LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

domingo, 27 de mayo de 2012

UN PASEO POR EL PARQUE DE LA VIDA


La Fuente del parque de Doña Casilda


Esta vez iba a ser distinto. La reunión habitual con la mayor de sus primas, normalmente llena de las últimas noticias familiares, iba a ser más difícil. No sabía como enfocar el tema pero se lo tenía que decir. El tiempo corría en su contra; no quería retrasos por cobardía.

En esta ocasión se había citado con ella en la Cafetería Toledo, no en la de su juventud, sita Gran Vía abajo, sino en la de los jubilados y supervivientes. Algo le había impulsado a cambiar de lugar de encuentro. Quizás, inconscientemente, quería dar un recorrido por a su vida. Esa vida que había dado por supuesta, en la quedaban tantos proyectos aún no llevados a cabo.

-“Cuando aún estaba mirando expectantes al futuro y haciendo planes de largo alcance, me sorprenden con el anuncio de la fecha de caducidad -pensó. Fue ayer cuando me casé, tuvimos hijos, luchamos por su porvenir y felicidad. Los he visto crecer, triunfar, fracasar, casarse, tener hijos, he experimentado la felicidad de abrazar a los hijos de mis hijos. He visto partir a mi marido.”

Decidió bajarse del metro en la Estación de Indauchu y caminar  hasta la Gran Vía, antes Prolongación. María Díaz de Haro era ahora una calle populosa y comercial. Miró con mezcla de nostalgia y humor al edificio del colegio de los Jesuitas, donde tantas veces había presenciado las fiestas deportivas, más por ver a los  chicos de su edad realizando proezas físicas, que por el deporte en sí. Lo que en sus tiempos había sido un patio de recreo amplio y despejado, estaba ahora ocupado por nuevos edificios de muy distintos estilo arquitectónico. Recordó que más abajo, a la izquierda, cerca del edificio del Igualatorio, había vivido de niña quien luego fue su cuñada. Torció a la derecha y recordó la antigua finca de Estraunza, con la casona  oculta detrás de los frondosos árboles que la rodeaban. Todo había desaparecido ahora, tragado por los nuevos bloques de casas, conocidas también como Las casas de Estraunza. 

En la cera opuesta de la Prolongación, seguía erguiéndose orgulloso en su belleza arquitectónica, el edificio donde dos de sus amigas ya muertas, habían vivido: Pepa, inolvidable compañera de juegos, con la que había pasado tardes enteras, inventado vidas ajenas con muñecas de papel. Y Tere, desaparecida cuando - aún seguía pensando lo mismo - la muerte había adelantado la fecha por equivocación. 

Cruzó la calle y se encontró en el Parque de Doña Casilda, junto a la Cafetería Toledo. La mayor parte de su niñez había transcurrido trenzada con ese parque paradigmático. Ahora, a su derecha, se elevaba un edificio de varios pisos, donde antes solo existía un solar inmenso y tenebroso, en el que desaparecían todas las pelotas de sus juegos infantiles, engullidas por terribles ratas, según la leyenda urbana.

Su prima no había llegado todavía, así que se internó en el parque: un universo nuevo y desconocido para ella. No en vano habían pasado más de 65 años. 

Ya no existía El Cuadrado, un jardín independiente, llamado así por su forma geométrica. Recordaba con precisión su diseño original: en el centro del mismo, se erguía orgullosa una palmera gigante a la que rodeaba un amplio y bien cuidado césped circular, delimitado por medios arcos de metal incrustados en la tierra. Amplios parterres rebosantes de rosas en primavera formaban un cuadrado a su alrededor. Separando ambos espacios, se había diseñado un paseo arenoso de cuatro o cinco metros de anchura, donde las Misses, Madmoiselles y Señoritas de Compañía se sentaban, cosían y hacían punto, mientras veían jugar a sus niñas.

En uno de los extremos  del Cuadrado, el más cercano a la calle Aguirre, corría un amplio terreno limitado en el  extremo opuesto por varios edificios de viviendas, entre ellos, un chalet. Recordó con una sonrisa interna los apuros y zozobras sufridos, cuando la pelota entraba en el jardín del chalet y su dueño se enfadaba. O cuando la pelota caía entre las rosas y los jardineros simulaban, con amenazantes gestos, que iban a avisar al guardia para que les pusiera una multa. En aquellos tiempos la presencia de guardias municipales en el parque era una estampa habitual. 

Todos los días a la salida de clase los alumnos de un colegio cercano, se sentaban en los respaldos de los bancos del paseo central del cuadrado, con las piernas colgando hacia fuera, de forma que pudieran ver a todas las chiquillas que jugaban a quemar, o a tres y pasar, procurando exhibir sus mejores saltos felinos y el arte de apuntar a dar con la pelota. 

Muchos de aquellos niños de entonces, habían sido y algunos seguían siendo, los prohombres del presente. Allá se habían sembrado amores que perduraron, romances que se truncaron, amistades que nunca se rompieron. Ella había estado a punto de casarse con uno de ellos, pero los caminos se distanciaron hasta perderse en el horizonte. No lamentaba nada, pero siempre le había  quedado la curiosidad por saber qué habría sido de él. 

El antiguo chalet había sido remplazado por una casa de pisos de ladrillo rojo. No hay Cuadrado, no hay rosas, no hay paseo arenoso, no hay bancos. Todo el espacio estaba ahora dedicado a juegos para los niños: columpios, toboganes, casitas a las que trepar, animales a los que subirse. Y en este día determinado hervía con la actividad de un enjambre de niños, padres y madres. Ni asomo de las Misses, Madmoiselles y Señoritas de compañía.

Caminó con rapidez hacia lo que, en su infancia, había sido la entrada a los jardines. Ya no existía el amplio espacio para jugar al truquemé y a la Tiente o a Guardias y   Ladrones. Todo había sido absorbido por la entrada a un enorme garaje privado, que solo dejaba espacio a una pequeña plaza.

Cruzó la calle Aguirre a la altura de Colón de Larreategui. Subió callé arriba contemplando los nuevos edificios construidos en lo que en su juventud eran solares. Se paró frente al portal de lo que había sido su hogar hasta la muerte de su marido. Lo contempló con una mezcla de curiosidad y añoranza. Sintió la tentación de cruzar el portón de hierro, coger el ascensor, subir al quinto piso, llamar al timbre y presentarse como la antigua propietaria. Desistió.  Sabía que se habían realizado obras en el piso y había cambiado la distribución de la casa. Prefirió recordar su viejo hogar tal como lo había dejado.

Giró y volvió sobre sus pasos, observando en perspectiva la nueva entrada al parque. En ese momento le asalto el recuerdo de una vieja fotografía tomada por un antiguo novio de su prima. Enfocada contra el edificio de la derecha, que enmarcaba la plazoleta, aparecían varios primos y primas. Entre ellos figuraba ella misma vestida con un traje de marinero de falda y cuerpo azul oscuro y gorra de plato de mismo color, en la que aparecía bordado en dorado el nombre de un barco, THE NEWCASTLE, en recuerdo de la Universidad en la que su padre había cursado sus estudios. Aún le divertía recordarlo.

Aceleró el paso para no hacer esperar a su prima y con decisión se adentró por los tres paseos paralelos que, partiendo desde esta pequeña plaza, desembocaban en La Fuente. El Reloj, realizado en hierro forjado pintado de verde, con una esfera blanca y reluciente y unas agujas negras marcando las horas, levantado sobre un alto pedestal de piedra pulida, había desaparecido. Sin embargo, se habían colocado farolas todo a lo largo de los macizos de boj que separan los tres distintos senderos, ahora menos poblados y los bancos intercalados entre las luces estaban ocupados por señoras mayores que observan con  desaprobadora curiosidad a todo viandante no habitual por esos lares. 

Lamentó que el Museo de Bellas Artes a la derecha de estas pequeñas avenidas, hubiera devorado otros tres paseos paralelos, incluyendo los retretes públicos, que acababan en el Museo primitivo de ladrillo rojo. Los niños se habían visto así privados del parque de verano, ya que había sido  una zona frondosa con árboles altos que proporcionaban una magnifica sombra. Amaba el arte y se sentía orgullosa de la bella ampliación acristalada del museo, pero no podía dejar de lamentar el terreno robado a los niños. 

No quería hacer esperar a su prima pero no pudo resistir el impulso de asomarse a los paseos descendentes, detrás de la fuente, que se dirigen al área del Parque de Los Patos. Le sorprendió no encontrar el banco donde se solía sentar una pareja de novios prematuros, ella con uniforme de uno de los colegios más conocidos de la ciudad y él un chico rubio de facciones finas y delicadas que llevaba invariablemente pantalones bombachos, algo llamativo en un chico de su época. Se preguntó que habría sido de ellos y de su intenso enamoramiento, que el viento probablemente se había encargado de llevar a otros corazones.

Todo lo contemplaba con un sentimiento impregnado   de nostalgia, e impotencia. Ella era como aquel parque, reconocible pero distinto. Sería  sustituida por nuevos retoños de vida y solo sus hijos y nietos la recordarían durante algún tiempo hasta que su imagen fuera haciéndose borrosa  para  todos los que ahora la querían sinceramente. 

-“Así es la vida, se dijo a sí misma. Dentro de pocos años, mis hijos miraran para atrás y se dirán a sí mismos: <<¡como es posible que  hayan pasado ya veinte años desde la muerte de mamá!>>. Y la tercera generación estará ya en marcha hacía el futuro”.

Ahora sentía  el cansancio apoderándose de ella. Dirigió sus pasos hacia El Toledo. Pasó cerca de la Fuente y tuvo un recuerdo para el barquillero, aquel honrado hombre con cara de hambre y de frío. Y otro para la vendedora de chuches, que con la crueldad ignorante de la niñez, denominaban la vieja del parque. Acarreaba su mercancía en una gran cesta de mimbre, que colocaba sobre unas patas de madera. Había conocido a dos generaciones de ellas. Se alegraba de su ausencia porque significaba que las siguientes generaciones habían medrado y no necesitaban de aquel mezquino negocio. 

Su prima estaba esperándola. Como siempre tenía muchas cosas que comunicarle, las palabras fluían a borbotones:  los hijos, los nietos, los problemas, las soluciones .Ella esperaba pacientemente el momento oportuno para hablarle de  su enfermedad, del diagnóstico nada favorable y el tratamiento que iba a comenzar en breve. Quería desahogar su corazón, comunicarle sus angustias y temores.  

Pero su prima parecía más charlatana que nunca. Mientras simulaba escucharla con interés sus ojos se fijaron en un matrimonio sentado cerca de su mesa. El marido evidentemente sufría de Alzheimer. Algo en él llamó su atención, quizás fue su perfil, o la forma de sus manos, no sabría decirlo con certeza, pero con estupor reconoció en él lo que quedaba de aquel amor olvidado. Es posible que fuera su imaginación, pero creyó ver un pasajero destello de reconocimiento en sus  ojos.

“Nuestras vidas empezaron aquí y aquí  se van a cerrar, se dijo a sí misma. Sabía que algún día todo  iba a acabar pero me parecía que todavía estaba recorriendo el camino de ida y que la meta estaba muy lejana”

Cuando fue la hora de separarse se despidió de su prima sin comunicarle las malas noticias. Tendría tiempo de hacerlo. Ahora tenía que luchar para seguir adelante y aceptar su nueva forma de vida. Resurgiría como el viejo parque: distinto pero siempre el mismo. 

19 comentarios:

  1. Una bonita y triste historia amiga, un verdadero y descriptivo paseo por la vida de esta persona, donde dueron surgiendo sus vivencias a medida que iba recorriendo aquellos lugares tan queridos para ella.Me ha gustado mucho.Un abrazo fuerte amiga y feliz semana.

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  2. Gracias por tu comentario. Me alegra ver que he transmitido lo que verdaderamente quería transmitir.
    Disfruta de la semana, que la primavera ya está aquí, sobretodo en tu tierra, porque está mía es de lo más variable
    Una abrazo fuerte

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  3. Excelente relato Begoña, me ha encantado. Como se nota esos cursos de narrativ creativa que estas haciendo, los avances son notorios.
    Ese paseo lo deberiamos dar todos por nuestro interior, para descubrir vivencias, recuerdos e historias dignas de contar.

    Yo por ejemplo, deberia de irme a Bermeo y sumergirme entre sus calles, sus parques, su puerto y recordar y plasmar en letras todos los recuerdos.

    Estoy un poco ausente de la red debido a que estoy trabajando en un proyecto que me tiene absorvido el seso, el tiempo y me crea una angustia vital que me hace seguir adelante aunque muchas veces he estado a punto de abandonar.

    Un fuerte y calido abrazo y aunque no me prodigue por los blogs ni ponga comentarios, quiero que sepas que siempre te tengo presente y me acuerdo muchisimo de ti.

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  4. Anímate a venir a Bermeo, está precioso ahora. No sé de que proyecto se trata, supongo que merece la pena. De lo contrario no creo que merezca tanta angustia vital. Pero si verdaderamente es importante te animo a no desfallecer.
    Yo también me acuerdo mucho de ti aunque no siempre deje un comentario.
    Un abrazo muy fuerte

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  5. Muy bueno, extraordinario diría yo. Querida amiga, aunque no me veas siempre te recuerdo y te llevo, ya estoy mejor pero estoy terminando algunas cosas que se me quedaron a medias, sobre todo mi novela y otros libros que llevo entre manos en unión de otros escritores del otro lado del charco.
    Ya ves esta noche me tengo que quedar un rato más, es el mejor momento y hay mucha más paz.
    Abrazos Begoña, abrazos enormes.

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  6. Pero, bueno, Higorca, que callado lo tenías! No tenía ni idea de que estabas escribiendo una novela. O sea que te vamos a ver en los escaparates de las librerías. Ya me dirás cuando la publiques, para ver como me hago con ella.
    Dices que estás mejor y me alegro mucho pero no te sobrepases, hay que ir poco a poco.
    Un abrazo muy fuerte

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  7. Tú seras la primera en tener entre tus manos ese intento de novela.
    Abrazos y no dejes de escribir nunca.

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  8. ¡Muchísimas gracias! Me encantará leerla. Es todo un detallazo de parte.
    Seguiré escribiendo,aunque cuanto más tiempo pasa, más cuenta me doy de que escribir es algo muy difícil, sino inalcanzable. Pero no hay que perder la ilusión.
    Un abrazo muy, muy fuerte

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  9. Hola, amiga de bellas y lejanas tierras.
    Escribes muy bien, Begoña ...es increíble la evolución que se nota en tus escritos.Además, tu estilo es muy personal, se nota que es tuyo.
    Estoy preparando la publicación de un libro, conjuntamente con mi marido, que también escribe. Por ello...no tengo mucho tiempo...pero, de vez en cuando, me verás por aquí. Un beso y que Dios te guarde.

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    1. Me encantará verte por aquí!. Ya me parecía a mi que algo pasaba, porque estabas publicando menos en el blog, pero veo que estás yendo por caminos mucho más importantes. Te deseo muy buena suerte. Muchas gracias por tus palabras alentadoras... viniendo de una poetisa tan buena.
      Un abrazo muy fuerte y espero de verdad que Dios me guarde.

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  10. Fernando Aramburu, colaborador de El Mundo, escribe en su blog, sobre una presentación de su libro:

    "Me flanquearon hembras a la mesa. Estaba, pues, como en casa. Es que congenio con el rebaño cuando es bello y huele bien."

    Como escritora, ¿qué opinión te merecen ese tipo de expresiones?

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    1. Muy agradecida por considerarme escritora, calificativo que no comparto. Lo mio son intentos de escritora. Me guardaré muy bien de enjuiciar a un escritor consagrado. En todo caso lo que me correspondería es aprender de el.
      Hasta la vista

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  11. Hola,Begoña...vine a visitarte.
    Sigo metida en el retoque de poemas al igual que mi marido,que ha ganado un premio a nivel nacional hace un par de meses.Será un libro con una cincuentena de poemas de cada uno, lo mejor de los dos. Ya te enviaré uno,un regalo.
    No sé cuándo estará listo...lo mismo en un par de meses.
    Es algo que tú también puedes hacer un día...publicar tus relatos. Son muy buenos y yo he visto muchas veces, en paradores nacionales, los libritos que regalan, con relatos muy entretenidos. Los tuyos no tienen nada que envidiarles. Yo guardo algunos de esos libros y cuando pasan un par de años, que se me olvidan, vuelvo a leerlos. Los relatos tienen su encanto.
    Tú sigue escribiendo...Un beso grandote y hasta pronto.

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  12. Muchas gracias por tu visita. En estas últimas semanas estoy recibiendo noticias de muchos blogueros que están editando sus obras.Sois muy valientes. Me encantará recibir el libro, estoy segura de que disfrutaré muchísimo.
    Que buena idea lo de los paradores. De momento no tengo intención de hacer nada concreto. Todavía hay mucho que aprender. Pero seguiré escribiendo aunque a estas alturas de curso lo que tengo es ganas de descansar.
    Mucha suerte con el libro. Seguro que es un éxito.
    Un abrazo fuerte y hasta pronto

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  13. Hola, amiga...vine a visitarte, para que veas que no te olvido. He vuelto a dar un repaso a tu relato y no hay duda: es bueno. Un beso grande desde Extremadura.

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  14. Bueno, acabo de leer el comentario de un anónimo y tu educada respuesta,propia de una señora, por supuesto.

    Yo añadiría, en respuesta a la pregunta del señor anónimo, que no me parece correcto que nadie diga que congenia con las mujeres sólo si son bellas y huelen bien...y las llama "rebaño".
    Tampoco es muy loable eso de escribir como anónimo.
    Y sí eres escritora...por supuesto que sí.Un beso grandote.

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  15. Me encanta que hayas visitado el blog. Llevó una temporada algo perezosa. Ya se que tu estás envuelta en un trabajo de envergadura; va todo bien? Me imagino que viento en popa a toda vela.
    Un abrazo muy fuerte y hasta proto.

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  16. Una gran escritora y un ser muy especial... Besitos Begoña, placer leerte.

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  17. Muchísimas gracias por tus palabras tan animosas. Tú seguirás paseando por este mundo de Dios y sacando fotos maravillosas. Son preciosas.
    Un abrazo fuerte

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