LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

viernes, 8 de agosto de 2014

NO PUEDO RECORDAR SU NOMBRE. CAPITULO II



Castillo y Parque de Inverness


Londres- Escocia 1960-65

CAPITULO II. Continuación 

Descansábamos en un pequeño parque, después de haber recorrido exhaustivamente el pueblo, dispuestas a atacar nuestros sándwiches. Yo le hablaba de mis planes de estancia en el país, de trabajos futuros, de mi familia, de mis hermanos y hermanas, de nuestra acogedora vida familiar, de mi hogar. E inesperadamente me encontré confiándole mi dolor ante un largo noviazgo roto, meses antes de la boda, motivo de mi estancia en Inglaterra. Le conté lo que me había costado superar ese fracaso, la huella que había dejado en mí y cómo poco a poco lo iba consiguiendo. Esperaba que a la vuelta a España, en unos años, mi dolor interno hubiera disminuido y pudiera volver a enfrentarme a la vida ordinaria sin aquel novio que, todavía, quiero tanto.
Ante mi asombro, mi amiga me confió que ella procedía de Alemania Oriental, de la que había escapado utilizando el metro de Berlín, el camino más seguro de huida, pues atravesaba los dos Berlines, pero también el más vigilado. Su voz temblaba cuando me narraba: 
--Solo llevaba lo puesto para no levantar sospechas y zapatos de tenis para poder correr en caso de peligro. ¡Pasé tanto miedo! Si alguien me miraba más de dos segundos mis rodillas temblaban. O si me preguntaban por la próxima estación, mi voz se quebraba. Mi familia sabía de mis planes. Todos éramos conscientes del riesgo al que nos exponíamos pero me alentaron a que lo hiciera.-- Se le rompió la voz. Carraspeó y continúo -- La noche anterior a mi marcha, la familia nos despedimos con una cena algo mejor de la acostumbrada y brindamos por un rápido reencuentro al otro lado del muro. Creo que ninguno de nosotros durmió esa noche. A la mañana siguiente después de un rápido desayuno de madrugada nos fundimos en un apretado abrazo y salí de la casa sin mirar hacia atrás. Apenas veía el camino, no tanto por la obscuridad sino porque las lágrimas borraban mi visión. 
La escapada se había coronado con éxito y ahora estaba en Inglaterra, trabajando para una familia inglesa
Yo estaba conmovida y ella tenía los ojos húmedos. Quiso romper la tensión y  levantándose del banco comentó:
--Por cierto, quedé en llamarles para que supieran como me iba el viaje y  confirmarles  la fecha de mi regreso .
Pero yo, admirada de su valor, y cuando volvió de hacer la llamada, le pregunté si su familia había sufrido alguna represalia por parte del gobierno de la República Democrática.
--Nada vital, me respondió con inesperada reticencia – excepto que mi hermano no ha podido encontrar trabajo. 
No me atreví a indagar más pues intuí que no quería adentrarse en el tema. Inesperadamente añadió, como a pesar suyo: 
--No  he vuelto a saber nada de ellos.
Nos hicimos muy amigas pero nunca volvimos a hablar de ello. A pesar de sus circunstancias, era una mujer alegre y divertida, llena de vitalidad y esperanza que sabía encarar la vida de frente.

Metro de Berlín

No hay comentarios:

Publicar un comentario