LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

viernes, 13 de agosto de 2010

VARIACIONES

YA NO VOLVERÉ A OÍR LA LLAVE DE LA PUERTA

Ya no volveré a oír la llave de la puerta de la calle, cuando llegaba todos los mediodías puntual, como siempre.
Ni escucharé el silencio lleno de los pequeños sonidos familiares cuando colgaba su gabardina y sombrero en el perchero y metía el paraguas en el paragüero, antes de avanzar hacia el fondo de la casa.
Ni puedo esperar percibir otra vez sus pasos pausados, seguros, acercándose hacía el cuarto de estar.
Ni oiré su voz siempre amable y acogedora saludando desde el pasillo mientras se acercaba donde yo estaba y preguntaba con su eterna sonrisa en la voz: "¿qué tal estás, como te ha ido la mañana?"
Desde su butaca, cogía el periódico para echarle un vistazo más completo que el de la mañana, antes de salir para el trabajo.
Seguiré echando de menos su mirada cariñosa y comprensiva mientras pasaba las hojas, compartía alguna noticia y hacia algún comentario, - "Han subido las Santander, hay ampliaciones, mira lo que dice el presidente de gobierno"- siempre dispuesto a escuchar lo que yo le quisiera contar. No le importaba que le interrumpiera; todo lo contrario, le gustaba.
Ya nunca veré sus ojos grandes, tranquilos e inteligentes que miraban con expectación e ilusión, alentando a que le comunicara algo. Para él todo era interesante, aunque fuera una nimiedad.
Ahora nadie abre la puerta, no se oye ninguna llave, el abrigo, el sombrero y el paraguas están inmóviles en sus respectivos lugares. El silencio recorre el pasillo sin meter ningún ruido. Levantó los ojos y no existen otros que respondan a mi mirada. Se han cerrado, se han ido.
Pero queda su recuerdo imborrable. El recuerdo de un hombre excepcional, que paso la vida sin meter ruido, pero dejando detrás de sí una estela de amor, cariño y admiración.
Y silencios. Escuchaba en silencio, siempre atento, dejando que los demás se expresaran y se sintieran comprendidos. Sus respuestas en forma de sugerencias eran discretas, inteligentes, nunca impositivas, aunque muy claras en su exposición.
Hablaba desde su corazón con aquellos que sabía iban a entender quien era y como era. Con todos los demás era muy bien educado amable y cariñoso, pero no se engañaba respecto a su amor hacia él.
Hombre de profundos amores imperecederos.
Los de verdad, los auténticos.

8 comentarios:

  1. Conmovedor retrato de una buena persona.
    Escasos sabios que dan un acento de validez a la condición humana.
    Son como las flores que quitan lo visible a la fealdad del lodo.
    Con la sabiduría de aislarse de las masas inanes sudorosas y aullantes,delatoras y perversas,y los amos de las mismas.

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  2. Especial "relato" querida amiga, cuando alguien así se va, queda un terrible hueco, difícil de llenar, por mucho tiempo que pase, por muchas otras historias, esos ojos estarán en ti, el periódico seguirá esperando unas manos tibias que lo acaricien de nuevo, cuando las noticias sean frescas y ese sillón recordará el amor compartido, y, ese crujir de llave al entrar en la cerradura esperara sin prisa.
    Un abrazo muy fuerte

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  3. A mi amatxu le pasaba lo mismo cuando murió mi aita, decia que se habia quedado como vacía, y a eso de las cinco de la tarde, todavía esperaba que mi aita abriera la puerta de casa saludando como era su costumbre con un..."chery, ya estoy en casa".
    Un emotivo relato que mientras lo leia, me ha hecho recordar tantas cosas.

    Un fuerte abrazo

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  4. Sabes, creo que no se terminan de ir nunca. Ellos nos cuidan,a pesar de los años que pasen, siempre seremos lo primero que fuimos,niñas,mujeres... esos hombres existen y la existencia es como ellos, permanente. Has sido afortunada, eres afortunada¡

    Un abrazo muy fuerte.

    B, aloe.

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  5. El amor no se va nunca. Es lo único que permanece para siempre.
    Un abrazo fuerte

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  6. Nerim
    Los auténticos amores pasan sin llamar la atención, casi desapercibidos, quizás por eso, permanecen para siempre.
    Me alegro que te haya gustado

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  7. Es bonito volver la vista atrás, recordar esas primeras cosas, esas cosas tuyas que pude leer con anhelo y fervor, fui comprendiendo quien podías ser, una persona culta, llena de sentimiento, de amor a los demás, de dar sin pedir nada a cambio, querida amiga ¿Cuanto tengo que aprender de ti? Peo a ves sigo aquí, cerca de ti, volviendo de nuevo a leer tus cosas tímidas y llenas de encanto, no cambies, no es el momento.
    Un montón de besos.

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  8. Muchísimas gracias por tu buena opinión. Pero recuerda que todos tenemos fallos, cosas que nos avenguenzan por mezquinas, poco gallardas; pero así somos y así nos tenemos que aceptar a nosotros mismos y a los demás. ¡Y lo que cuesta!Sobretodo aceptarnos a nosotros mismos.
    Un abrazo fuerte, me alegro que ya estés en acción otra vez.

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