LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

martes, 4 de agosto de 2009

VARIACIONES


¿PÉRDIDA DE SENSIBILIDAD O MADUREZ?

Se preguntaba ahora por qué le había afectado tanto en su niñez.

Ver a un hombre correr para alcanzar un autobús que cerraba las puertas y se ponía en marcha en el momento en que llegaba a su altura, le entristecía. Le producía una viva pena unida a una sensación de fracaso ajeno. Representaba en su mente la figura del perdedor nato, la estampa de la persona sin recursos de carácter para encarar los problemas de la vida.

Cuando se hizo mayor quiso analizar la razón de esta reacción: no había visto nunca antes a aquellos hombres, no sabía nada de sus situaciones profesionales, familiares, sociales; desconocía su psicológica. Sus éxitos o fracasos eran ignorados por ella. Ni siquiera sabía si eran felices o desgraciados.

Pero esa estampa de su infancia le había invadido de un sentimiento de lastima por quien, a sus ojos, aparecía como vencido por la vida.

De manera inexplicable, este hecho tan habitual y generalmente intrascendente representaba para ella la situación de un hombre sin capacidad de superación.

En su mente los hombres vestidos con chaqueta y corbata gozaban de un nivel social que proporcionaba otros medios de transporte privado. Estos que ella veía- también con chaqueta y corbata- parecían no haber tenido acceso a esa facilidad de transporte.

En su concepto eran la estampa del hombre trabajador, esforzado, sin prestigio ante sus jefes. El hombre gris, incapaz de saber hacer valer sus capacidades y triunfar: Personajes sin recursos ni representatividad en la sociedad. El infeliz fracasado.

Veía representado en ellos el esfuerzo de un padre de familia, que no alcanza su intento de dar una posición adecuada a sus hijos; una vida precaria, esforzada y sin recompensa. Y sufría con la humillación que los hijos pudieran sentir.

¿Imaginación infantil? ¿Excesiva sensibilidad? ¿Capacidad de captación inconsciente y sutil de situaciones reales?

Con los años aquella percepción fue desapareciendo. Como le ocurrió con la película "La Quimera del oro" de Chaplin. A sus cinco años sufrió hasta las lagrimas por la inseguridad del pobre harapiento que solo tenía las suelas de sus viejas botas para poder alimentarse, de las que cuidadosamente separaba los clavos, después de haberlas cocido previamente.
En su madurez solo vio la parte cómica de la situación. Y se rió a carcajadas.

¿Había perdido la sensibilidad? ¿Se había hecho dura, egocéntrica, egoísta?

¿O era el hecho de que la calidad de vida había mejorado, había mayor capacidad económica, más transportes privados mejores y más prácticos servicios públicos, que no implicaban connotaciones sociales?.

¿Era simplemente mas realista y madura?

Quizás......

Pero le quedaba la incógnita.

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