosas  competiciones.  . Se respira   un ambiente de despreocupado bienestar.
Blanca, se ha refugiado en un pequeño cuarto de estar del primer piso. Las  circunstancias inesperadas le brindan  la oportunidad de enfrascarse en la lectura que, como predicción de lo que ha sucedido comienza diciendo: 

“Dos hombres- un hombre mayor y un muchacho joven-, acompañados de un perro, quedan al cuidado de un albergue de alta montaña durante los meses en que éste se mantiene totalmente aislado por la nieve.
Los dos hombres y el animal permanecen hasta la primavera en aquella cárcel de nieve, con la inmensa y  blanca pendiente del Balmhorn como única visión; rodeados de cumbres pálidas y brillantes, encerrados, bloqueados, sepultados bajo la nieve que asciende a su alrededor, que envuelve, abraza, aplasta la casita, que se acumula en el tejado, ciega las ventanas y tapia la puertas.
La vida dentro del albergue, va gradualmente haciéndose más opresiva y la convivencia con el viejo Hans y el perro, más difícil.  La  soledad va haciendo mella en el estado anímico y la mente del joven Ulrich, quién terminará por reaccionar de manera violenta  a la constante conversación del viejo Hans y al  mal olor del perro.”

No avanza mucho en su lectura. La situación  le trae a la mente  recuerdos  nunca   borrado de su memoria.
Lourdes, su  hermana mayo, había muerto inesperadamente.  Una  enfermedad mortal  de corta trayectoria. Y Blanca,  la pequeña de  las  dos hermanas, una criatura alegre de arrolladora simpatía, se había convertido en una niña triste y desamparada. La profunda soledad asomaba a su cara pecosa y redonda, en la que un par de ojos pardos, traslucían  el abismo de dolor silencioso que experimentaba,  sin poder llegar a traducir en palabras lo que  sentía.
La  desaparición de sus padres  había roto algo  en su alma que nunca volvió a componerse. Pero le había quedado Lourdes, a quién confiaba sus penas.  Ahora no tenía nadie a quién contar lo que le ocurría. Alguien que le explicara  qué le sucedía,  qué le esperaba  en el futuro. Alguien a quién abrazar cuando la sensación de vacío,  de no ser,  se apoderaba de ella.
Recuerda  con un sentimiento de paz y  consuelo, el giro que había experimentado  su vida cuando, después del entierro de su hermana,  se quedó a vivir en casa de sus tíos. El tío Pedro, un carácter ecuánime y sereno, inspiraba seguridad. No se perdía en palabrería inútil,era siempre afectuoso  y acogedor. Observaba sin que se notara  y tenía el comentario oportuno para las situaciones difíciles.  La tía Rosa,   alegre, optimista,  con un corazón de oro. Y la pequeña María, su única hija,  sorprendida de tener repentinamente  una hermana mayor, le seguía por toda la casa como un rabo sigue a su perro.
Le gusta revivir aquellas tardes de invierno, cuando el cuarto de estar  se convertía en la sala de juegos en los que participaban los cuatro. Las puertas cerradas, el murmullo de la leña chisporroteando en la  chimenea, los cortinones corridos y todas las luces encendidas. Complejos  negocios  inmobiliarios  con el Monopolio; competiciones de habilidad con los palillos chinos.   
Tardes  interminables y distraídas en las que el dolor se fue   mitigando, no atreviéndose a cruzar la puerta   del comedor; un bunker,  que le aseguraba la existencia de un cariño real, auténtico; nada era fingido ni mecánico.  La querían  y querían curar las heridas que la vida le había infligido.
La cadena de su vida se había roto por varios eslabones pero ahora estas tres personas contribuían  a  rehacerla.
Le gusta  la expresión inglesa de Mi hogar es mi castillo, que tío Pedro repetía con frecuencia.   Ese  hogar ha sido  sus raíces, su puerto seguro, su  fortaleza,   su defensa.   Un refugio compacto e imposible de penetrar para los no invitados  y  que solo se abría al exterior cuando ella así lo deseaba. 
Una leve sonrisa vaga por su rostro: ese era el problema del joven Ulrich, el viejo Hans y el perro: no  conocen lo que es amar y ser amados.

P.D.Este es un trabajo realizado para las clases de Escritura Creativa. Se nos entregaron distintos  párrafos  extraídos de diversas novelas. El ejercicio consistía en utilizar esos párrafos, bien uniéndolos entre si, bien partiendo de alguno de ellos, bien cambiándolos de forma adecuada.
Los párrafos utilizados por mi son los que figuran como el pasaje del libro que Blanca lee, unidos a su vez por alguna añadido de mi parte para que tuvieran sentido.

miércoles, 15 de febrero de 2012

CARTA DE AMOR



Hace poco me presenté a un premio local sobre CARTAS DE AMOR. No lo he ganado, pero he pensado que, aunque con retraso, voy a subirla a mi blog, ya que ayer fue San Valentín, día de los enamorados. Estoy segura de que vosotros sereís más benignos que el jurado.



ACUARELA DE PALOMA ROJAS.  VISTA DESDE ASTONDO. PLENCIA


Querido mío

Te contemplo mientras lees el periódico, sentado frente a mí, como cada mañana. La misma serenidad de siempre. La misma sonrisa amable vagando  por tu rostro. La misma mirada inteligente de hace tantos, tantos años. Conservas  los  mismos gestos mecánicos: acariciarte la cabeza, ahora ya sin cabello, sujetarte las gafas y continuar sumergido en tu lectura, no sin antes haberme dirigido una mirada de serena confianza: estamos  a gusto el uno con el otro; no hacen falta palabras, las almas  están unidas.  Estamos cómodos en silencio cómplice, en  la seguridad de nuestro amor probado, verdadero.

Cuando decidí casarme contigo estaba dispuesta a darme del todo. Y si para eso era necesario sacrificar, mis gustos, mi profesión, mi libertad,  estaba  resuelta a hacerlo.  Cifraba mi felicidad en el cumplimiento generoso de todo aquello que pudiera hacerte feliz.

Erré  en mi concepto  del amor; lo que tú querías era la entrega  de mi corazón, la confianza en la existencia de tu auténtico amor, que no dependía del cumplimiento impecable de  mis deberes. Simplemente  me querías sin condiciones.

El día que me dijiste sin amargura ni reproche pero con meridiana claridad que  yo no sabía querer, me rebelé y me costó aceptarlo. Mi cabeza y mi corazón protestaron: recordaba todos mis sacrificios, la entrega de mis gustos  en aras de los tuyos.Querías  hacerme comprender    que en mí primaba el deber  por encima del amor.

Me enseñaste  a amar. Abriste mis ojos a la realidad de que amar no es solo saber sacrificarse por el otro, sino también  aprender a aceptar con sencillez la realidad de  ser amada, de  ser preferida; aceptar  el  amor que se nos brinda  sin pensar que hay que pagar algo en compensación.

No  sé que voy a hacer sin ti, cuando la enfermedad que te persigue, te dé alcance. Mientras te tenga conmigo, me aferraré a ese  amor genuino y generoso, sin contrapartidas,   que ha sido siempre tu constante. Y el día que ya no te tenga a mi lado, dejaré de vivir, porque mi alma habrá muerto contigo, el hombre que me enseñó a amar.

Cuando volvamos a encontrarnos en el más allá,  sabré decirte todo aquello que he sido incapaz de manifestar.  Ten  la seguridad de que te he querido mucho  más allá de lo que sé expresar con palabras.

Ahora puedo decirte sin pudor que  te quiero con locura, por ti mismo. Y me siento orgullosa de todo lo que me has querido.