LA RÍA DE BILBAO.ACUARELA DE PALOMA ROJAS

sábado, 18 de abril de 2009

LO QUE NO SE OLVIDA

EL MUNDO SE PONE DERECHO


Está vivo en mi memoria a pesar del paso de los años transcurridos y de la neblina que va difuminando los recuerdos.

Mediados los 40 mi padre había tenido que realizar un viaje a EEUU por razones profesionales. Dada la situación de escasez del país había podido traer algunos objetos que no eran fáciles de conseguir aquí; entre ellas una máquina de escribir.

En una tarde cualquiera de invierno, yo había osado utilizar sin permiso la máquina a la que casi no llegaba, porque estaba encima de lo que denominábamos el despacho de mi padre, consistente en un viejo buró.

Oí el ruido tan familiar de la llave de mi padre abriendo la puerta de la calle. Desde el fondo de la casa escuché a mi hermano correr hacia mi padre y decirle en su voz de niño: "Maribé está usando la máquina de escribir". Me quedé paralizada y asustada porque me sentía culpable de estar haciendo algo que a mi padre no le iba a parecer bien.

Como un bálsamo, la voz de mi padre llegó a mis oídos clara y serena: " Muy bien, hablaré con tu hermana y le explicaré que no debe usarla sin mi permiso, pero tú quedas castigado está tarde, por acusar”.

Así lo hizo, con su voz cálida y ecuánime.

El mundo se puso derecho. Existía la justicia.

No recuerdo que mi hermano y yo volviéramos a acusarnos nunca de algo.

domingo, 5 de abril de 2009

LO QUE NO SE OLVIDA


MERIENDAS EN EL PARQUE




EL PARQUE. Así, con mayúscula; era nuestro mundo propio y encantado.
Pasábamos jugando en él lo que entonces me parecían horas sin fin, aunque posiblemente no fueran más que un par de ellas. Era una época feliz y despreocupada.

La merienda era a media tarde. Cuando presentía que era la hora, solía acudir a la persona que nos cuidaba y cogía parte para continuar jugando y volver después a por el resto.

Aquella tarde me había comida ya el bocadillo y me faltaba el chocolate con las galletas; alegremente me acerqué a "la Seño" - así le llamábamos- y ante mi mudo asombro me dijo sin inmutarse, que mi hermano, el pobre, había tenido "más hambre" y le había dado mis correspondientes galletas y chocolate, dejándome a mí sin nada.

A los seis años y si además se ha nacido secundaria, no se sabe como reaccionar ante la flagrante injusticia. El mundo se me vino abajo.

Sin ser consciente de ello, en mí interior fue creciendo un concepto que luego llegó a materializarse y tomar forma: No deben hacerse diferencia con nadie. Cada persona tiene que sentir que es única y muy querida.