LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

jueves, 31 de marzo de 2011

UNA VIDA TRUNCADA


Carraspio. Lekeitio. Vizcaya. Acuarela de Paloma Rojas


Nada, no quedaba nada. Muebles, alfombras, cortinas, cortinajes, lamparas, adornos, libros, vajillas, mantelerías, sabanas, cubertería; todo había desaparecido El pasado no existía, estaba borrado. Cincuenta años de vida habían perdido su identidad. Era difícil de imaginar que hubieran existido. Miró a su alrededor; un silencio denso, expectante le rodeaba. Tan solo una pluma de almohada flotaba en el espacio, llevada de aquí para allá, mecida por la brisa que entraba por las ventanas entreabiertas.

Se deslizó por el pasillo hacia la habitación del fondo. La caja fuerte incrustada en la pared era lo último que quedaba por vaciar. Lo había dejado para el último instante deliberadamente.

Se arrodillo ante ella y comenzó a revisarla. Las únicas evocaciones tangibles que quedaban de los que se habían ido: las cartas de amor de sus padres, los diarios del abuelo, los árboles genealógicos de ambas ramas familiares, viejos testamentos de los antepasados. La historia de la familia, fragmentada a través de los diversos recuerdos. Los pequeños tesoros inocentes guardados con ternura por sus padres: los cromos, regalo de su hermana mayor a su padre, muerta en su niñez, conservados en una vieja y usada cartera, el primer diente de su hermano.

Con mano insegura asió la colección de cartas de sus padres. Comenzó a leer: sabía que se habían querido mucho pero no había imaginado que su amor hubiera sido tan apasionado y profundo. No osó seguir leyendo; estaba profanando algo sagrado que creía no tener derecho a descubrir. Abrió el diario del abuelo y conoció algo de su alma sensible, de su profunda tristeza ante la muerte de su mujer y varios hijos pequeños.

Le desconcertó un sobre con la letra de su madre, dirigido al director de su antiguo trabajo en una empresa suiza. Contenía el borrador de una carta. Leyó con extrañeza y creciente asombro: " ..... grave estado salud de mi marido..... requiere presencia indefinida de mi hija aquí...... no debe saber mi súplica porque no la aceptaría.......Ruego traslado de mi hija a España...." No pudo seguir leyendo. El cambio impuesto por su empresa había causado una fractura irreparable en su existencia. El descubrimiento del motivo le provocó un dolor demasiado agudo, que le impedía llorar.

Lo recogió todo precipitadamente en una gran bolsa. Recorrió las habitaciones bajando las persianas y cerró las ventanas. Todo quedó sumido en la oscuridad. Cerró la puerta con un golpe suave. Llamó al ascensor y entregó las llaves al portero.

Abrió la puerta del coche, tiró la bolsa en el asiento de atrás y puso el motor en marcha. Enfiló el coche hacia el caserío familiar, al borde del acantilado: necesitaba palpar la tierra, sus raíces. Y rompió a llorar amargamente su vida truncada, vacía, la perdida de su único amor que quedó en Suiza con la promesa de regresar en cuanto pudiera solucionar el retorno. Pero él no esperó y a ella ya no le importó quedarse junto a sus ancianos padres, cuidándolos. No había razón para volver.

Recordaba aquella única, cautelosa, e inquieta pregunta de su madre: "Preferías Suiza, aquí no eres feliz ¿verdad?" Y su propia ambigua contestación impersonal: "¿Por qué piensas esos?".

Ahora ya lo sabía. Pero ya era inútil.

martes, 29 de marzo de 2011

UNA VISIÓN PERSONAL DE "ENCONTRARÁS DRAGONES"




Me parece que es un film intenso, con un ritmo que no decae ni se pierde en meandros, sino que se ciñe a los elementos constitutivos de la trama. No hay escenas gratuitas: cada una de ellas tiene un significado y un sentido dentro del total de la historia, que pivota sobre tres personajes centrales; Oriol, el revolucionario convencido, generoso y auténtico; Manolo Torres, mezquino, envidioso y vengativo, que se mete en una espiral de odio y venganza; paralela a estos discurre la vida de Escrivá, fundador del Opus Dei, y único personaje real, de quien se describe el ambiente familiar y primeros años de vida hasta su huida a Andorra durante la guerra civil española. Manolo y Josemaría habían mantenido cierta amistad en su niñez y primera juventud, llegando a coincidir en el Seminario, que Manolo abandona al poco tiempo.


A los tres, los sucesos de esta guerra les influyen de manera distinta y les llevan a tomar posturas opuestas. Oriol y Torres se encuentran en bandos enfrentados. Sin embargo San Josemaría transmite la idea - ilustrada con sus palabras y su propia existencia - de que todos los acontecimientos de la vida, incluso los dramáticos y propicios al odio y la venganza, pueden ser traspasados y trenzados con la caridad hasta ser conducidos al núcleo de un objetivo vital: el amor de Dios, que incluye de forma irremediable el amor a los demás - independientemente de sus creencias, o tendencias políticas - y por lo tanto a la comprensión y al perdón. Porque lo que él ve en los seres humanos es su capacidad de trascendencia, por lo tanto su dignidad y libertad personal. No distingue entre amigos o enemigos, ni buenos ni malos; para él todos son hijos de Dios.


Partiendo del hecho de que Roland Joffé, director y autor del guión y - según su propia declaración- agnóstico indeciso, asombra su capacidad de percepción de la personalidad y sensibilidad de un personaje como Escrivá. Ha analizado hasta sus últimas consecuencias su fe, sus dudas, sus razones para creer, su mensaje de que todo ser humano puede aspirar a la santidad dentro las circunstancias de su propia vida aunque esas circunstancias sean una guerra fratricida particularmente dura y cruel. Y expone también con nitidez que el amor a Dios de San Josemaría no está exento, sin embargo, de la lucha contra sus propias dudas e inseguridades: sus propios dragones.


En mi opinión es una película que necesita ser visita dos veces, para poder apreciar los simbolismos, las metáforas, los muchos detalles intencionados que no se captan en una sola visión, entre otras cosas, porque la acción y el ritmo son tan intensos que, aunque se sea consciente de que hay mensajes en ciertas imágenes o detalles, pueden pasar inadvertidos dentro de la absorción del conjunto. Y son esos pequeños guiños los que hacen a la película absorbente.

lunes, 7 de marzo de 2011

REFLEJOS INVERSOS

Tres Botes. Acuarela de Paloma Rojas


Llevaban ya varios días de travesía y prácticamente todos se habían conocido y compartido comidas, bailes, cine y juegos diversos, incluido un simulacro de salvamento inesperado que había alarmado a los mayores y divertido a los jóvenes.
El barco era de carga y pasaje que en épocas de menor tráfico comercial se dedicaba a realizar cruceros por las cálidas tierras del sur. Los pasajeros tenían acceso a todos los distintos sectores del barco. Las diferencias estribaban en los camarotes, los comedores y salones; pero todo el pasaje disfrutaba de las diversas dependencias con plena libertad.
El sitio más concurrido durante las horas de sol de la mañana y la tarde era la piscina. Estaba emplazada en un espacio
amplio en el centro de la cubierta inferior. A babor, estribor y popa estaban colocadas las tumbonas y sillas. El bar estaba instalado al fondo cerrando el cuadrilátero. Las puertas de acceso eran de cristal y según fuera el tiempo se mantenía cerradas o abiertas, dobladas sobre sí mismas.
Allí concurría toda la gente joven, a tomar el sol, darse un chapuzón y sobretodo entablar amistad y hacer planes para las próximas excursiones a tierra en los distintos puertos de atraque.
María tomaba el sol perezosamente desplomada sobre su hamaca. Escuchaba la conversación que los hombres jóvenes de su alrededor pretendían sostener con una actriz de cine que había hecho su espectacular aparición, cuando ya la escalerilla de embarque se estaba retirando. Había salido con precipitación de un coche que frenó ruidosamente ante la escalerilla acompañada de una hermana menor y varias maletas. Se volvió a bajar la escalerilla y las dos mujeres treparon con rapidez hacia cubierta Era una mujer joven de muy buena figura y gran simpatía, consciente de la atracción que ejercía sobre un público no acostumbrado a frecuentar el trato con actrices de cine.
Aburrida de oír la insulsa cháchara a su alrededor, María se desperezó en su hamaca y poniéndose de pie, miró a su alrededor. Giró sobre sí misma mirando hacia el bar y se quedó sorprendida ante la figura que apareció enmarcada en una de sus puertas: alta, esbelta, elegante, con un traje de baño que no se distinguía bien pero que le realzaba la figura con un estilo muy propio; se mantenía erguida, quieta, observando. Le pareció ver que le miraba y sonreía, aunque no podía reconocer su rostro a contraluz. Sin embargo le resultaba vagamente familiar. Desecho la idea, deduciendo que era alguien de los camarotes de primera que todavía no había hecho su aparición y que iba a estar en franca competencia con la actriz de cine.

Se volvió hacía un lado para comentarlo con Marta pero desistió; estaba demasiado entretenida con Pedro como para interrumpir el incipiente romance que parecía iba viento en popa, muy en armonía con el medio en el que se desarrollaba
A su izquierda estaba Roberto, siempre tan empeñado en estar con la más guapa; pensó que era mejor dejarlo en la ignorancia, porque inmediatamente hubiera entablado diálogo con la desconocida echando mano de cualquier excusa, como solía hacer, y dejarla plantada para volver luego como si nada hubiera pasado.
Volvió la cabeza hacia el bar otra vez. Le intrigaba aquella mujer desconocida, tan reservada y contenida. Comprobó que también la desconocida había estado observando a su alrededor y ahora giraba su cabeza hacia ella.
Con un impulso repentino le saludo con un gesto invitador a que se acercara y la desconocida repitió el gesto simultáneamente.
Entonces cayó en la cuenta: era su propia figura la que se reflejaba en la puerta del bar. Se quedó perpleja ante el descubrimiento: verse a sí misma tal como realmente era, como le veian los demás. Por primera vez había tenido una visión objetiva de sí misma y no se había reconocido. Estaba asombrada: uno mismo observándose a sí mismo sin saber que era el objeto observado. Extraña sensación. Mirarse a uno mismo sin verse.
Se volvió a tumbar en la hamaca, cerro los ojos y sonrió para sí misma. No podía comunicar a nadie que había descubierto que tenía una figura espléndida, un cuerpo flexible y elástico como una caña, un movimiento armonioso, proporciones elegantes y un chic innato. Una experiencia nueva y desconocida para ella.
Roberto le hablaba indagando sobre qué disfraz iba a llevar en la baile de esa noche."De mi misma tal como me ven los demás", respondió ambiguamente.