LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

lunes, 18 de abril de 2011

APRENDER A AMAR


Butrón en otoño. Acuarela de Paloma Rojas


Le conoció de niña y creció con la idea de que acabarían casándose. Sin embargo la perspectiva no le tentaba. Quiso libertad y descubrir mundo, experimentar cosas distintas, conocer otras personas, gentes, países. Atarse a él suponía abandonar sus propios planes, comprometerse a algo que, aunque no le repugnaba, porque le quería, le resultaba costoso, esforzado, dejar de ser independiente.

Llegó un momento en el que tuvo que tomar una decisión definitiva. La propuesta de él era nítida y clara. No forzaba nada. Proponía. Pero la invitación era tan amable, generosa y noble que puso en evidencia lo que ella barruntaba desde mucho tiempo atrás: sólo iba a ser feliz si se casaba con él. Y era lo suficientemente perspicaz como para darse cuenta de que fuera de este matrimonio no lo iba a ser : nada ni nadie había llenado en todos aquellos años sus expectativas.

Decidió dar el paso adelante; suponía sacrificar muchas otras posibilidades y perspectivas , negarse otros caminos que le entusiasmaban pero adivinaba que su auténtica felicidad se encontraba junto a él.

Se casaron. Nunca lo lamentó. Aun más: si en el horizonte aparecía alguna dificultad o tentación de añoranza por una decisión diversa, recurría a su sentido de la lealtad y ante ella se erigía clara y firme la certeza de que nunca hubiera sido feliz con otro hombre. De hecho no concebía la vida sin él: hubiera carecido de sentido. Buscaba hacerle feliz, se sacrificaba para que lo fuera. Habían tenido varios hijos y eso les había unido más aún de una manera firme y clara.

El día que de forma inesperada, suave pero claramente, él le reprochó que no sabia querer, se quedó sin palabras, Muda. En silencio protestó en su corazón: tantas cosas sacrificadas por él: carrera, profesión, país, abandono de sus propios gustos y adaptación sin protesta a los gustos y demandas de él, a un sistema de vida tan distintivo de lo soñado. Se rebeló contra su afirmación y se indignó; enumeró sus sacrificios ocultos, proyectos abandonados por él, comodidades dejadas a un lado, carencias llevadas con alegría y sin reproches, sueños olvidados.

Con claridad meridiana él expuso que no quería sus sacrificios, ni el cumplimiento a rajatabla del deber ni sus autonegaciones estériles, sino su amor. Necesitaba ser querido por sí mismo, no por ser garantía de segura felicidad. Simplemente, quería su corazón, su vida, su auténtico ser, ella misma. Quería ser amado no solo con la cabeza sino con el corazón.


La indignación que ella sintiera al principio, dio paso al desconcierto y a este siguió el lento descubrimiento de su equivocado enfoque sobre el amor: descubría algo de sí misma que siempre había considerado como positivo, y ahora resultaba que era mezquino calculo, medida asumida para no quedarse indefensa. Y no sabía como remediarlo.


En un arranque de sinceridad, comprendió que no le hubiera gustado ser querida en la misma forma en que ella había querido.


Buscó en su interior un modelo, una norma a seguir, algo en que apoyarse.


Y descubrió con asombro que tan solo tenía que fijarse en como amaba su marido para caer en la cuenta de lo que era querer de verdad: saber amar sin condiciones.


Seguir amando aunque se supiera amado como un medio para asegurar la propia felicidad y no considerado en su verdadero valor.

6 comentarios:

  1. MUY BONITA ENTRADA AMIGA, MUY EGOISTA POR PARTE DE ELLA AMAR MÁS CON LA CABEZA QUE CON EL CORAZÓN, AUNQUE POR OTRO LADO TAMBIÉN SACRIFICÓ LO SUYO. ME HA GUSTADO.BESITOS Y BUEN FIN DE SEMANA.

    ResponderEliminar
  2. En encanta que te haya gustado, valoro mucho tu opinión.
    Todo sacrificio debe ser valorado, pero algunos son demasiado egocentrícos, pensando más en uno mismo que en los demás, aunque suene muy retorcido.
    Muy feliz Pascua de Resurrección.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Querida amiga, ante todo Feliz Pascua, Jesús a resucitado para estar entre nosotros, y luego volver a su lugar, nos ha entregado todo, hasta su vida ¿Le amamos igual?
    Bonita entrada, muy acertada para estos días, amar es entrega total, muchas veces hay que renunciar a todo, y, lo hacemos por bien, con sacrificios a veces, por los dos lados: hombre, mujer ¡¡Es tan hermoso amar!! A veces nada tiene que ver con la misma pareja, podemos querer, o, mejor amar (porque no es lo mismo) a Jesús, por ejemplo, a nuestros hermanos, a nuestros amigos, que también por ellos debemos hacer algún sacrificio, a mi no me importa hacerlo por aquellos que amo, por aquellos que tengo cerca y que puedo ayudar, a veces recibiendo golpes inesperados ¿Que importa si yo lo hago con gusto? Mi sacrificio no tiene importancia, como al final se da cuenta la protagonista de tu entrada. Es bueno leer y reflexionar.
    Mil abrazos

    ResponderEliminar
  4. A veces confundimos sacrificio con amor,¿no es cierto?, aunque también es verdad que el amor requiere siempre sacrificio. Pero no todo sacrificio es amor porque a veces nos buscamos a nosotros mismos en ese sacrificio: nuestra tranquilidad de conciencia, el que nadie pueda reprocharnos que no somos generosos...... que se yo!!!!
    Muy Feliz Pascua de Resurrección!!!. para ti y tu marido
    Una abrazo

    ResponderEliminar
  5. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
    Un texto muy conseguido lleno de puntos para pensar y aplicar a la forma de vivir los sentimientos.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Querida Rosa: gracias por tus palabras siempre animosas.
    ¡Felíz Pascua de Resurrección, también para ti!.
    Te deseo paz y tranquilidad para que se te pase esa pequeña o grande zozobra que intuyo te está molestando y que todo - sea lo que sea- se resuelva positivamente.
    Muchas gracias por todo tu ayuda

    ResponderEliminar