LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

viernes, 31 de diciembre de 2010

MIS MEJORES DESEOS PARA UN AÑO 2011 A TODA VELA, PLENO DE ESPERANZAS CUMPLIDAS

A vela por la Bahía, acuarela de Paloma Rojas

lunes, 20 de diciembre de 2010

MIS MEJORES DESEOS PARA UNA NAVIDAD LLENA DE FELICIDAD Y UN NUEVO AÑO PLENO DE ESPERANZA





sábado, 11 de diciembre de 2010

VARIACIONES

ANTES Y AHORA


Acuarela de Paloma Rojas." Niños en la playa"

Antes, el diario quehacer le venía dado por las exigencias de la vida.
Antes, el día no era suficiente para todo lo que había que hacer.
Antes, todo el mundo a su alrededor clamaba por su atención: la necesitaban.
Antes, la vida no se concebía sin su presencia, sin su impulso, sin su atención
Antes, la familia no daba pie con bolo en su ausencia.
Antes, nadie acertaba a encontrar las cuentas del teléfono, ni el paraguas, ni el seguro del coche, ni el extracto del banco, ni el bolso de fin de semana.
Antes, era ella quién solucionaba los problemas, daba ideas, consejos, experiencias.
Antes, su vida social era intensa y frecuente: tenía muchos conocidos y pocos verdaderos amigos
Antes, esperaba con interés lo que la vida le iba a traer en el futuro.
Antes, se reía a carcajadas.
Antes, no tenía pasado que recordar: todo era presente
.
Acuarela de Palomas Rojas. "Desde Erandio2.

Ahora, tiene que buscar con afán como llenar cada día.
Ahora, tiene que llamar a la familia cada día para saber algo de sus vidas.
Ahora, tiene que hacerse útil para los demás.
Ahora, se preguntar dónde ha dejado las gafas, para ver el extracto del banco, para enterarse si el seguro del coche ha sido renovado y para saber porque la cuenta del teléfono ha subido tanto.
Ahora, tiene muchas y muy buenas amigas.
Ahora, sus estancias en las ciudades por donde andan dispersos los hijos llenan muchos días de su vida.
Ahora, tiene que escuchar las opiniones ajenas y no molestarse si nadie tiene mucho interés en conocer las suyas propias: cosas de la abuela
Ahora,, tiene un rico pasado que no puede ni quiere olvidar.
Ahora sus nietos le adoran
Ahora, es feliz con la calma, el sosiego, con los recuerdos.
Ahora, sonríe con serenidad incansable.
Ahora, las noticias no le alarman; nada es nuevo, todo ha ocurrido ya antes

domingo, 5 de diciembre de 2010

VARIACIONES

UNA CAÍDA CON SUERTE



Sonó el teléfono interior. Instintivamente supo que eran las primeras horas de la madrugada. "Ha entrado alguien en la casa" pensó con inesperada tranquilidad. Descolgó el auricular y la voz trémula de su nieta llegó apagada:

"Abuela, hay un hombre en la casa".


En un susurro, preguntó: "¿Te encuentras bien?"

"Baja, abuela, ¡corre!"

Se arropó con el salto de calma, salió de su habitación y bajó las escaleras hacia el primer piso del chalet, tan rápido como su artritis le permitía. Por su mente cruzó la idea de que el ladrón pudiera estar armado. Recordó que el armario de herramientas estaba en el descansillo. Cogió un martillo y siguió presurosa hacia la habitación de su nieta.
La encontró acurrucada en la esquina más alejada de la habitación.

"¿Dónde está?" preguntó decidida.


"Ha salido corriendo. Me despertó la luz de una linterna que apuntaba hacia mí; cuando pregunté si eras tú, cerro la puerta con cuidado y no sé dónde ha ido."

La abuela se volvió hacia una de las ventanas que daba al pequeño hall de la primera planta. Estaba abierta. En el suelo se veían las huellas embarradas de unas pisadas. Se asomó por la ventana y comprobó con desmayo que la escalera de mano del jardín estaba apoyada en la ventana. No había rastro del hombre al pie de la escalera. Cerró la ventana con energía.

"Se te ha olvidado cerrar esta ventana, como todas las noches. Ponte la bata y vamos a buscarlo. Coge el palo de hockey y sígueme"

Su nieta le miró asombrada. Pero no dudó en seguir a la abuela. Le daba mucha seguridad; era decida y brava.
Armadas con el martillo y el palo de hockey, recorrieron toda la casa, piso por piso, habitación por habitación, escudriñando en los rincones; detrás de todos los cortinajes, debajo de las butacas y de las camas, en los cuartos de baño, dentro de la ducha, en todos los armarios y huecos que tuvieran una puerta exterior, en la cocina, en la despensa. La nieta se sorprendió a sí misma abriendo el horno y comprobando que estaba vacío. Miró a su abuela, y con un mohín de disculpa, susurro
:


"Nunca se sabe"

"No puedo pensar en ningún otro sitio, lo hemos visto todo, vamos al jardín". La anciana fue a coger las llaves de la casa; el cajón de la mesa de entrada estaba vacío.

"Sígueme", indicó, enérgica, a su nieta.

Tiró de la puerta con fuerza y allá, frente a ellas, se encontraba el ladrón, temeroso y suplicante. Contemplaba las dos enérgicas armas de defensa con temblor incontrolado.

"Aquí, fuera, era el único sitio seguro" balbuceó, mientras les tendía las llaves.

Atónita ante la necedad del individuo, la abuela se dirigió a él con fuerte voz conminándole a entrar. Una vez en el interior de la vivienda, le guió hasta la ventana del pequeño hall:

"Vas a salir por donde has entrado, no por la puerta grande"

"Tengo vértigo" suplicó, "me es fácil subir, pero no puedo bajar".

"Es lo mismo, ¡hazlo!. Y sin gimoteos"


Cayó despatarrado en el suelo. Ambas mujeres corrieron escaleras abajo y salieron de la casa para averiguar que le pasaba. Se había roto una pierna.
"Llama al 112", indicó la anciana a su nieta.

Cuando llegó la ambulancia, comprobaron que efectivamente la pierna estaba rota por varios sitios .Le trasladaron al hospital.
A los pocos días llegó una orden del juzgado requiriendo la presencia de la anciana en comisaria. Se le acusaba de ser la culpable de provocar un accidente, por el que un hombre joven había sufrido graves roturas, heridas y contusiones. Hechos por los que se le pedía una alta indemnización.
Una vez leídos los cargos contra ella, se rió entre dientes, cruzo las piernas, entrelazó los dedos de las manos con serenidad y calma y comentó en voz alta:


"Agradecería mucho que comunicaran al ladrón de mi parte, que la próxima vez que desee visitar mi casa, lo haga por la puerta principal. También le pediría como un favor especial, me indicara con tiempo los objetos que desea llevarse para su uso personal; de esta manera puedo dejarlos debidamente preparados para que los recoja sin demora. Este sistema de transacción de bienes que sugiero me resultará más económico que el intentado por el pobre joven descoyuntado".

jueves, 25 de noviembre de 2010

PERSONAJES DE MI VIDA




EL CURA, LAS ESTRAPERLISTAS Y EL INSPECTOR.



Mi madre había hecho una promesa. Ir a Zaragoza para rezar delante de la Virgen del Pilar. Su promesa involucraba a toda la familia, esto es: a mi padre, Marisa y yo, porque mi hermano no había nacido todavía. Por eso puedo datar la aventura: año 1943. Plena postguerra. Nunca nos dijo la razón de su promesa. Pero lo que sí nos comunicó fue que esta implicaba otros pequeños detalles insignificantes como viajar en segunda y alojarnos en un hotel que casaba con un viaje en ese tipo de vagón.
Viajar en segunda en aquellos tiempos era trasladarse en renqueantes trenes de carbón, de asientos de tiras madera, con vagones corridos que daban a un pasillo lateral por el que circulaban o se estacionaban todos aquellos que no habían conseguido billete de asiento
Recuerdo poco del traslado a Zaragoza. Como siempre, antes de emprender un viaje muy de mañana, mi madre me había insinuado si no quería ir al baño. Los baños de los departamentos de segunda, no eran precisamente de Porcelanosa. Con firmeza había asegurado que no.
No más bien habíamos emprendido el camino a la estación, que, cogida de la mano de mi madre, susurré "quiero ir al baño" y mi madre, decidida y rotunda me espeto: "pues ahora te aguantas", como si yo fuera un grifo de agua que se cerrara a voluntad.
Pero por lo visto mi voluntad pudo sobre mis supuestas necesidades fisiológicas porque no recuerdo ninguna catástrofe definitiva.
Sí recuerdo,, sin embargo mi emoción al asomarme a la ventanilla y observar en las curvas la locomotora de carbon, hasta que un carboncillo entró en mi ojo y reculé asustada pensando que un perdigón juguetón me iba a dejar sin vista.
No retengo nada de la estancia en Zaragoza. Tan solo una nebulosa idea de haber estado en el Pilar, haber rezado con intensidad por la intención de mi madre, después de haber besado la columna de la Virgen. Hay que tener en cuenta que tenía cinco años.
Fue el viaje de retorno lo que no se me ha olvidado.
Nervios otra vez para coger el tren a tiempo. También en segunda, después de una noche pasada en un hotel de similar categoría, con sus correspondientes facilidades o incomodidades, quién sabe. Mi madre hacia las cosas con mucha coherencia.
El tren bullía con el movimiento del ir y venir de la gente. Frente a mi asiento se encontraban un sacerdote mayor- o eso parecía ante mis 5 años-. Muchas mujeres se ajetreaban entrando y saliendo en el vagón, con grandes bultos y bolsas enormes en los brazos, que sin mucho miramiento, con explicaciones ininteligibles, iban colocando debajo de los asientos del resto de los viajeros, antes de tomar asiento a su vez.
Mis cortas piernas se balanceaban alegremente por encima de los bultos. Los adultos mantenían las suyas apuntado rígidas hacia el viajero de enfrente. Yo no había prestado mucha atención a esta incomodidad porque me tenía hechizada el espectáculo que los bostezos del sacerdote que se sentaba frente a mí, me proporcionaba. En cada uno de ellos, los dientes de la mandíbula superior se deslizaban hacia abajo en busca afanosa de sus compañeros de la mandíbula inferior sobre los que se cerraban con un golpe seco, de modo que un agujero oscuro e intrigante hacia su aparición entre el labio superior y la dentadura reunida en la mandíbula inferior. Mis ojos parecían cosidos a aquel espectáculo inusitado. Lo nunca visto. Esperaba con impaciencia y absorta el siguiente bostezo para investigar con curiosidad aquel extraño fenómeno.
Mis investigaciones faciales, fueron interrumpidas repentinamente por la aparición de un inspector, que se dedicó a lanzar una reprimenda a las estraperlistas que abarrotaban el vagón. En medio de su arenga se dirigió al sacerdote para requerir de forma servil y untuosa su apoyo moral y la condena de estos hechos tan fraudulentos. Al verse requerido a dar una opinión condenatoria, el sacerdote respondió con una sonrisa(esta vez repleta de dientes) y una pregunta: "¿podría usted jurar, que en su caso, no haría usted lo mismo?". La pregunta me pareció tan interesante que me rebullí en mi asiento y por un momento interrumpí mis investigaciones faciales y trasladé mi intensa mirada interrogante a la autoridad responsable del orden público. Inexplicablemente este cerró la puerta corredera del compartimento y nunca volvió a aparecer. Me quedé perpleja. Era una pregunta sencilla pero por lo visto la contestación no lo era tanto.
No sabría explicar por qué pero por alguna razón que se me escapaba, yo estaba de parte del sacerdote
Continúe con mis investigaciones odontológicas con un nuevo interés y simpatía. Y hasta la oscura caverna inexplorada me resultó simpática.

sábado, 20 de noviembre de 2010

PERSONAJES DE MI VIDA


No diré su nombre porque sé con certeza que le disgustaría.

Durante varios años vivimos en la misma ciudad y compartíamos el mismo trabajo. Como yo, era extranjera en una nación europea. La diferencia estribaba en que para mi el país era un lugar lleno de recuerdos maravillosos y para ella era el Estado que había maltratado a su familia, aunque entonces yo lo ignoraba.

Ambas estábamos involucradas en un mismo objetivo : una empresa de solidaridad y paz entre las gentes.

Pero lo que yo no supe hasta después de muchos años fue que sus padres habían sido víctimas políticas del país en que residíamos. Nunca lo dijo, ni lo demostró con sus palabras o sus hechos: nunca un gesto de desagrado o disgusto o una solapada acusación.
Cuando en ocasiones yo me quejaba en voz alta de los defectos y errores de los nativos, ella me respondía y subrayaba que nuestro trabajo era precisamente ayudar a esa gente a superar sus deficiencias y volver a adquirir los valores que habían perdido en el transcurso de la Historia .

Con el tiempo ambas regresamos a nuestras respectivas tierras. Y cada una nos dedicamos a distintas actividades.

Fue entonces cuando accidentalmente me enteré de la realidad. La admiré más que nunca, por su silencio, por su trabajo esforzado y callado, POR SU CAPACIDAD DE PERDONAR Y OLVIDAR.
Nunca dijo algo que pudiera traslucir sus sufrimientos pasados. Sino que por lo contrario, supuso una gran ayuda y trabajó afanosamente en la empresa que nos habíamos propuesto.

Sé que a su regreso a su tierra , ha realizado una labor eficaz y positiva: ha contribuido a su engrandecimiento. Pero sigue guardando la misma actitud hacia el país que hizo sufrir al suyo.

NUNCA GUARDO RENCOR EN SU CORAZÓN

domingo, 7 de noviembre de 2010

PERSONAJES DE MI VIDA

JUTTA




La noticia me ha sobrecogido.

Me he encontrado con ella en contadas ocasiones. Nunca en eventos profesionales, sino en sencillas reuniones sociales. Sin embargo su gran modestia, me tocó el corazón. Mujer de poderosa inteligencia, tenía el talento de la sencillez. Dotada con el don de ponerse a la altura de los que sabían menos, sus palabras nunca evidenciaban la posible ignorancia de sus interlocutores. Poseía la característica de los grandes, saber hacer asequible lo que es difícil de alcanzar, actitud que presupone una gran humildad. Porque ella no se sentía superior a los demás.

Tengo entre manos uno de sus libros "Libertad vivida con la fuerza de la fe". Y precisamente esta mañana me he encontrado con estas palabras:
"La opción por Dios significa una opción por el hombre. Sólo si Dios existe, tiene sentido la vida humana. Sólo entonces el hombre no es un ser perdido en un cosmos insensible a sus preguntas y necesidades; y el mundo no se halla regido por leyes abstractas, ni por el ciego azar ni tampoco por un destino anónimo. La fe en Dios nos da seguridad y permite- incluso exige- que nos aceptemos incondicionalmente a nosotros mismos y a todos los hombres, porque somos aceptados también incondicionalmente. Todo lo creado está marcado por la bondad divina. Dios lo ha llamado al ser, ha querido que exista, y lo sigue queriendo para siempre". (Libertad vivida con la fuerza de la fe, pag. 42 )

No soy propensa al llanto, pero las lágrimas me han quemado los ojos cuando me he enterado. Es imposible entender a Dios; ¿ por que se lleva tan pronto a quienes pueden hacer tanto por Él y por la Iglesia?.

Quizás para que caigamos en la cuenta que quién hace las cosas es Él. Nosotros los hombres sólo tenemos que ser sus testigos fieles.

viernes, 5 de noviembre de 2010

VARIACIONES

VIAJE LONDRES BILBAO


Antiguo aeropuerto de Sondica

Ocurrió hace muchos años, ahora no podría suceder. La vida ha cambiado mucho y los vuelos baratos son moneda corriente, algo que Internet ha promocionado, facilitando la vida de los usuarios y reduciendo los costes en cantidades apreciables.
Se había enterado de la existencia de una compañía privada muy desconocida, que volaba de Londres a Bilbao, por un precio mucho más ajustado que los de las líneas oficiales reconocidas. Decidió probar suerte en uno de sus escasos viajes entre Londres y Bilbao.
Una de sus amigas lo había hecho con anterioridad y la información recibida era satisfactoria. Le advirtió que aunque no ofrecía todas las comodidades de las líneas regulares, funcionaba muy bien.
Una cosa había que tener en cuenta: por no ser una línea oficial, no era anunciada por los altavoces, aunque aparecía en los paneles de salida. Pero eso sí, había que prestar mucha atención para no perder el vuelo.
Los trámites de embarque y consignación de equipaje fueron ejecutados de manera fría, impersonal y eficaz por los empleados del inmenso Heathrow. Arrugaron la nariz cuando leyeron la compañía de vuelo y le pidieron en un inglés frío y académico, que deletreara su nombre y apellido, así como el nombre de la compañía en la que volaba, sus señas de referencia en Inglaterra, y algún otro detalle.
Una vez pasado el control estuvo tensa y atenta al panel de vuelos. En la larga lista de salidas, nunca aparecía el suyo. La hora de embarque se acercaba; aparecían otras compañías reconocidas con horarios similares al suyo pero este no parecía existir.
Inesperadamente apareció su compañía. Se apresuro a acudir al puesto de entrada. Era una extranjera con un contrato de trabajo doméstico en el país: todo eran preguntas, exigencia de detalles; la atención era burocrática, heladora: una trabajadora más que marchaba unos días de vacaciones con fecha de retorno. Absoluta indiferencia en el trato.
Dos horas y pico más tarde aterrizaba en el Aeropuerto de su ciudad de origen. La familia le estaba esperando agitando alegremente los brazos para que los distinguiera al bajar el avión. Cosa nada difícil dadas las dimensiones del aeropuerto y el entusiasmo del recibimiento.
Vino después la rutina de la revisión de pasaportes: Le sorprendió que el empleado encargado de este menester, escrutinara reiteradamente la fotografía y su rostro, la observara una y otra vez, para consultar luego con todo cuidado los datos de su pasaporte. Perplejo y disconforme, se rascaba la cabeza.
Ella esperó con paciencia a todo este examen y cuando estaba a punto de preguntar: "¿ocurre algo?" el empleado carraspeo y con una voz mitad amistosa y mitad tímida preguntó "¿no será usted de los Yurretaonaindia Larrinogoitia de Apatamonasterio?" Ante la sorpresa de tal pregunta se apresuro a responder con una sonrisa abierta que no lo era, que era de Bilbao. Disculpándose, el empleado comentó:"perdone usted, pero como son los mismos apellidos y son conocidos míos he pensado que quizás era usted pariente"
Se sintió en casa. No era un número ni un pasaporte. Era acogida como alguien del clan, con un trato personal respetuoso y afectuoso.

miércoles, 20 de octubre de 2010

PERSONAJES DE MI VIDA

TATA


Era hija de unos caseros, un matrimonio que cuidaba y trabajaba algunas tierras que mi padre había heredado. Gente fiel, trabajadora, leal: Miguel y Eustaquia. Pequeño y con bigote él, Delgada y espigada ella. Tenían dos hijas: Tata vino a trabajar a casa de mis padres cuando tenía 16 años. La idea era que fuera haciéndose a la vida en la ciudad y al trabajo de una niñera, para que en un próximo futuro se encargara de mí, que todavía no había nacido.

No había conocido otra cosa que el caserío y el trabajo de la huerta. Vida dura y de pocos lujos, aunque nunca le había faltado nada y la familia tuviera un buen vivir. Criatura alegre, de risa fácil y excelente carácter; siempre sonriente.

Obnubilada por los caprichos que una casa de ciudad podía ofrecer, solía buscar en los armarios de la cocina, para saborearlos, los alimentos que a ella le llamaban la atención, cosas como chocolate, galletas, o cualquier otro de los pequeños y muy escasos lujos que la ciudad podía ofrecer, durante la postguerra. Cuando pudo comprobar que nada le estaba vedado, contaba, entre carcajadas, y con su defectuoso castellano, llena de giros de euskera: "venir, y rapa, coger" que se convirtió en una frase paradigmática en la familia. Acostumbrada a los horarios del campo Al anochecer le vencía el sueño y se quedaba dormida apoyada en la mesa de la cocina. Era una criatura encantadora. Mi madre la describía como una innata alma fina.
En contraste, yo era una perfecta pesadilla; no solamente dormía mal, sino que lloraba durante toda la noche y cogía rabietas que duraban horas y horas. Mis pobres padres estaban ya agotados. Mi madre en un arranque de coraje, en una de esas noches insoportables, me sacó de la cuna y me sentó en el suelo, junto a la puerta de su cuarto, pero fuera de la habitación, abandonada a mi propia rabieta. Al día siguiente le habló a Tata: "de ahora en adelante, la niña dormirá contigo. Apenas dormirás durante la noche, pero cuando llegue la mañana, no te levantes, duerme todo lo que necesites. No te preocupe la hora. Es insoportable y va a acabar con todos nosotros."
Algo debió de hacer Tata, porque tengo un vívido recuerdo de escenas de otra índole: despertarme en la oscuridad de mi habitación y empezar a gritar con voz suave primero pero en un creciente crecendo según pasaba el tiempo: "no quiero dormir más. No quiero dormir más. No quiero dormir más. No quiero dormir más" hasta estallar en un imperioso y desesperado No quiero dormir más, al que Tata no podía resistirse y aparecía en el umbral de la puerta y con voz suave y cariñosa me decía (para entonces hablaba un perfecto castellano con giros en euskera): "que tal lastana, ya has dormido bastante? Vamos a levantarnos, pues" Ella llevaba ya horas de pié.
Pero llegó un nefasto día en que me enteré que se iba de nuestra casa. Regresaba a casa de sus padres, para preparar todo lo relacionado con su próxima boda con Pedro, su novio, de quién yo ignoraba toda existencia. Pedro era la perfecta replica para Tata: buen carácter, honrado, de sonrisa fácil, y ojos claros y limpios.

Al poco tiempo llegó la fecha de la boda a la que asistí junto a mis padres que actuaban de padrinos. Observaba todo desde un banco al fondo de la iglesia del pueblo, junto a la que había reemplazado a Tata en mi cuidado. Inesperadamente me asaltó un pensamiento sobrecogedor: no había oído hablar sobre lo que Pedro había estudiado, ni cual era su trabajo. Estaba acostumbrada a las conversaciones de los mayores sobre parientes o amigos que se casaban después de que el novio hubiera terminado la carrera, y tuviera un trabajo fijo y bien remunerado. Y en mi inocencia y mi cariño por Tata, me sentí sobrecogida por el posible desamparo en que se pudiera encontrar.

Pregunté quedamente pero con autentica inquietud en la voz y en la mirada "¿qué ha estudiado Pedro?". Su voz, llena de risa, me tranquilizó. "No te preocupes, Pedro conduce trenes, y lo hace muy bien." Respiré tranquila. Tata iba a ser feliz.

Y en efecto, lo fue. No le faltaron sinsabores y penas, como la muerte de su primer hijo de un cáncer de huesos cuando contaba muy pocos años, pero nunca le faltó el amor de su marido y de todos nosotros, además de nuestro agradecimiento y admiración.

martes, 12 de octubre de 2010

VARIEDADES


¿DE DONDE VENGO?




Hay algo en la música de esta mi tierra vasca que me produce un sollozo en el alma. Siempre que la oigo me emociona. Toca mi más profunda fibra sensible. Me da un pellizco en el corazón: es el patetismo que mora allá, en el fondo de la melodía.
No es, como a veces se piensa, el resultado de una gente genéticamente sentimental, pero corta en palabras. Hay algo más.

La respuesta la encontré hace años, cuando cansada de recorrer la sala dedicada a las distintas razas del mundo, en el Museo de "Ciencias Naturales" de Londres, me apoyé en el quicio de una de las puertas que daba acceso a otra de las salas, esperando que mis amigos dieran por terminado su repaso de las distintas entidades humanas. Miré a mi izquierda y me sobresalte, porque me tope con lo que tomé por una fotografía de mi padre: nariz larga, saliendo en busca de una barbilla que se proyectaba hacia arriba acudiendo en su búsqueda.
Giré sobre mi misma y la miré de frente. Leí "Raza Vasca" y debajo en letra pequeña explicaban algo así como "raza de origen desconocido, probablemente original de Mesopotamia, que se había dispersado en dos direcciones opuestas: unos hacia el norte de África y otros hacia Europa, llegando a asentarse en el norte de España". No he vuelto al Museo desde entonces pero cuando vuelva a Londres la próxima vez, visitaré el Museo para corroborar mi recuerdo.
Me ha venido a la memoria una anécdota que mi padre solía contarnos, con una sonrisa en los ojos, sobre sus años de estudiante en Durham University, en Inglaterra. En una ocasión, se le acercó un individuo en el tranvía y le comenzó a hablar en una lengua indescifrable. Mi padre le explico en inglés que no podía entenderlo. Y el buen hombre se disculpó embarazosamente: "Perdón, creí que era usted judío." Era yiddish.

Me pregunto a veces: ¿descenderé de Abram de Ur, que se desplazó a la tierra prometida? Ese Ur, ¿tendrá que ver algo con mi apellido (su traducción, más o menos libre es "el que viene de lejos") y con la añoranza que impregna las canciones de mi tierra? ?.¿Será ese origen lejano e inasequible el que echamos en falta los habitantes de este rincón del mundo? Como la llamada imperativa del origen desconocido: la nostalgia por la tierra perdida, el melancólico sentimiento de algo intangible, lejano, inexplicable pero cierto.

El dolor por la amada tierra perdida, por los montes nunca vistos, por las desconocidas raíces que nunca veremos. Por no saber de donde somos ni a donde vamos.
Pero sí donde estamos.

sábado, 2 de octubre de 2010

PERSONAJES DE MI VIDA


DOÑA ADELA


Era maestra. Durante muchos años - ahora me parecen una eternidad - fue de casa en casa impartiendo clases a todas aquellas niñas que no acudíamos a ningún colegio. Algo que ahora resulta anacrónico y asombroso.

Eran clases de cultural general. Lo sorprendente es que aprendíamos y mucho. Mucho de general y algo de cultura.
La cuestión es que cuando me incorporé a un internado, no me sentí en desventaja con las que llevaban muchos años como alumnas y se suponía que llenas de experiencia. También es cierto, que en aquella época, no en todos los colegios se cursaba el Bachillerato, sino la famosa Cultural General. Y este era el caso del colegio al que asistí.
Pero volviendo a Doña Adela. Arrastraba su muy avanzada edad de casa en casa, durante todo el día. Vestía de negro. Se cubría la cabeza con un velo. Tenía dientes postizos, y mis ojos no se podían apartar de ellos. Su bolso era un pozo sin fondo de lápices y gomas de borrar. Llegaba siempre puntual, nos sentábamos ante la mesa y empezaba la lección. Primero, revisión de los deberes del día anterior. Después, explicación de la asignatura que tocará. En la tercera fase, se explicaban los deberes del próximo día.
Llegó un momento, en que aunque siempre aplicada, me deje involucrar sin medida por uno de mis juegos preferidos: pintar o colorear trajes para las muñecas de papel, creadas por una de mis amigas. Familias enteras a las que tenía que proveer de ropa. Familias de vida ajetreada y muy involucradas en eventos sociales, con lo que mi destreza en copiar o inventar nuevos modelos y ajustarlos a las correspondientes muñecas creció progresivamente.
Pasaba tardes enteras jugando con ellas, en casa de otra amiga del alma. Horas dedicadas a trenzar historias improvisadas con los distintos personajes de papel.
En un largo pasillo de su casa, extendíamos páginas recortadas de revistas de decoración, con las que construíamos los hogares de las dos familias: la de mi amiga y el mío. Nos arrastrábamos rápidas sobre nuestras rodillas de una habitación a otra, para hacer el papel de quién fuera él o la que interviniera en película casera sin guión previo, lleno de imaginación, que cada tarde nos inventábamos. Cada uno de los personajes tenía su propia voz, con lo que acabamos creando un amplio elenco de voces distintas.
Este ejercicio- la confección de los trajes y el rodaje sin cámara de cada secuencia- me llevaba tanto tiempo, que cuando cada mañana me presentaba ante Dña. Adela para darle cuenta de mis deberes del día anterior, con voz compungida explicaba que no había entendido el problema de matemáticas o no me había entrado en la cabeza la guerra de los Treinta años. ¡"Pero si te las doy mascadas"! se asombraba Dña. Adela. Y yo me quedaba fascinada contemplando sus dientes postizos que - según ella - eran capaces de desgarrar tales conocimientos.

Pero no cedí ni un ápice y continué improvisando historias y mezclando colores con mis acuarelas para conseguir un nuevo y variado color para cada traje de baile, calle, invierno, verano otoño y primavera de mi gran familia.
Tenía la suerte de que el jardinero y la cocinera iban siempre vestidos iguales, de lo contrario la geometría y la geografía se hubieran ido a piqué de la misma forma que se fueron la Historia y las Matemáticas.

Ocasionalmente descubro personas que también fueron alumnas de Doña Adela. Todas la recordamos con cariño y añoranza. Estoy descubriendo que media ciudad ha mantenido un cierto nivel cultural precisamente a través de aquella incansable mujer que tenazmente acudía a nuestras casas, con sus zapatos viejos y dados de si, sus trajes negros y mantilla sempiterna y que sin desfallecer se propuso educar hasta donde ella era capaz, y lo era mucho, a un puñado de niñas de la burguesía local. Sin embargo era tan discreta que, a menos que hubiera amistad entre sus alumnas, nunca hablaba de ellas a las otras alumnas.
Murió hace muchos años. Yo estaba ausente de la ciudad y me enteré de su muerte años después.
Casi setenta años más tarde la recuerdo con mucho cariño y admiración. Por su pobreza vergonzosa y digna, Por sus conocimientos impartidos sin desánimo, por su paciencia, sabiduría y conocimiento de la niñez.

lunes, 23 de agosto de 2010

VARIACIONES

CERTERA SINCERIDAD REVELADORA



" Te veía venir de lejos y me preguntaba ¿quién será esa señora tan elegante?. Fíjate, siempre he pensado que has sabido sacarte mucho partido"

"¡Cuánto te pareces a tu madre! Pero tu madre era guapa"

" ¿También tu hermano es inteligente?

"Tu hermano es verdaderamente encantador. Tenéis un carácter muy distinto"

" Si no fueras tan tímida, te llevarías a la gente de calle"

" Tu padre y tú os parecéis mucho pero él tiene unos ojos muy expresivos"

lunes, 16 de agosto de 2010

MANCHESTER

DAÑOS COLATERALES.

Estaba enfrascada en la conferencia a la que asistía sobre Ecumenismo. Inesperadamente la mirada del conferenciante se quedó perdida entre los arbustos que se veían a través de las ventanas que daban al jardín. "Perdón por la interrupción, pero creo que estoy viendo un lobo, o zorro, en el jardín."

Los asistentes nos quedamos desconcertados ante tal aseveración y no sabíamos si interpretarla esto como una imagen de lo que estaba explicando, si había perdido el hilo de su exposición, o nos tomaba el pelo. Desconcertados, los que tenían acceso a las ventanas se agolparon sobre ellas. Los demás podíamos conocer lo que estaba ocurriendo a través de sus incrédulas exclamaciones: "¡No es perro, ni lobo, sino !zorros!", "Aquí, en el jardín, ¿cómo es posible?", "Parecen desconcertados" " Son cachorros inexpertos"

Efectivamente, eran zorros jóvenes. A la aparición del primer intrépido pionero, se añadió la de un segundo zorro juguetón y más tarde la de un tercero, decidido colonizador.
Esto no era todo sino que además los zorros se hallaban rodeados de pájaros retadores que tanteaban su capacidad de conquista. En realidad no se sabia bien quien jugaba con quien, o quien esta más sorprendido, si los jóvenes zorros o los audaces pájaros. Estos rodeaban a los zorros a saltitos menudos e interpretaban una danza sincopada burlesca que mantenía desconcertados a los tres inexpertos cazadores; probablemente estos sabían mucho más de movimientos rápidos y certeros contra sus víctimas que las aves, pero que nunca antes habían sufrido el ataque desorganizado de cuatro voladores que se volatilizaban cuando ellos iban a echarles la zarpa.

Había algo de tierno y cómico a la vez en aquel ballet improvisado.

No tenía mi cámara a mano y no me parecía respetuoso ausentarme del aula para buscarla. Me hubiera gustado coger la escena en vídeo porque el ritmo de la danza ritual llamaba la atención y era digno de verse. Ahora lo lamento mucho porque era un espectáculo único en su especie. Me he tenido que conformar con estas cuatro fotos que incluyo, que otra asistente más espabilada que yo, tenía a mano.



Durante el almuerzo alguien comentó que últimamente, con cierta frecuencia, los zorros hacían su aparición en áreas urbanas. Estas visitas habían comenzado después de la aprobación de la ley que prohibe la caza del zorro en Gran Bretaña. De hecho, recientemente, había aparecido una alarmante noticia en los periódicos relatando el ataque de un zorro a un bebé durmiendo en su cuna en el jardín de su casa.
El suceso me hizo pensar en los DAÑOS COLATERALES. Esos que suelen ocurrir por azar, pero que son consecuencia de determinaciones tomadas, en algunos casos por no haber calibrado a fondo los efectos que esas decisiones proyectan sobre otros elementos en juego. Es cierto que el hombre es limitado y no puede preveerlo todo, como resultado inevitable de esa limitación. Hay situaciones en las que es necesario tomar una decisión que no pude dilatarse sin causar un gran mal; se corre el riesgo de equivocarse pero retrasarla causaría un mal mayor. Por ejemplo, la acción de un bombero que en un momento determinado de su trabajo tiene que tomar decisión sobre su actuación.

Pero también es cierto que hay que estudiar a fondo, hasta donde cada ser humano es capaz, las consecuencias que ciertas determinaciones suponen para los demás, para la naturaleza, para la sociedad. Y eso requiere esfuerzo, responsabilidad, estudio, respeto y amor por los demás, bien en términos de personas singulares o de una generalidad de personas.
A veces actuamos ligeramente, frívolamente sin tener en cuenta que nuestras acciones, decisiones, comentarios superfluos o ciertas determinaciones van a afectar a alguien, pudiendo causar dolor, incomodidad, dificultad, problemas irremediables a otros que no son culpables de nada. Habría que estudiar a fondo si las decisiones que se toman para conseguir el objetivo propuesto están equilibradas con los daños colaterales que van a causar, algunos evitables, si se hace el esfuerzo de meterse en el pellejo ajeno.
Tomar determinaciones que afecte a algunos, y que supone un bien para la mayoría, es comprensible, pero siempre cabe buscar ese mismo fin con el menor daño posible. Y teniendo también previstos los remedios adecuados a ese daño que se prevé va a causar, para que el dolor provocado no sea desproporcionado al bien conseguido.

Para empezar habría que analizar con honradez si la decisión que se propone es necesaria y no consecuencia de la ambición, la búsqueda del poder o el éxito personal a cualquier precio.

viernes, 13 de agosto de 2010

VARIACIONES

YA NO VOLVERÉ A OÍR LA LLAVE DE LA PUERTA

Ya no volveré a oír la llave de la puerta de la calle, cuando llegaba todos los mediodías puntual, como siempre.
Ni escucharé el silencio lleno de los pequeños sonidos familiares cuando colgaba su gabardina y sombrero en el perchero y metía el paraguas en el paragüero, antes de avanzar hacia el fondo de la casa.
Ni puedo esperar percibir otra vez sus pasos pausados, seguros, acercándose hacía el cuarto de estar.
Ni oiré su voz siempre amable y acogedora saludando desde el pasillo mientras se acercaba donde yo estaba y preguntaba con su eterna sonrisa en la voz: "¿qué tal estás, como te ha ido la mañana?"
Desde su butaca, cogía el periódico para echarle un vistazo más completo que el de la mañana, antes de salir para el trabajo.
Seguiré echando de menos su mirada cariñosa y comprensiva mientras pasaba las hojas, compartía alguna noticia y hacia algún comentario, - "Han subido las Santander, hay ampliaciones, mira lo que dice el presidente de gobierno"- siempre dispuesto a escuchar lo que yo le quisiera contar. No le importaba que le interrumpiera; todo lo contrario, le gustaba.
Ya nunca veré sus ojos grandes, tranquilos e inteligentes que miraban con expectación e ilusión, alentando a que le comunicara algo. Para él todo era interesante, aunque fuera una nimiedad.
Ahora nadie abre la puerta, no se oye ninguna llave, el abrigo, el sombrero y el paraguas están inmóviles en sus respectivos lugares. El silencio recorre el pasillo sin meter ningún ruido. Levantó los ojos y no existen otros que respondan a mi mirada. Se han cerrado, se han ido.
Pero queda su recuerdo imborrable. El recuerdo de un hombre excepcional, que paso la vida sin meter ruido, pero dejando detrás de sí una estela de amor, cariño y admiración.
Y silencios. Escuchaba en silencio, siempre atento, dejando que los demás se expresaran y se sintieran comprendidos. Sus respuestas en forma de sugerencias eran discretas, inteligentes, nunca impositivas, aunque muy claras en su exposición.
Hablaba desde su corazón con aquellos que sabía iban a entender quien era y como era. Con todos los demás era muy bien educado amable y cariñoso, pero no se engañaba respecto a su amor hacia él.
Hombre de profundos amores imperecederos.
Los de verdad, los auténticos.

lunes, 2 de agosto de 2010

MISCELANEAS



MANCHESTER REVISITED



Hacia cuarenta años que no había vuelto a Manchester, ciudad en la que pasé seís meses cuando era joven y llena de energía y vitalidad. Trabajaba intensamente y no tenía mucho tiempo para acercarme al centro.
Asombrada, he vuelto a patear la ciudad, sin reconocer ningún edificio, ni paseo, ni tienda, ni autobús - y entonces cogía muchos; una ciudad nueva para mi, un nuevo descubrimiento. Me acercaron a la casa donde había vivido, en el distrito de West Didsbury y ante mi perplejidad, no fui capaz de señalar el lugar donde había vivido. Es la primera vez que me ocurría algo semejante.
Esta vez, con más tiempo, he recorrido la ciudad a fondo, he visitado museos - desconocía que hubiera tantos y tan variados - he admirado la reconversión de los viejos puertos en zonas de grandes espacios dedicados a la cultura, a las artes; he recorrido las vías principales, he visto espontáneos perfomances callejeros.
También ha habido escapadas a las ciudades medievales de Chester y York. Muchas cosas que si veo oportuno iré subiendo a este blog.
Pero como aperitivo a todo ello, en mi primera noche en la ciudad, eche a correr al Hyundi Fan Park en el Events Arena, para ver en pantalla gigante el partido de España contra Holanda de la Copa del Mundo. El ambiente era increíble. Emocionada, escuché los gritos de aliento de los británicos en pro del equipo español. El conocido amor de los ingleses al fair-play volvió a demostrarse, aunque en honor de la verdad, desde un principio eran evidente mente favorables al equipo de español.
Al final del partido, los nervios se desataron y todo eran enhorabuenas y gritos de júbilo- en diversas lenguas: indio, filipino, inglés, español, y otras indescifrables idiomas. Volví a casa reconfortada por el triunfo y con el corazón alegre.

ASPECTO QUE OFRECÍA EL ARENA PARK ANTES DE COMENZAR EL PARTIDO
OTRO MOMENTO ANTERIOR AL COMIENZO

VA OSCURECIENDO Y EL PARTIDO NO SE DEFINE. NERVIOS.

SEGUIMOS EN TENSIÓN. LA ALEGRÍA DE LA VICTORIA NOS HIZO OLVIDAR LA MÁQUINA DE FOTOS.

domingo, 4 de julio de 2010

MISCELANEAS

UNA TEMPORADITA EN MANCHESTER


Como he comentado en mi otro blog http://xvxiv.blospot.com, me voy a pasar unos días en Manchester, ciudad que me trae muy buenos recuerdos de mi estancia allá, hace la friolera de 44 años.
Tanto la ciudad como yo debemos estar bastante cambiadas: Manchester ha mejorado mucho según tengo entendido y ha rejuvenecido, cosa que no puedo decir de mi misma. Aunque creo que ambas seguimos manteniendo el mismo espíritu emprendedor, el mismo empeño de crecer, de conocer, de saber.
Cuando estuve allá no tuve muchas ocasiones de moverme por los alrededores, porque el trabajo me lo impedía. Pienso que ahora tendré ocasión de hacerlo. Voy a procurar visitar aquellos lugares, museos, pueblecitos, que entonces no puede recorrer.
Voy con la intención de hacer fotografías y sacar vídeos de los sitios que visite. Pero dudo mucho que puede subirlos durante estos días en Inglaterra.
Os deseo muy buen verano y buen descanso.
Hasta la vuelta.

sábado, 3 de julio de 2010

COMPRENSIÓN E IDENTIFICCIÓN

No es fácil compartir el dolor. Ni aún con las personas con las que mejor te entienden y mejor te quieren. Y a las que más quieres. Y las que más entiendes.Transmitir los propios sentimientos del alma y del corazón, es relativamente fácil, cuando se quiere a quién se habla. Pero percibir o recibir el mensaje de quién nos confía su dolor o su laegría, en el idéntico tono y las mismas notas con que nos ha sido comunicado, es una operación de la que nunca se está seguro de haber realizado con acierto. Por la sencilla razón, de que cada cual entendemos el mensaje a través de nuestras propias formulas mentales o afectivas. Y estás no son identificas en el emisor y el perceptor porque cada individuo tiene su propia idiosincrasia, su personal y única manera de ser, de sentir, de percibir.
Es dificil la identificación por mucho que queramos entender a aquellos que amamos. Y estoy hablando de personas que se quieren y se entienden.
Siempre queda un pequeño vacío, imposible de completar. El vacío que nace de la realidad de que cada uno es único, intransferible; se puede comunicar pero no siempre es posible identificarse.
Es parte de la limitación humana
Creo, además, que es bueno y necesario porque así hay complementariedad. Y por lo tanto se genera riqueza interior, mayor crecimiento en la capacidad del conocimiento propio y ajeno, mayor entendimiento de la realidad, aumenta la capacidad de comprensión hacia los demás, porque nos damos cuenta de que parte de su sufrimiento o alegría se nos escapa y por lo tanto brota un más grande afán de cercanía, de deseos de servir de ayudar.

viernes, 11 de junio de 2010

VARICIONES

LAS OLAS, EL FUEGO Y EL ROSTRO DE UN NIÑO


Desde mi ventana o desde Punta Galea, me gusta contemplar el mar, este viejo mar de mi vieja tierra, a veces furioso, a veces gallardo, en ocasiones suave pero nunca cobarde. Las olas que lamen la arena de las playas al pie del acantilado, son siempre olas pero nunca iguales. El mar compone constantes variantes del eterno movimiento: es artista, creador y su obra jamas se repite. Cada golpe de mar que la marea lanza a la arena y contra las rocas tiene una fuerza propia que estalla de forma diversa: a veces amenazante, otras acariciadora, en ocasiones juguetona. Plácida y reposada en los días de buena mar.
Durante los días de tormenta o de mar de fondo y en las mareas vivas de septiembre, la debilidad del hombre se hace evidente, su incapacidad de dominar la inmensa fuerza del mar se pone de manifiesto. Sentirse arrastrada por aguas indomables, da la medida de la precariedad del ser humano.



Contemplar la chimenea encendida tiene un efecto hechizante. El fuego prende la mirada, y los pensamientos se enredan en las llamas, en su continuo variar de forma y dirección: están vivas, tienen voluntad propia.
El fuego proporciona calor pero también terror, es incontrolable y caprichoso, Infunde respeto a la vez que fascina y enamora.



Mi caprichosa imaginación ve estos dos elementos combinados en el rostro de un niño de pocos meses, en su mirada sin trastienda; incapaz de mantener la misma expresión por mucho tiempo, va de la risa, al desconcierto, pasando por un puchero que precede al llanto y acaba desembocando en una inesperada, desdentada y encantadora sonrisa. La única boca sin dientes que no produce desagrado.



La diferencia con el mar y el fuego es que un niño no produce ni respeto ni temor, sino que convoca la ternura, los deseos de protección.
El mar, el fuego y un niño. Los tres tienen algo en común: son únicos, genuinos, irrepetibles.

viernes, 21 de mayo de 2010

VARIACIONES

CASA DE MUÑECAS
Cuando eran niñas solían jugar juntas durante las obscuras tardes de invierno. Sus nombres eran Paloma y Nieves. Para ellas ningún día ira igual al otro, ni en los juegos, ni en las circunstancias. Casa uno era producto de la imaginación del instante.

Un día eran madres de familia, sacando a sus pequeños a jugar a un parque imaginario. Otro, se apresuraban a montar, con toda la familia de juguete, en un tren a punto de ponerse en marcha. Varias sillas colocadas encima de un par de mesas era su inesperado expreso. En algunas ocasiones se subían sobre los tacones de la madre de Nieves y vestidas con trajes de las hermanas mayores, asumían nombres de las personas influyentes de la burguesía de la ciudad e imitaban sus gestos y conversación .

Pero la llegada de una casa de muñecas victoriana, regalo de la abuela de Nieves, cambió el ritmo de los juegos invernales. Había pertenecido a generaciones anteriores. Ocupaba la mitad de la pared del cuarto de juegos. Y sobresalía un metro hacia el centro de la habitación. La fachada se abría hacia el exterior y dejaba ver todo el número de salones, lounges, sitting-rooms, tea-rooms, baños con sus jofainas y bañeras diminutas, cuarto de los juguetes de los niños de la casa, habitaciones, cocinas, lavaderos, cuarto del carbón.

No eran conscientes de ello, pero se trataba de una antigüedad de origen británico que reflejaba fielmente la época de los muebles y el vestuario.
Los dueños de la casa iban decididamente vestidos del siglo XIX: los gemelos de las camisas eran como cabezas de alfiler, los cigarrillos, diminutos palitos blancos, las lamparas tenían innumerables tulipas enanas y se encendían cuando se accionaban los casi invisibles botones de luz. Paloma quedó hechizada por la casa. Durante los meses que faltaban hasta la próxima fiesta de Navidad, a penas podía conciliar el sueño: soñaba con pedir a los Reyes una casa de muñecas construida según su imaginación le dictaba: el siglo no estaba muy especificado en sus imaginaciones, pero, eso sí, tendría ascensor, con unos diminutos botoncitos blancos para subir al piso requerido. El mayordomo, dirigiría los pasos de los visitantes hacía el artefacto. El chofer tendría una gorra de plato. Y el coche estaría en el garaje construido en un edificio aparte.
La Navidades llegó. Los regalos llegaron. Y Paloma se quedó desconcertada ante un paquete algo abultado pero no lo suficiente como para poder contener algo tan grande como había soñado.

Lo abrió con expectación y temor. Poco a poco fue apareciendo un tejado, de color rojo, seguido del resto del edificio de color azul. Abrió ansiosamente la puerta de acceso al interior: era rosa palo.
Se quedo petrificada al ver que no tenía más que dos pisos, uno arriba y otro abajo, incomunicados, vacíos de muebles. No hacia falta ascensor, los botones de subida era superfluos, el chofer, innecesario, porque no había un garaje. Los gemelos inviables porque era evidente que el presupuesto familiar no iba a dar para tanto lujo. Y el mayordomo no tenía cabida en las cuatro paredes.

Jugó poco con aquella casa, pero en sus noches insomnes, siguió construyendo un inmenso MANOR con amplios salones, bibliotecas con las paredes forradas de libros hasta el techo, comedores imponentes, mesas servidas con platos de dos centímetros de circunferencia, cubiertos diminutos, vasos del tamaño de la uña del dedo meñique de un bebe; Holbeins, Gainsburies y Reynolds contemplaban a los comensales desde las empaneladas paredes. Los inmensos jardines descendían suavemente hasta un lago rodeado de rododendros.

Cuando años más tarde visitó Irlanda y vio la casa de muñecas que Sir Nevile Wilkinson había realizado para su imaginativa hija Guendolin, en el condado de Wicklow, se dio cuenta de que no había sido la una niña desorbitadamente soñadora, aunque sí menos afortunada, que la pequeña niña Irlandesa.

Sobretodo, la guerra había entorpecido sus sueños irrealizables.

martes, 11 de mayo de 2010

MISCELÁNEAS

No puedo resistirme a la tentación de incluir esta entrada, aunque no tenga mucho que ver con el título del blog. Aunque, pensándolo mejor, también se trata de otro intento: el de culturizarme, el de saciar mi curiosidad innata y enriquecerme con nuevos conocimientos o desempolvar los ya existentes pero casi olvidados.
Después de cuatro cursos en "Las Aulas de la Experiencia" de la UPV, este último mes de abril tuvo lugar la entrega de los DIPLOMAS del "TITULO UNIVERSITARIO EN CIENCIAS HUMANAS".
Han sido cuatro años muy intensos , en los que tuve que poner a prueba mi capacidad receptiva y retentiva(aquí fracasé totalmente). He disfrutado mucho, he conocido a gente de cuya amistad me congratulo. Se me han abierto campos nuevos que han ampliado aún más mis ambiciones intelectuales. Recuerdo con especial agradecimientos a los profesores de los cuatro cursos; cada uno aportó diferentes facetas del saber, pero entre todos me han dado una visión de conjunto que me ha ayudado a relacionar las distintas material.
Gracias a todos por vuestra sabiduría y por vuestra amistad.
Y gracias también a mi hermano por el comentario que incluyó en su post. Me ha hecho especial ilusión porque es un juez severo, que no se priva de decir lo que piensa.

viernes, 30 de abril de 2010

VARIACIONES

LA DESCONCERTANTE QUIETUD DE LA MUERTE




El paso a la inmovilidad.
Quietud, inmovilidad.
Un segundo antes podía mirar o decir algo, respiraba, quizás podía oírte.
Un segundo antes podías hablarle.
Otro segundo y ya no está.
Permanentemente mudo.
Distancia infranqueable,
Incapacidad de comunicación.
Inexpresividad. Un rostro amado que queda plasmado en piedra.
Sin los gestos y expresiones familiares.
Ha sido y ya no es.
Nunca volveré a contarle, preguntarle, enterarme, saber de él.
Se ha ido, para siempre, hasta el Cielo.
No está, aunque esté.
La desconcertante quietud de la muerte.
A quien conocíamos tan bien, ahora ya no podemos comunicarle nada, ni nos puede responder algo.
Se ha acabado, aquí en la tierra.
Paralización irreversible.
El misterio de lo finito.
El misterio de lo infinito.

jueves, 8 de abril de 2010

VARIACIONES


NOCTURNO

La luna iluminaba con luz azul y fría los corredores y anchos pasillos que una mujer jóven alta, y esbelta recorría presurosa persiguiendo la suave y lenta melodía que sonaba en la lejanía: música extraña y tentadora.
Le atraía como un imán. No podía desprenderse de su llamada.

La cadencia se aceleraba mientras avanzaba a paso ligero por los inmensos salones vacíos, en busca del sonido que se iba haciendo más cercano, más nítido.

Obedeciendo a un impulso incontrolable, la muchacha echó a correr siguiendo el ritmo de la música, que se había transformado en trepidante, hechizada por la cada vez más extraña melodía. La larga bata de cola de tela ligera y delicada se revolvía alrededor de su figura, agitada por un viento fuerte y continuo. Los cabellos revoloteaban alrededor de su bello rostro al compás de su precipitada marcha.
Se paró ante la puerta de roble de doble hoja, alta y ancha. La melodía procedía de allá.
Giró la manilla de la puerta con extremo cuidado.

Poco a poco un débil haz de luz azul grisáceo se fue abriendo paso hasta hacer visible un inmenso salón sin muebles, suavemente iluminado por la luna.

En el extremo opuesto a la puerta, junto a un gran ventanal que daba al jardín, había un piano de cola abierto. Sentada frente a él, se recortaba la figura de una mujer con la espalda vuelta hacia la puerta. Vestía un traje obscuro, largo, con el pelo recogido en un elaborado moño. Se inclinaba sobre el teclado en una apasionada interpretación. La melodía era ahora arrebatadora.
Jadeante, sin aliento, espero clavada delante de la puerta que había cerrado tras de si.
La mujer se volvió muy lentamente y avanzó hacia ella deslizándose sobre el suelo: parecía flotar sobre las ricas maderas. La joven tuvo que hacerse a un lado para dejarla pasar. Vio como su mano de dedos largos y delgados, lenta, deliberadamente, hacía girar la manilla.
Entonces volvió la cabeza hacia ella y pudo verla a la luz de la luna: era un rostro sin facciones, en el que solo aparecía una ambigua sonrisa.
La oscuridad la envolvió en círculos concéntricos. Lo último que vio fue la figura etérea desapareciendo tras la puerta.
Todo quedó en silencio. Cayó al suelo desmayada.
Siempre la misma pesadilla, siempre el mismo desenlace.

domingo, 28 de marzo de 2010

VARIACIONES

MANOS REVELADORAS.

El tren se puso en marcha. Estaban sentadas frente a frente, cada una envuelta en sus propios pensamientos. Aparentaban la misma edad. Contemplaban distraídamente el paso de las casas de las afueras de la ciudad, deslizándose en huida cada vez más vertiginoso hacia el pasado mientras se dirigían hacia su destino.
La más alta era una mujer de apariencia discreta. Largas piernas, cruzadas con facilidad, en postura natural nada forzada. Su figura - un cuerpo esbelto, delgado, flexible - era armoniosa. Daba estilo y personalidad a la ropa que vestía; la asumía hasta formar parte de ella misma. No estaba pendiente del efecto que pudiera causar; se sentía cómoda. Un corte de pelo perfecto, daba movimiento a sus cabellos en un estilo adecuado a su modo de vestir y a su edad. Desprendía un suave olor a perfume,que más que hacerse presente, creaba un ambiente intangible de sentido de la oportunidad, de saber estar.

Invisibles aristas transparentes creaban a su alrededor una leve distancia hacia los demás pero no transmitían rechazo, sino sentido de intimidad. En su rostro vagaba la sugerencia de una sonrisa y sus ojos eran amables y acogedores.
Hundió su mano en el bolso para coger un libro; era una mano enérgica, de dedos largos y nerviosos con marcados nudillos; las uñas, a ras del dedo, pintadas en color transparente. La sortija alrededor del dedo anular de la mano izquierda quedó al descubierto; era muy valiosa y antigua. El anillo tendía a desaparecer hacia la palma de la mano, pues giraba flojamente alrededor de su dedo. Por esta razón las piedras preciosas quedaban medio ocultas. Movía las manos con naturalidad, ajena al efecto que la joya pudiera causar. Formaba parte de sí misma desde hacia tiempo: herencia materna.

Se levantó para dirigirse al vagón cafetería. Su paso elástico y sus movimientos armoniosos, captaron la atención de los viajeros. Se deslizaba por el pasillo sin llamar la atención pero atrayendo las miradas.

Su vecina de asiento, ofrecía un tipo de mujer distinta: ropa de marca, pero expuesta en ella como si de una perfecta percha se tratara; sin embargo no se fundía con su persona. La exhibía sobre un cuerpo, cuidado con mimo y sacrificio. Melena de reciente peluquería, que retiraba hacía atrás con gesto estudiado y repetido. Bolso de última hornada. Todo era reluciente, recién comprado. Lo último del mercado. Buscaba con la mirada la atención que los demás podían prestarla. Era consciente de sí misma y de su buena apariencia.

Sus manos de uñas recién arregladas, pintadas con barniz de color fuerte carecían de carácter, eran anodinas, no revelaban ningún rasgo de su personalidad. Parecían un expositor de joyas: evidentes, ostentosas, de diseño, caras, aunque de relativo valor en caso de tener que venderlas para solucionar un problema económico; el precio hubiera sido irrisorio en comparación con el coste. Movía sus manos consciente de la existencia de sus adornos y orgullosa de su posesión y de su actualidad. Sostenían una revista de cotilleo social.
Se dirigió hacia el bar con pasos firme y seguro.
Observaba que era observada. Registraba cada mirada, cada expresión de admiración.

Las manos: testigos despiadados de la inelegancia.

jueves, 18 de marzo de 2010

VARIACIONES




UNA MIRADA PELIGROSA

Londres. Hora punta de una tarde de primavera. Eileen volvía pletórica de su trabajo. En perspectiva, un fin de semana lleno de planes. La cabeza le daba vueltas pensando en lo que le esperaba.
Dejó Kensington Park a su espalda y cruzó el paso de peatones. Sus ojos tropezaron con los ojos ardientes y escrutadores de un individuo desconocido. Le llamó poderosamente la atención la intensidad de la mirada.

No era su modo normal de reaccionar pero esta vez, siguiendo un impulso inexplicable, sostuvo la vista, con una intención retadora, no exenta de consciente coquetería. Le divertía.
Cuando llegó a la acera opuesta, se dirigió a su apartamento. Era un primer piso y como siempre, subió las escaleras andando. . Se había olvidado llevar las llaves.
Tocó el timbre y espero a que su compañera de piso abriera la puerta.

Presintió que no estaba sola. Instintivamente volvió la cabeza hacia las escaleras. El mismo individuo trepaba las escaleras de modo felino, cautelosa pero decididamente. Avanzaba hacia ella; la misma mirada ardiente, intensa.

Se quedo rígida; intuyó el peligro. Estaba paralizada, sin saber como reaccionar. Ni siquiera penso en volver a pulsar el timbre.

Solo quedaba un corto tramo de escaleras entre ambos. Las miradas se cruzaban como espadas en lucha desenfrenada.

La puerta se abrió y la voz acogedora de su amiga le saludo cordialmente. Estaba tan sobrecogida que no pudo explicar lo que había ocurrido.
La huida hacía el portal fue veloz y silencioso.

Al día siguiente, en los periódicos nacionales, en primera página, pudo leer la noticia. En Kensington Park: una mujer joven había aparecido estrangulada.

martes, 9 de marzo de 2010

VARIACIONES

GRACIAS POR EL DON DE LA VIDA



Estaba inquieta, y no sabia a ciencia cierta por qué.
Llegando al fondo del asunto, reconoció que la verdadera razón de su inquietud se debía a un interrogante que, en la última temporada, surgía de forma continuada. ¿Cuántos años de vida le podían quedar? ¿Cinco? ¿Diez?, ¿Quince?


¿Que ha ocurrido con el tiempo? Se preguntaba asombrada.

Acometer y escalar por la vertiente empinada de la niñez, fue un proceso muy largo; un día, una aventura increíblemente larga; un año, una eternidad; los primeros cumpleaños, sucesos únicos muy separados en el tiempo. Navidad no llegaba nunca. El día de Reyes, una visita que se demoraba eternamente. Esperar a mañana para volver a jugar con los regalos nuevos, una impaciencia continua. La primera comunión tardó mucho en tener lugar. Los juegos en el parque, eran horas que se deslizaban suavemente Las vacaciones estaban siempre en la lejanía.


Los años de colegio y universidad, fueron épocas de múltiples sucesos y nuevas experiencias que marcaron su vida.


El primer amor, un proceso absorbente, alegre y doloroso a la vez, le proporcionó experiencia y propio conocimiento. Aprendió a madurar, a comprender que las desilusiones no son el final de la vida.


Encontrar trabajo trajo consigo un período de incertidumbre y expectativas que se presentaban como un devenir largo e inquietante. Aunque ahora reconocía lo poco realista de este sentimiento: al acabar la carrera había encontrado el primero de su vida.


Enamorarse profunda y definitivamente llegó más tarde. El corazón le estalló de felicidad. Casarse y tener hijos había sido una aventura maravillosa; verles crecer y elegir carrera proporcionó un nuevo impulso a su vida. No les habían sido ahorradas preocupaciones, problemas, sinsabores, dificultades, encuentros y desencuentros. Pero lo habían compartido con coraje y fuerza; todo contribuyó a unirles aún más.

Entonces, desde la cumbre de su vida, dirigió la mirada al horizonte, y se regocijó pensando en la plenitud que le esperaba: una familia encantadora, un marido del que siempre había estado sinceramente enamorada y al que admiraba como el primer día. Una lucha por la existencia retadora pero compensadora Unos hijos que, con todos sus defectos y contratiempos, despertaban expectativas de éxito y progreso.


Luego vinieron las bodas. Los nietos fueron esperados con impaciencia e ilusión Llegaron, crecieron.

Inesperadamente tuvo que descender hacia el valle del dolor. La muerte de su marido parecía haber ocurrido ayer. La herida seguía viva aunque el dolor era más lejano. El hueco no lo había llenado nadie. Ni tan siquiera los nietos que empezaban a despuntar con identidad propia. Pero supo hacer frente a la soledad.


La vida en el valle era serena; había fomentado nuevos intereses, que contribuían a que los días se hicieran cortos. Quedaba tanto por hacer: tantos campos nuevos que explorar: La Historia, el Arte, la Música, la Ciencia; gente nueva, recién descubierta, que abrían ventanas a otros modos de vivir. ¡Tanto que aprender!.

Y ahora la vida corría tanto que nunca podía alcanzarla. Los días eran difíciles de distinguir. Los hábitos, enraizados. Las rutinas, establecidas. Pocas sorpresas. Las semanas parecían un día. Un año, parecía ayer.


Por eso se preguntaba cuanto tiempo le quedaba porque le parecía que no iba a ser suficiente para abarcar todo lo que deseaba alcanzar. Para amar tanto como los demás necesitaban. Para rezar por lo que ella necesitaba. Para dar gracias a Dios por el don de la vida.