LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

lunes, 16 de agosto de 2010

MANCHESTER

DAÑOS COLATERALES.

Estaba enfrascada en la conferencia a la que asistía sobre Ecumenismo. Inesperadamente la mirada del conferenciante se quedó perdida entre los arbustos que se veían a través de las ventanas que daban al jardín. "Perdón por la interrupción, pero creo que estoy viendo un lobo, o zorro, en el jardín."

Los asistentes nos quedamos desconcertados ante tal aseveración y no sabíamos si interpretarla esto como una imagen de lo que estaba explicando, si había perdido el hilo de su exposición, o nos tomaba el pelo. Desconcertados, los que tenían acceso a las ventanas se agolparon sobre ellas. Los demás podíamos conocer lo que estaba ocurriendo a través de sus incrédulas exclamaciones: "¡No es perro, ni lobo, sino !zorros!", "Aquí, en el jardín, ¿cómo es posible?", "Parecen desconcertados" " Son cachorros inexpertos"

Efectivamente, eran zorros jóvenes. A la aparición del primer intrépido pionero, se añadió la de un segundo zorro juguetón y más tarde la de un tercero, decidido colonizador.
Esto no era todo sino que además los zorros se hallaban rodeados de pájaros retadores que tanteaban su capacidad de conquista. En realidad no se sabia bien quien jugaba con quien, o quien esta más sorprendido, si los jóvenes zorros o los audaces pájaros. Estos rodeaban a los zorros a saltitos menudos e interpretaban una danza sincopada burlesca que mantenía desconcertados a los tres inexpertos cazadores; probablemente estos sabían mucho más de movimientos rápidos y certeros contra sus víctimas que las aves, pero que nunca antes habían sufrido el ataque desorganizado de cuatro voladores que se volatilizaban cuando ellos iban a echarles la zarpa.

Había algo de tierno y cómico a la vez en aquel ballet improvisado.

No tenía mi cámara a mano y no me parecía respetuoso ausentarme del aula para buscarla. Me hubiera gustado coger la escena en vídeo porque el ritmo de la danza ritual llamaba la atención y era digno de verse. Ahora lo lamento mucho porque era un espectáculo único en su especie. Me he tenido que conformar con estas cuatro fotos que incluyo, que otra asistente más espabilada que yo, tenía a mano.



Durante el almuerzo alguien comentó que últimamente, con cierta frecuencia, los zorros hacían su aparición en áreas urbanas. Estas visitas habían comenzado después de la aprobación de la ley que prohibe la caza del zorro en Gran Bretaña. De hecho, recientemente, había aparecido una alarmante noticia en los periódicos relatando el ataque de un zorro a un bebé durmiendo en su cuna en el jardín de su casa.
El suceso me hizo pensar en los DAÑOS COLATERALES. Esos que suelen ocurrir por azar, pero que son consecuencia de determinaciones tomadas, en algunos casos por no haber calibrado a fondo los efectos que esas decisiones proyectan sobre otros elementos en juego. Es cierto que el hombre es limitado y no puede preveerlo todo, como resultado inevitable de esa limitación. Hay situaciones en las que es necesario tomar una decisión que no pude dilatarse sin causar un gran mal; se corre el riesgo de equivocarse pero retrasarla causaría un mal mayor. Por ejemplo, la acción de un bombero que en un momento determinado de su trabajo tiene que tomar decisión sobre su actuación.

Pero también es cierto que hay que estudiar a fondo, hasta donde cada ser humano es capaz, las consecuencias que ciertas determinaciones suponen para los demás, para la naturaleza, para la sociedad. Y eso requiere esfuerzo, responsabilidad, estudio, respeto y amor por los demás, bien en términos de personas singulares o de una generalidad de personas.
A veces actuamos ligeramente, frívolamente sin tener en cuenta que nuestras acciones, decisiones, comentarios superfluos o ciertas determinaciones van a afectar a alguien, pudiendo causar dolor, incomodidad, dificultad, problemas irremediables a otros que no son culpables de nada. Habría que estudiar a fondo si las decisiones que se toman para conseguir el objetivo propuesto están equilibradas con los daños colaterales que van a causar, algunos evitables, si se hace el esfuerzo de meterse en el pellejo ajeno.
Tomar determinaciones que afecte a algunos, y que supone un bien para la mayoría, es comprensible, pero siempre cabe buscar ese mismo fin con el menor daño posible. Y teniendo también previstos los remedios adecuados a ese daño que se prevé va a causar, para que el dolor provocado no sea desproporcionado al bien conseguido.

Para empezar habría que analizar con honradez si la decisión que se propone es necesaria y no consecuencia de la ambición, la búsqueda del poder o el éxito personal a cualquier precio.

2 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes, eso pasa casi siempre, pero ¿Pensamos bien cada uno de los actos que después se van a llevar a cabo? Qué difícil es "atinar" con acierto en aquello que nos proponemos, pero... Son unas fotos preciosas, que valientes esos zorros con adentrarse hasta ese lugar, claro que más valiente se tiene que ser para guardar la calma delante de ellos. A pesar de todo han sido unas escenas únicas y con eso nos quedamos.
    Un abrazo querida amiga

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  2. El verde de los prados ingleses con el tono más obscuro de los árboles al fondo y no se con esa luz especial es inconfundible, un saludo L.A.

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