LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

miércoles, 4 de marzo de 2009

VARIACIONES

SOLEDAD COMPARTIDA




Se entretenía sola. No le hacía falta estar siempre en compañía. Desde que fue un ser capaz de recordar y de pensar había creado su propio mundo. Le gustaba estar consigo misma, con sus propios pensamientos, ideas, imaginaciones; también con los personajes de su entorno pero interpretados a través de sus propias formulas mentales. No era vivir otras vidas sino la propia pero compartiéndola imaginativamente, en sus ensueños despiertos, con interlocutores reales pero no presentes.
Era consciente de que ese universo creado por ella no era parte de la verdadera vida; nunca lo confundió con la realidad. Pero le ayudaba a ser más feliz, a contrarrestar la timidez que le hacia parecer insignificante ante los demás, las humillaciones que esto traía consigo, el sentido de fracaso, la incapacidad de compartir su mundo interior; temía las risas de los prosaicos, los realistas, los prepotentes, los faltos de sensibilidad.

Con el paso de los años, ese modo de vivir en soledad se convirtió en un deseo de compartir la propia intimidad, de poder hablar con confianza sin medida, sin temor, de buscar la complementariedad, el gozo de saberse entendida; la identificación.
La encontró. Pero su propia inseguridad le hizo desconfiar de la autenticidad de aquella disposición hacia ella, de aquel sentimiento. Hubiera necesitado la confirmación reiterada de que era así para convencerse de su verdad. Esta actitud hacía que los demás se alejaran porque se sentían rechazados de una manera sutil, por la inexpresividad, la falta de respuesta confiada, la seriedad de alguien que no sabe jugar con sutileza al sí pero no, al no pero sí.
Llegó la madurez y con ella la disposición de lanzarse al vacío del riesgo sin red, de la certeza confirmada por un sentido intimo de haber acertado, de la fe sin pruebas tangibles, materiales, pero con la seguridad de saberse querida, buscada, cuidada, considerada única, objeto de delicadeza, ternura, respeto y pasión.
Un amor que como todo amor auténtico trajo consigo dolor, inquietud, etapas de frialdad, recelo, duda, confirmación, arrepentimiento, sacrificio, búsqueda continua, felicidad compartida;
Era una soledad acompañada por otra existencia compartida, por un amor seguro y fiel, intangible pero real; alguien que no defrauda, que no abandona; que sabe estar en silencio siempre a la escucha, dispuesto a prestar atención, hecho de capacidad de comprensión, de olvido de sí mismo, de deseo de identificación, que retorna sin reproches cuando se le ha abandonado.
No era la soledad de dos en compañía, sino la compañía de dos en soledad buscada, hasta ser solo uno.
Era la plenitud de dos en uno, el ensamblaje perfecto, la complicidad plena, embriagadora, alegría contenida que rebullía en su interior rebosante de paz, de seguridad, de sonrisa permanente.

1 comentario:

  1. No se puede expresar mejor lo que es el Amor, más que cuando se vive de él.

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