LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

domingo, 2 de enero de 2011

CLAROSCUROS DE LA NAVIDAD

Era mi intención publicar está entrada durante la semana de Navidad, pero por la misma dinámica de estas fiestas tan familiares, me ha resultado imposible hacerlo. La publico a destiempo pero no quería dejar de hacerlo.
Catedral de Burgos. Acuarela de Paloma Rojas

La casa era un ascua de luz. Todas las lámparas encendidas, el nacimiento iluminado por pequeñas bombillas ocultas tras los corchos. Las velas chisporroteando en la mesa. Bullicio en la conversación, sonrisas en las miradas, risas de niños y de adultos. Desbordante alegría navideña en el ambiente. Nervios incontrolados de los niños, que no paraban de levantarse de sus asientos para atender a cualquier asunto que les interesaba más que la comida, para ellos, tan larga, tan ceremoniosa.
Los mayores saboreaban placidamente los platos tradicionales de la familia, comentando los chascarrillos familiares conocidos por todos y siempre celebrados como nuevos.
Como todas las noches de Navidad, después de la cena y de pasar un rato en cálida conversación, acudirían a la Misa de Gallo, tradicional en la familia.

La ciudad estaba oscura y silenciosa; en aquellos años no había iluminaciones en las calles. Tan solo los escaparates de las tiendas y otros establecimientos, proyectaban luz sobre las aceras. Escasos coches en la calle, el tráfico era casi nulo en aquella época. Otras familias se dirigían también presurosas hacia la iglesia. Conversaciones en tono familiar, voces atenuadas, carrerillas de niños que se adelantaban a los padres, risas y empujones infantiles llenos de impaciencia y nerviosismo.

La pequeña iba dando brincos agarrada a la mano de su madre que le dejaba hacer. La madre y una hermana conversaban en voz apagada, para no romper la intimidad. Su padre y los tíos seguían a corta distancia. Sus voces llegaban aterciopeladas en el silencio de la noche.
En la acera opuesta, la figura de un hombre solitario. Era una sombra obscura, con la cabeza baja, poco firme en su andar sin rumbo, las manos en los bolsillos. La chiquilla pudo oír a su madre y a su tía que comentaban: "es tremendo y triste, está continuamente borracho..... Sí, se separaron. Dan mucha pena su mujer y la pequeña".

Cuando oyó el nombre cayó en la cuenta de quien era aquella niña. Su imaginación le trasladó una casa a oscuras, con dos figuras grises deambulando como habitantes únicas. La soledad de una casa sin padre. En su corazón de niña que disfruta de una vida familiar estable y feliz, aquel hecho ensombreció su felicidad navideña, tan luminosa hasta entonces, tan sin nubarrones, que eclipsaran la paz de fondo. Se acurrucó al costado de su madre y luego, soltándose bruscamente, corrió a coger la mano de su padre, como queriendo afirmar la unidad, la seguridad de que a ella nunca se iba a encontrar sola.

La iglesia era otra ascua de luz, llena de familias que desprendían alegría y sonrisas. Los villancicos acompañaban la liturgia alegre de esa noche maravillosa y única.
El camino de vuelta a casa, era más bullicioso: todos se saludaban, se deseaban feliz Navidad, se despedían, con besos, abrazos, buenos deseos, felicitaciones, sonrisas, comentarios amables.
La calle ya no parecía tan oscura, estaba iluminada por las sonrisas de los transeúntes y sus voces alegres.

La llegada a casa, estaba llena de expectación. Los regalos del Niño Jesús esperaban al pie del nacimiento. La emoción era inconmensurable, los grititos de alegría constantes, los silencios emocionados ante el regalo tan deseado eran aún más expresivos.
Inesperadamente apareció en la imaginación de la chiquilla la figura de la madre y la hija solitarias en su casa a oscuras. Se quedé ensimismada durante un momento. Su madre lo notó y se acercó suavemente para preguntarle si le gustaban los regalos. Impulsivamente se aferró a ella en un fuerte abrazo silencioso. Después corrió hacia su padre, hacía su seguridad infalible.
Los villancicos cantados en familia volvieron a calentarle el corazón.
Sin embargo el recuerdo de aquella figura tambaleante y vencida por la vida perduró en su memoria. Representaba para ella la desolación de la niñez.

Años más tarde, ya adulta, tropezó en alguna ocasión, con la hija abandonada. En su rostro no había rastro de tristeza. Pero sus movimientos eran nerviosos e inseguros.

6 comentarios:

  1. Bellisima historia, ¿real? ¿ficticia? Da igual, las dos cosas pueden ser, bien relatada, comprensible y humana como todas las tuyas, aquí se puede disfrutar leyendo, pensando y viendo al mismo tiempo los pasajes que la escritora nos ha ido narrando en todo momento,para deleite de los que nos gusta la buena lectura.
    Muy buena la acuarela, limpia, con unos toques de luz que les da la armonía perfecta.
    Abrazos querida amiga

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  2. Espero que hayas pasado unas buenas vacaciones y que todo haya ido perfecto en estas fiestas tan familiares y nostágicas (?).
    Muy feliz año nuevo otra vez.

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  3. Muy bonita historia amiga , me ha encantado y por cireto las acuarelas preciosas, yo soy aficionada y de vez encuando pinto algún cuadro pero estos que expones en tu blog son preciosos muy bién pintados , con mucha luminosidad.Besos.

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  4. Muchísimas gracias por tus animantes palabras. Paso por tu blog todos los días, aunque no te comente muchas cosas; no encuentro fácil entrar, no manejo demasiado bien estos artilujios y a veces se me entorpece la mente.
    Tengo la limitación de que no se me da la poesía, como a ti, pero capto la sensibilidad.
    Un abrazo

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  5. Me quedo entre tu blog que acabo de descubrir.

    Gracias.

    Saludos.

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  6. Te agradezco mucho la visita. Ya he visitado el tuyo y me sorprende que alguién con tantos seguidores, le guste este blog tan sencillo.
    Un abrazo

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