LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

domingo, 23 de agosto de 2009

VARIACIONES

AMISTAD EN LA GUERRA
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Se había declarado la guerra.
Ignacio y Joaquín no podían recordar el origen de su amistad; se perdía en un pasado en el que cada uno de ellos formaba parte del entorno vital del otro. No recordaban ningún tiempo en el que el otro no hubiera estado en el escenario de su vida.
Su amistad - profunda, auténtica - había prevalecido por encima de las distintas ideas políticas que cada uno defendía. Pensar distinto no les distanciaba.
La zona que en vivían se había decantado por una determinada opción ideológica. Ignacio conocía los deseos de Joaquín de pasar a luchar con los suyos. No dudó en facilitarle el modo de cruzar la línea de fuego a través de los montes y encontrarse con ellos. Ambos eran conscientes del riesgo mortal encerrado en esta huida.
Su despedida había estado llena de espíritu deportivo, intentado ocultar ineficazmente el desasosiego suscitado en ellos por la posibilidad no remota de encontrarse eventualmente frente a frente, con un fusil en las manos.
Se dieron un fuerte abrazo disfrazado de buen humor y deseos de mutua buena suerte.
Durante la contienda no supieron nada uno del otro.
Ahora la guerra toca a a su fin. El partido de Ignacio, derrotado, se retiraba hacia la única salida posible que conducía al exilio y a la supervivencia.
Joaquín, por su lado, había permanecido años prisionero en circunstancias duras y crueles. En su huida por los montes alguien le había delatado como enemigo; nunca supo quién había sido.
Sus vidas iban a volver a converger nuevamente.
Ignacio escapaba en su coche oficial hacia la seguridad. Había permanecido en vanguardia hasta el último momento para evitar que se realizaran desmanes y crueldades durante la retira de los soldados ya vencidos.
Su vehículo se cruzó con un grupo de hombres que su bando había hecho prisioneros al principio de la contienda. Se arrastraban en medio de penalidades y enfermedades. Desconocían el destino al que iban conducidos. Algunos de ellos estaban desplomados en los arcenes, sin fuerzas para poder dar un paso más.
Reconoció a Joaquín tirado sobre el asfalto; había desistido de seguir luchando por la supervivencia. Estaba exhausto: sufría de disentería y las fuerzas físicas y psíquicas le habían abandonado.
Ignacio ordenó para el coche inmediatamente, se bajó y recogió a Joaquín del suelo y cargándolo sobre sus hombros lo introdujo en el coche. Se abrazaron en silencio. Continuaron la marcha juntos.
"Me acercaré lo más posible a los tuyos para que puedas unirte a ellos. Yo intentaré alcanzar la frontera antes de que sea tarde"
"Es muy peligroso para ti, puedes no lograrlo"
"Lo intentaremos.¿Conseguiste cruzar los montes¿"
"No, alguien me delató, me cogieron mientras escapaba. He estado prisionero durante estos años en circunstancias duras y degradantes, amenazado por el paseillo, ya sabes"
"¿Sabes quién lo hizo? Puedo enterarme"
"No lo hagas. Ya he perdonado. No quiero saber quien fue"
Ambos sobrevivieron. Las circunstancias no les permitieron volver a encontrarse cara a cara.
Cada uno siguió fiel a sus ideales políticos. Nunca se consideraron enemigos personales.
Continuaron siendo amigos hasta el final de sus vida.

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