LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

domingo, 28 de marzo de 2010

VARIACIONES

MANOS REVELADORAS.

El tren se puso en marcha. Estaban sentadas frente a frente, cada una envuelta en sus propios pensamientos. Aparentaban la misma edad. Contemplaban distraídamente el paso de las casas de las afueras de la ciudad, deslizándose en huida cada vez más vertiginoso hacia el pasado mientras se dirigían hacia su destino.
La más alta era una mujer de apariencia discreta. Largas piernas, cruzadas con facilidad, en postura natural nada forzada. Su figura - un cuerpo esbelto, delgado, flexible - era armoniosa. Daba estilo y personalidad a la ropa que vestía; la asumía hasta formar parte de ella misma. No estaba pendiente del efecto que pudiera causar; se sentía cómoda. Un corte de pelo perfecto, daba movimiento a sus cabellos en un estilo adecuado a su modo de vestir y a su edad. Desprendía un suave olor a perfume,que más que hacerse presente, creaba un ambiente intangible de sentido de la oportunidad, de saber estar.

Invisibles aristas transparentes creaban a su alrededor una leve distancia hacia los demás pero no transmitían rechazo, sino sentido de intimidad. En su rostro vagaba la sugerencia de una sonrisa y sus ojos eran amables y acogedores.
Hundió su mano en el bolso para coger un libro; era una mano enérgica, de dedos largos y nerviosos con marcados nudillos; las uñas, a ras del dedo, pintadas en color transparente. La sortija alrededor del dedo anular de la mano izquierda quedó al descubierto; era muy valiosa y antigua. El anillo tendía a desaparecer hacia la palma de la mano, pues giraba flojamente alrededor de su dedo. Por esta razón las piedras preciosas quedaban medio ocultas. Movía las manos con naturalidad, ajena al efecto que la joya pudiera causar. Formaba parte de sí misma desde hacia tiempo: herencia materna.

Se levantó para dirigirse al vagón cafetería. Su paso elástico y sus movimientos armoniosos, captaron la atención de los viajeros. Se deslizaba por el pasillo sin llamar la atención pero atrayendo las miradas.

Su vecina de asiento, ofrecía un tipo de mujer distinta: ropa de marca, pero expuesta en ella como si de una perfecta percha se tratara; sin embargo no se fundía con su persona. La exhibía sobre un cuerpo, cuidado con mimo y sacrificio. Melena de reciente peluquería, que retiraba hacía atrás con gesto estudiado y repetido. Bolso de última hornada. Todo era reluciente, recién comprado. Lo último del mercado. Buscaba con la mirada la atención que los demás podían prestarla. Era consciente de sí misma y de su buena apariencia.

Sus manos de uñas recién arregladas, pintadas con barniz de color fuerte carecían de carácter, eran anodinas, no revelaban ningún rasgo de su personalidad. Parecían un expositor de joyas: evidentes, ostentosas, de diseño, caras, aunque de relativo valor en caso de tener que venderlas para solucionar un problema económico; el precio hubiera sido irrisorio en comparación con el coste. Movía sus manos consciente de la existencia de sus adornos y orgullosa de su posesión y de su actualidad. Sostenían una revista de cotilleo social.
Se dirigió hacia el bar con pasos firme y seguro.
Observaba que era observada. Registraba cada mirada, cada expresión de admiración.

Las manos: testigos despiadados de la inelegancia.

2 comentarios:

  1. Querida amiga y escritora preferida, muy buen relato-historia- cuento. El tren un lugar perfecto para fijarnos de aquellos que están sentados frente a nosotros, las manos. Las manos dicen todo de cada uno de nosotros, aún sin hablar, ellas hablan por si solas.
    Un abrazo querida, me ha gustado mucho.

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  2. Es de agradecer tu fidelidad a mi blog.
    Felices Pascuas.

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